Hoy las nubes han despejado la sierra, que se ha visto imponente durante todo el día. Sobre ella, ahora, una luna inmensa preside la noche de la ciudad de Béjar.
Hemos traído a casa un ramo de hierbas y flores silvestres: la cicuta en flor, unas ramas de helecho, escoba, artemisa, espliego. Un ramo verde, blanco, violeta, amarillo... Como si un trozo de la sierra entrara en casa. Esa sierra que veíamos hace nada desde la ventana, tan cerca y tan lejos.
Hoy he hablado con algunos amigos por teléfono. Se encuentran bien y sosegados, aunque sus circunstancias laborales y personales son muy diversas. Lejos del ruido, han vivido el confinamiento día a día, como todos, en algunos momentos con mucho temor y desesperanza, ahora dispuestos a dar los pasos adecuados para salir adelante. Cada vez hablo con más gente que así se siente.
Parece que todo recupera lentamente su pulso, todos podemos hacer algunos planes de futuro, ¿pero cuál es el mío?
Me he preguntado hasta dónde debo seguir llamando a estas entradas diario del confinamiento o de la pandemia o algo así para recuperar la escritura normal que aquí llevaba. No es inocente la pregunta: de ella depende en donde ponga la línea que separa. Podría haber sido este pasado sábado, cuando se nos permitió salir a pasear unas horas o podrá ser cuando pasemos a la siguiente fase marcada por el gobierno. ¿Hasta que podamos volver a abrazarnos sin miedo? ¿Hasta que tengamos una vacuna o desaparezca por sí misma la amenaza del virus? Le doy vueltas al asunto, no es banal. De mi respuesta depende mi actitud ante lo que nos sucede, si ya veo el final o no o si ya he aceptado la inevitable convivencia con este virus. No sé contestarme por ahora.
Qué hermosa noche la de hoy, con la luna grande sobre la sierra.
8 comentarios:
La desescalada es tímida, no hay que perder el respeto al virus. Los comerciantes preparan sus negocios y la policía vigila las faldas del cerro de San Miguel y las arboledas del río a la caza de botellones. Asoma la nueva normalidad y el paseo es silencioso e individual. Siempre hay quien se salta las normas, pensamos en el esfuerzo de los sanitarios...
Desde mi casa no vi la luna, me mandaron la foto..
Seguimos.
Ninguna prisa; tenemos una vida por delante; una vida sin plazos pero sin pausas ni tampoco urgencias. Se verá.
Mientras llega la fase de abrazarnos, mis nietos están deseosos de venir, no solo a abrasarnos, además quieren quedarse a dormir en casa, deseo que vengan pero eso me acojona.
Todavía no lo controlo del todo pero bastante sí: todo puede ir a la mitad de velocidad a la que va, o casi todo. Soy más optimista de cara a los demás que de cara a mí mismo. Hay algunas cosas, más bien pocas, sobre las que puedo decidir y actuar, hay otras que no. Intento centrarme en las que puedo y no pensar excesivamente sobre las que no. Tengo curiosidad por saber cuándo darás por terminada tu fase de este tipo de escritura.
Un abrazo
Las fases son orientadoras... Después nosotros actuaremos cada uno según sus circunstancias de vida y su responsabilidad... Tendremos que arriesgarnos a decidir, y nunca mejor dicho. Equilibrar y asumir los riesgos.
¡Hombre! Uno quisiera vivir sin la presencia del virus pero mientras algo médico no nos defienda de él, seguiremos bajo su presencia. De modo que, aunque no lo pretendas, al menos yo temo que seguiré leyendo La Acequia convencido de esa premisa.
He visto el reamo que habéis cogido. Es todo un símbolo de cómo la primavera, siempre ha estado y está ahí. Ahora poco a poco a disfrutarla, sin prisa y sin pausa. Nos encontraremos piedra en el camino, ya lo vamos viendo. En fin, habrá que sortearlas.
Besos
Tu diario de confinamiento deja constancia de tu visión y experiencia desde el confinamiento... tus miradas, pensamientos y sentimientos están en él objetivando una coyuntura social desde el punto de vista particular... yo lo encuentro interesante...
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