jueves, 3 de octubre de 2019

El viaje


Lejos de mí, tan lejos como sea posible,
donde no pueda verme ni sentir que respiro,
ni encontrarme en la esquina sin saber dónde voy,
mirándome las manos sin tenerlas por mías.
*
Veo, desde la ventanilla, el horizonte de la meseta cortado a nivel. Abajo la vega del río, el cauce avanzado de chopos; arriba el cielo. La línea recta es el tajo del horizonte, pero hoy busco la sinuosa curva del río, que juega con el tren. Por muy rápido que viaje, no llega a tiempo nunca el ferrocarril al agua, no llego nunca al río, en sus meandros.
*
Quizá un día haya huido tan rápido de mí que consiga encontrarme y pueda sentarme conmigo a conversar ante un café, como dos viejos amigos a los que se les atardece sin darse cuenta contándose qué tal les ha ido en la vida.

9 comentarios:

Amapola Azzul dijo...

A veces cuesta conectarse con uno mismo, otras necesitamos salir al exterior, al mundo exterior, me pregunto dónde está el equilibrio.

Besos.

Marina dijo...

Un beso, por si te encuentras.

Emilio Manuel dijo...

Dale tiempo al tiempo que todo llegará.

Abejita de la Vega dijo...

Con venir de nosotros mismos, no podemos venir más lejos.

XuanRata dijo...

Como tantas veces, publico mi entrada y a continuación vengo a visitar la tuya. Me estremezco. El azar es un juego de espejos. Me pregunto si alqún día nos encontraremos en el tránsito. Aunque yo no sabría que decir. El azar es más locuaz. A él me seguiré encomendando, como tantas veces.

Ele Bergón dijo...

En esas nubes
que se están desplazando,
hay una respuesta.

Besos

LA ZARZAMORA dijo...

Fluye... e intenta nadar sin contracorrientes, y camina hasta donde tus pasos quieran conducirte.
Pues nuestros ríos (no serán ni irán más lejos..) van a la mar, que es el morir como versaba el sabio poeta, y durante el tránsito: Carpe Diem, Pedro.

Un beso.

andandos dijo...

Te leo y sigo. Un abrazo, desde Granada esta vez.

impersonem dijo...

Son impactantes tus tres "fogonazos" del sentir interno...

Nadie puede huir de sí mismo, pero sí puede conversar consigo mismo ("quien habla solo espera a hablar con Dios un día"), incluso discutir consigo mismo en voz baja o en voz alta, incluso en voz interior atronadora... no sé si tal cosa nace de la soledad que produce el no ser comprendidos por los pocos o muchos que nos rodean y conviven con nosotros... estoy persuadido de que sí... pero quien huye de sí mismo está siendo alcanzado continuamente por su propia sombra... pienso, aun a riesgo de estar completamente equivocado, que, para encontrarnos con nosotros mismos, la búsqueda debe ser "una profunda expedición arqueolúcida hacia nuestro interior nuclear"...

Tus tres pensamientos me han dejado pensativo, reflexivo... porque me han hecho volver la vista hacia algunas cicatrices que me acompañan...

Abrazo