Hoy salió el día despejado, se levantó el viento luego y llovió ligeramente. Cuando escribo esto se anuncia un anochecer espectacular, con toda la luz de la puesta del sol jugando entre las nubes.
A veces se me olvida anotar en este diario lo más cotidiano de estos días: después del desayuno (café con leche, tostada de tomate con aceite de oliva, ajo y pimienta molida y zumo de naranja), diez minutos de paseo, un par de tablas de ejercicios (rutina, dicen los expertos), algo de ordenación en la casa, tomamos el café de despertar (así lo llamo) me ducho, contesto a correos de trabajo (rutina burocrática), preparo una clase por videoconferencia que imparto al final de la mañana (una introducción a las formas de narrativa en el barroco), otro paseo por la casa, comemos, vemos algún documental (o lo dormimos), nuevo paseo, más trabajo, algo de escritura y lectura, grabo un vídeo (hoy he elegido recitar a Ángel González), salimos a aplaudir a la ventana para que reciban nuestros aplausos quienes están sacando esto adelante (ahora aplaudimos con más motivo, como antes elegíamos entre las opciones a quienes apoyaban la sanidad pública), escribo, llamamos a la familia, escribo, cenamos, vemos una película (alternamos géneros y épocas, hoy veremos Rebelde sin causa). Esta es nuestra vida ahora. ¿Cuál será la normalidad a partir de ahora, esa nueva normalidad de la que se habla y a la que llegaremos después de meses de transición?
Sigo leyendo en los blogs y en las redes sociales a algunos que parecen no haber comprendido que esto sí va con ellos, por mucho que se encierren en sí mismos. Escriben como si todo no les estuviera pasando. También leo a otros a los que parece que solo les pasa a ellos. Eran así antes, no se puede pedir que un virus cambie a quien no sabe nada de los otros.
Se pone el sol, ahora. Ya estamos en la pospuesta. En breve se hará de noche.
10 comentarios:
Tener rutinas ayuda a organizar y a vivir el encierro como la pauta que toca vivir...con la libertad de decidir incumplir alguna sientes que sigues siendo libre dentro del confinamiento, y me gusta.
Un día muy entretenido.
Las rutinas nos protegen mientras navegamos en este barco extraño en que nos ha tocado embarcar...a todos.
El viento mueve las ramas de los árboles.
Feliz rutina.
Las rutinas son muy importantes, hacen que no terminemos de perder la perspectiva en todo este caos. Esperemos que algún día volvamos a la vida de antes,la de los abrazos, aunque ya no volveremos a ser los mismos, es imposible.
Tus retratos de interior siguen siendo bellísimos.
Un abrazo enorme desde el norte.
Estoy muy de acuerdo con las rutinas, a mí me van bien. La nueva normalidad ya ha comenzado, ahora hay que acostumbrarse a todo. En ella también entra el leer más algunos blogs que otros. Tú ahora escribes aquí casi cada día, y me gusta mucho. O sea, que hay tiempo para todo, dentro de lo que cabe. Paradojas de la vida. He leído que trabajando telemáticamente regalamos tiempo a nuestro empleador, sea el que sea.
Un abrazo
Somos los discursos que preparamos para leer ante un auditorio y, también, el desayuno que saboreamos en nuestro rincón de seguridad e intimidad.
Qué intima belleza la de las rutinas. Las de los demás, naturalmente. Las nuestras, qué grises.
Cuando hace varios años, tuve una enfermedad grave, aunque en mí, fue lo más leve que se puede tener, me di cuenta que lo importante para recuperar el equilibrio, es tener una rutina.
Así lo hice y poco a poco, aprendí a sentirme mejor y superar la crisis.
Yo suelo ser bastante caótica, pero ahora, por necesidad, he vuelto a tomar las rutinas, para ir renovando el equilibrio.
La " nueva normalidad", si es nueva no es normalidad y si es normalidad no es nueva. En fin, nos iremos acostumbrando a ella, porque somos gente de costumbres.
Besos
No me imagino lo que será la nueva normalidad... a veces tengo hasta pesadillas.
Y la ruindad de algunos seres, en su esencia, seguirá intacta.
Besos y cuídate, Pedro.
Cotidianidad confinada y gestionada desde la obsevación y las posiblidades...
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