lunes, 10 de septiembre de 2018

Un nuevo curso


Pocos trabajos cambian tanto cada año como la docencia. Tengo la fortuna de comenzar de nuevo cada septiembre. Aunque alguno de mis alumnos ya hayan tenido asignaturas conmigo en los cursos anteriores, son nuevos, como nueva es su forma de afrontar una materia que comienzan a conocer. Yo un año más viejo, ellos con la misma edad de siempre. Eso pensaba de regreso a la zona de despachos, cuando atravesaba el jardín a la sombra de los árboles centenarios del antiguo Hospital Militar de Burgos. El suelo, tapizado de acículas. Allá, los castaños de indias, rosales, la fuente aún sin arreglar -me gusta así, como los bancos desvencijados que espero no se le ocurra reparar a nadie-, los laureles, rosales, la mata de romero-, el antiguo edificio central en donde residían las monjas, sin uso todavía. Me gusta esa sensación de cada año, estar de estreno porque cada año es diferente y me presento con las novedades como si abriera un antiguo muestrario de viajante.

Voy teniendo costumbre de que alguna de mis primeras clases suceda en el jardín. Lo digo bien, suceda, porque no lo busco intencionadamente. Solo cuando veo a los alumnos esperándome fuera del aula -en esta Castilla ahora hace mejor fuera de las casas que dentro, hasta que se enciendan la calefacciones de los edificios- dejo que suceda. Les he pedido sacar las sillas -como a los que los han precedido desde que la Facultad está en ese espacio- aprovechando que la clase de este curso es la última del antiguo barracón médico.

A la luz de esta mañana de septiembre les he presentado la materia del curso durante una hora y media y mañana comenzamos. Les he propuesto un debate sobre la acumulación de conocimiento y manifestaciones artísticas que llevaron a España a ser una potencia cultural en las primeras décadas del siglo XX y, en paralelo, que debatamos sobre las dificultades que tuvieron las mujeres pensadoras, escritoras, artistas, de aquella época para tener visibilidad: más bien, para que todavía hoy nos cueste integrarlas en el temario universitario. Les he pedido que no se olviden de lo que hoy conocemos como colectivo LGTB, que empezó a manifestarse decididamente en el arte por entonces.

Les he comentado que en estas clases hablaremos de la cuestión catalana y de lo que pensaban aquellos intelectuales de hace cien años, que leeremos qué dijeron al respecto Rubén Darío, Unamuno y Ortega y Gasset, como si abriéramos un periódico de nuestros días a la hora del café, pero que también asistiremos al nacimiento del cinematógrafo o a la conferencia de un hombre con traje y corbata en un columpio circense, el mismo hombre que inventó el monólogo cómico antes de que hoy llenara teatros.

Y mañana hablaremos de todo esto para que a partir del debate podamos exponer las cuestiones teóricas, el camino que llevó al establecimiento del lenguaje de la modernidad en la cultura española. Y reflexionemos sobre lo que ocurrió para que aquello se detuviera de la forma en la que lo hizo.

10 comentarios:

Edurne dijo...

¡Ahí queda eso!
Yo quiero tener dieciocho o veinte años otra vez y cargar con cuadernos, libros y apuntes, y poder asistir a un suceso de clase ajardinada , con un profe que estimule mi curiosidad...

¡Gracias por volver otro septiembre más!
Besos y buena suerte para este nuevo curso.
;)

Emilio Manuel dijo...

En primer lugar le diré a Edurne que no es necesario ser un "pipiolo" para ir cargado de libros y apuntes, cualquier edad es buena para iniciar o retomar estudios solo hay que tener ganas, reinicié los míos pasados los 50 y te aseguro es a esta edad cuando se disfruta de los conocimientos que vez que adquieres.

Sor Austringiliana dijo...

Un jardín sabio.
Feliz curso tendrás.

la seña Carmen dijo...

Programa apetecible, al menos en la distancia, y con distinto enfoque al que nos tocó a algunos seguir. Hay que romper moldes.

Doctor Krapp dijo...

Temprano empiezas las clases, por aquí hasta las calendas de octubre las facultades están cerradas a cal o canto o poco menos.
Bueno es empezar con Unamuno y con ese siempre olvidado Ramón Gómez de la Serna al que después de haber leído alguna que otra cosa suya me recreo en la actualidad, con mucha discontinuidad a decir verdad, en su biográfica Automoribundia, un libro altamente recomendable.

Kety dijo...


Por suerte, en septiembre volvemos a la rutina.
Magnífico temario para empezar. "sobre las dificultades que tuvieron las mujeres pensadoras, escritoras, artistas, de aquella época para tener visibilidad..."
Ojalá sepan aprovecharlo.
Un abrazo

impersonem dijo...

Los programas de enseñanza que incluyen el debate me parecen los mejores... por lo tanto, el tuyo que describes me gusta...

Os deseo a ti y a toda la comunidad educativa en la que te integras lo mejor de lo mejor, a nivel personal y colectivo, para este curso que comienza...

Abrazo

Ele Bergón dijo...

¡Qué suerte tienen tus alumnos de tener un profesor que les de clase de la forma que nos lo explicas en esta entrada! Nunca tuve un profesor así y yo siendo profesora, siempre quise dar una clase al aire libre. Alguna vez se me pasó por la cabeza, pero al final, no lo hice y eso fue lo que me perdí.

Feliz curso

Besos

Myriam dijo...

Afortunados los alumnos que disfruten de tus clases.
Enhorabuena por el nuevo año académico y mucha suerte.

Besos

Unknown dijo...

No me importaría nada asistir a tus clases como oyente, si es que dejas. Un abrazo.