miércoles, 26 de febrero de 2020

Susto o muerte


Hay quien descubre tarde que la vida es mortal de necesidad.
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El virus que nos matará en vida será el miedo.
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Quién no tiene una bacteria en el alma, un muerto en el armario, un amor abandonado o el recuerdo de una puñalada mal dada.
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Nos hemos vuelto tan hipócritamente asépticos en lo moral que no consentimos el arrepentimiento de los demás. Si nos dejaran, llenaríamos las cárceles con condenas perpetuas mutuas.
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La justicia como venganza ideológica o moral no es justicia.
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No hay peor juez que el de la misma madera.
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El mundo gobernado por tu moral: distopía.

9 comentarios:

Sor Austringiliana dijo...

¡Susto! 😨

Emilio Manuel dijo...

Sin comentarios.

Francesc Cornadó dijo...

Añadamos las carcomas que habitan en las maderas de muebles y molduras, los ácaros de las alfombras, las bacterias que se encuentran en las superficies más o menos rugosas que nos rodean, los hongos que hay en los alimentos. Añadamos los miedos que difunden los medios de comunicación, el malestar de la incultura, la caída...
Creo que nos esperan unos 700 años de miseria cultural y de indigencia social.
Saludos

Fackel dijo...

Frente al susto o muerte los hombre inventaron el "ludus". Y creo que les funciona.

Clarisa T. dijo...

No solo estamos llenos de incultura, impaciencia, egoísmos. Lo más grave es que la sabiduría, propia del vivo que comprende su entorno y se hace merecedor de la vida, y la cuida y la protege...,apenas es un tierno tallo lejos del sol... Pues eso, como alguien dijo por ahí, vivimos nuestras propias consecuencias...
Gracias

Amapola Azzul dijo...

Bueno, el miedo al virus pareciera peor que el virus.

Y la economía parece resentirse, la moral tal vez ya estuviera enferma.

Besos.

LA ZARZAMORA dijo...

Un susto de muerte;)
Muriéndome/nos del susto:))

Con un beso buuuuhhhh!!, Pedro.

Ele Bergón dijo...

Qué complicado es el miedo: Nos protege y nos asusta, hasta a veces, llevarnos al precipicio. Como en todo: Revés y derecho, utopía y distopía, cara B y cara A y así hasta el infinito.

Besos

XuanRata dijo...

Cada sentencia, una diana.

Ese mundo distópico gobernado por la moral propia me recuerda a una novela cuyo título no recuerdo de Philip K. Dick, experto en distopías.