martes, 5 de junio de 2018

El vértigo de la calle que cae abajo


¿Somos algo más que un recorte en el paisaje? El diablo Cojuelo levantaba los tejados de las casas para enseñarnos lo que había de verdad en aquellos que paseaban por la calle cuando entraban en sus casas. Algo parecido quería hacer Fermín de Pas al mirar la ciudad como una posesión que debía controlar para evitar que el rebaño se le desmandara. Yo no quiero eso: solo mirar el perfil de esta ciudad vieja, comprobar qué queda de aquella que conocí, que paseaba cuando buscaba, ¿qué buscaba yo en aquella ciudad que ya no existe? Quizá más allá, en los altos que la rodean, quién sabe. Nos iremos, por supuesto. Qué más da. Quizá ya estamos alejándonos al mirar las torres, los campanarios, las cúpulas, aquella joven que se asoma a la terraza, el vértigo de la calle que cae abajo, y no lo sabemos.

13 comentarios:

Unknown dijo...

"Quizá ya estamos alejándonos al mirar las torres, los campanarios, las cúpulas, aquella joven que se asoma a la terraza, el vértigo de la calle que cae abajo, y no lo sabemos".

Esta muy desanimado con lo que ve... Quiza ainda se sorpreenda con algo que ya no espera. Quiza!

Emilio Manuel dijo...

Lo del diablo Cojuelo me ha recordando al Mayo Francés que, en lugar de levantar tejados se levantaban adoquines buscando la playa, el rebaño se quiso desmadrar y mira donde están o, mejor dicho, donde estamos todos.

Fackel dijo...

Las vistas desde una altura considerable o aérea siempre me enmudecen y me hacen pequeño, aunque pudiera parecer que aspiramos a lo contrario, a estar por encima del caserío. Pero nos intriga cuanto vemos, primero porque ahí tenemos una ligera idea de lo que habitualmente no está a nuestro alcance, el fascinante mundo de los tejados y las azoteas, y luego porque en todo lo tocante a edificaciones que perviven del pasado nos invitamos a un coloquio misterioso y lúdico con supuestos moradores y situaciones ya extintas. Voy a tener que subir ahí, hace tiempo que no lo hago, aunque no haya cambiado el panorama.

São dijo...

As cidades mudam sempre e nem sempre para melhor ...restam as memórias.

Besos , querido amigo

Pamisola dijo...

Fui una joven que callejeó mucho ese puñado de calles. Hace poco estuve en una ventana parecida a esa, por la altura y por la vista de torres, cúpulas, casas antigüas, y me emocionó por lo conocido y desconocido a la vez. Y pude hacerme la misma pregunta ¿dónde está la ciudad que yo patee hace ya ¡tanto!

Abrazos.

andandos dijo...

Sólo la poesía puede, y no totalmente, dar respuesta a tus preguntas. En cierta manera son preguntas retóricas.

Un abrazo

Myriam dijo...

Menos mal que la que cae es la calle y no tú ;-)

¡Ah!, y se te ve además poeticamente soñador, me gusta.

Besos x2

Myriam dijo...

"aquella ciudad” siempre existe dentro nuestro ¿Verdad?

Abejita de la Vega dijo...

Si en el interior del hombre habita la verdad, en el interior de cada casa también.
Preciosa foto.

María dijo...

Me encantan esas vistas desde lo alto, parece como si la mente volara hasta el cielo y lo tocara.

Besos.

SAU dijo...

mmm creo que cuando emepzamos a er a los demas con mas deteniienbto o de un punto de vista diferente ya sea desde lo alto desde lo lejos o desde donde sea es porque algo anda pasando puertas adentro de uno..
besines pedro :)

Mavi dijo...

Una añoranza...
palabra que le gustaba decir mucho mi padre.
un beso

mojadopapel dijo...

Añoranza de otra época, quizas