Seguimos en fase 0, aliviada. Se ha confirmado que el lunes entraremos en la 1, con el desahogo para la vida que esto supone.
Si repaso las fotografías de la sierra que he tomado cada día durante estas semanas desde la ventana del salón, compruebo cómo el tiempo ha pasado y me encuentro en otro momento bien diferenciado. La nieve caída al poco de decretarse el estado de alarma se ha ido ya, salvo algún pequeño nevero al que no le quedan más que unos días para que desaparezca. Tampoco amanece la montaña con bruma, ni las nubes se pegan a las cimas como ha ocurrido durante el final del invierno y casi toda la primavera. Ha dejado de llover y el sol ya luce con fuerza, la hierba comienza a tomar un tono pajizo en los baldíos y solares, aunque en los prados todavía está húmeda, joven y verde. Miro estas fotografías y la sierra es la misma y no lo es. Yo me entiendo. Como tampoco lo es la calle mayor de Sánchez Ocaña que veo desde los balcones del otro lado de la casa y que también he fotografiado durante estos días. Ya no es la calle inverniza y solitaria de hace unas semanas, sino que retoma poco a poco su vida con paseantes, gente que cruza de un lado a otro para hacer sus compras, el ruido del tráfico y el murmullo más o menos normal que tiene esta calle desde hace unos años, desde que Béjar perdió impulso por el cierre de las fábricas textiles.
Ahora que nos han confirmado que el lunes que viene -pasado mañana- entraremos en la fase 1 y que podremos ampliar la vida cotidiana, siento melancolía. Hoy me ha embargado la tristeza durante la mañana. Predomina más en este momento en el que escribo que la alegría por recuperar la vida lentamente. Siento que no he cumplido conmigo durante el confinamiento, que podría haber sacado más de esta experiencia, pero quizá me exija tanto porque ya estamos saliendo, porque se me olvida lo importante que era superar cada día cuando solo podíamos pasear dentro de la casa. También miro esta sierra y esta calle como si me despidiera de ellas, como si no fueran a estar aquí cuando regrese después de acudir a otras ciudades y obligaciones, como si fueran a ser tan diferentes que el paisaje ya no se reconozca a mi vuelta.
5 comentarios:
Haces bien en despedirte de esas calles y del claro horizonte, poco a poco volvemos a la terrible realidad.
El lunes comienza la fase 1 en esta comunidad, esperemos que todos y cada uno gestionemos nuestros actos y movimientos con responsabilidad y pronto seamos merecedores de pasar a la fase 2...
Se ha hecho lo que se ha podido, no era una situación fácil...
La decepción que tuve por no poder ir a Miranda del Castañar en semana santa se fue diluyendo como una sombra al atardecer.
Un paisaje irrepetible, más de dentro que de fuera. Tu sierra ya no será la misma, mi cerro y mi tilo tampoco. Se irá borrando la incertidumbre, aunque todavía le queda.
La primavera que viene será otra, esperamos.
La sierra no es la misma de hace dos meses, ni tú tampoco. Solo con todo lo que has tenido tiempo de reflexionar y vivir, ya eres otro (el movimiento ha estado en el alma, en el ánimo). Te crees el mismo, pero ahora ves la actividad diaria de otra manera (incluso con un poco de temor). Esa es una buena señal de tu pequeña evolución cotidiana.
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