No pudo hacerme mejor regalo antes de marcharse unos días: una gota de agua sobre la hoja. Mira, sonreía. Lleva unos meses intentando salvar esta planta. Mira, como cuando me mostró el mar como si lo hiciera nuevo. Así ando yo ahora, procurando que no caiga la gota. ¿Cómo conseguir de nuevo ese momento cuando regrese?
8 comentarios:
Cuida esa gota.
Suerte y que no se te caiga la gota.
Un equilibrio delicado.
Salud
Francesc Cornadó
Esa gota es el alma de la planta. Vale la pena evitar que se caiga...
Me has hecho sonreír.... Qué bonito!
Esa gota es la bola de cristal para el buen adivino: en ella están el pasado y el futuro completos, rodando sobre si mismos.
Las gotas siempre retornan, lo que ya no vuelve con la misma asiduidad es nuestra mirada y complacencia.
Nunca se ha ido y la gota resistirá hasta su regreso.
Te encuentro en todas estas entradas algo nostálgico, deben ser las próxima fiestas que se avecinan.
Beso
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