Hay un flamear de ropa puesta a secar al sol en las fachadas. A la luz y al viento, como si necesitáramos salir con muda limpia a la calle. La mejor bandera siempre es aquella que nos podemos poner a diario, lavada con esmero, planchada y doblada. El hogar huele a ropa recién planchada, el país que necesito.
Ahora que podemos salir varias horas al día, la calle se me presenta de otra manera desde el balcón. No es el otro país, sino ya el mío.
Percibo que muchos quieren ser súbditos. Necesitan las normas del gobierno, que este se meta en todo. Incluso aquellos que siempre han mirado mal una presencia excesiva del estado y que haya que pagar impuestos, reclaman ahora más estado, más intervencionismo, más disposiciones. Ya lo sabemos, para estos las ganancias parecen ser siempre individuales, pero las pérdidas colectivas.
En realidad, ahora nos toca a nosotros. Una vez que parece haber pasado lo peor de este primer brote de la pandemia, todo será responsabilidad del bien hacer de cada uno de nosotros guardando las medidas higiénicas, la distancia entre personas, respetando las recomendaciones de uso de mascarillas, no arrojándolas al suelo junto con los guantes, actuando con prudencia. Siempre, pero ahora más que nunca, debemos comportarnos como ciudadanos. Incluso cuando presenciemos las actuaciones de aquellos que caminan por el mundo como si la cosa no fuera con ellos. Y guardando en la memoria todo esto para la próxima vez que ocurra sin que necesitemos que el gobierno nos recomiende lavarnos las manos o guardar una prudente distancia cuando nos sentamos acatarrados.
Camino por la calle como si naciera.
La luz es tan nueva que perfila el mundo. ¡Ya sé los caminos, incluso los que nunca había pisado!
9 comentarios:
Qué nos dure mucho esta novalía!
La luz es nueva y nos toca poner de nuestra parte para que no desaparezca envuelta en nubarrones. El camino no es fácil, es nuevo también. Si la ropa huele a limpio es obra de la incansable lavadora.
Necesitamos un país limpio, oreado como esa ropa limpia de los tendederos.
Un país limpio ya en la escuela y en las actitudes. Libre de irresponsables y de incívicos.
Es difícil confiar en la responsabilidad de los ciudadanos después de ver el comportamiento de slgunos incívicos que no atienden a la ley ni a la razón.
Saludos
Francesc Cornadó
Sin duda, Pedro, a muchísimos les gusta nacer súbditos, vivir súbditos y morir súbditos. Aunque en cualquiera de las tres circunstancias, o en todas, les vaya en ello la mala vida. Porque buena, si cedes tu primogenitura, nunca se puede decir que sea.
¡¡Que bien lo ha dicho!!, "ganancias individuales, perdidas colectivas" ni un economista de la escuela de Chicago lo hubiera dicho mejor, aunque con otro sentido.
¡¡Ah!! donde se ponga una camisa o unos pantalones secados al sol, que se quiten esas malditas secadoras que dejan la ropa tiesa.
Un país limpio que incluya a todos sus ciudadanos hasta que huela a esa ropa que mencionas...
Yo voy a pensar en positivo. Quiero pensar y lo creo que la gente ha sido estupenda, maravillosa y sumamente solidaria. Creo que los pescadores en ríos revueltos no han tenido las capturas que esperaban y que el alarmismo, el milenarismo y toda esa parafernalia espantosa no tuvo el eco mediático que se podría suponer en tiempos de comunicación global. Creo que ha habido y hay porque el virus sigue retozando, más gestos positivos que negativos dada la condición humana por lo menos aquí y ahora. Otra cosa son esas residencias de ancianos abandonados a su suerte y convertidas ellas en negocio de miserables plutócratas.
Nuevos caminos, aunque sean los de siempre, pero ahora, vistos de otras formas,desde otra perspectiva y por supuesto,con una nueva luz que habíamos perdido y que ahora vamos recuperando. De todos depende no volvernos a extraviar.
Besos
Estoy de acuerdo con lo que dices, pero yo camino por la calle acojonado, de hecho sólo salgo con el perro y nada más... No sé ahí, pero aquí la gente salió el primer día en estampida y los sucesivos con menos cuidado del recomendable... Te pasan al lado sin mascarilla sin tener en cuenta distancias ni peligros...
¿Privatizar ganancias y socialidad pérdidas? Nada nuevo, viene de lejos y no parece que vayan a cambiar las reglas de juego; pero si no se cambian ya, también los árbitros, el futuro, más que incierto, se torna peligroso...
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