jueves, 26 de abril de 2018

La construcción mítica de una nación: El sílex, primera parte de Akúside y noticias de nuestras lecturas.


Akúside se divide en tres partes: El sílex, República y Las memorias de Axiámaco. En su Prólogo aclaratorio, el autor las define: la primera parte recoge veintinueve textos breves que constituyen el libro sagrado de los akusaras, cuyo origen se pierde en la memoria del tiempo. Nutren, por lo tanto, una visión mítica de este pueblo y su historia y deberíamos leerlos como los relatos de los pueblos primitivos, que hablan más de la visión que tienen de sí mismos y su relación con el territorio y los pueblos fronterizos que de la realidad. A la vez son la construcción de una identidad y la base sobre la que debe definirse toda pertenencia a esa patria que es Akúside.

Como todos los relatos de orígenes, contienen en sí mismos la seña de reconocimiento de lo propio y la pretendida legitimidad de destrucción de lo que no se identifica como tal (el enemigo exterior e interior, el relato sagrado como verdad incuestionable que es adoptada como creencia unánime). Por supuesto, dada su clave mítica y sagrada, estos textos necesitan sacerdotes que los interpreten y que decidan quién es buen o mal patriota. En la segunda parte de la novela se pone en evidencia la duda sobre si estos sacerdotes no se los han inventado realmente para justificar las acciones y política del presente.

El lector se encuentra ante unos relatos en los que predomina la violencia, lo poético, la reinterpretación continua y circular del pasado (hasta contradictoria) y la construcción de unos personajes, un territorio y unas leyendas con aire premoderno, es decir, prehistórico y mítico. Debe leerlos como lo hace con los relatos fragmentarios que nos han llegado de los pueblos primitivos o sus falsificaciones modernas. Vallecillo ha declarado que se ha basado en relatos de ese tipo, sobre todo africanos.

Todo nacionalismo ha compuesto estos relatos del pasado para explicar su presente, pero fueron especialmente mistificadores los nacionalismos modernos que surgieron en el siglo XIX. Frente a la construcción de la historia científica y documental que ya predominaba en los círculos académicos, optaron por explicarse desde perspectivas míticas. Muchos de aquellos relatos y leyendas siguen nutriendo, con todas sus consecuencias negativas, el núcleo central de estos nacionalismos en su versión actual. Vallecillo fabula una historia basada en el nacionalismo vasco pero puede ser aplicado a cualquiera de los que existan hoy en día porque una de las bases de cualquier nacionalismo etnicista (sea cual sea su disfraz) es, precisamente, la mistificación de la historia para crear un espíritu colectivo a partir de una amalgama en la que se mezcla lo verdadero y lo falso, la historia y la leyenda, con predominio siempre de un pensamiento mítico, que siempre busca apelar más a las tripas y las emociones de las personas que al cerebro. Y suele tener éxito. En la novela de Vallecillo estos relatos constituyen el punto de partida sobre el que se asienta la justificación de la patria Akúside, un tiempo circular basado en la desmemoria, el victimismo, la violencia y la repetición continua de los mismos actos a la que cualquier pueblo en el que triunfa un pensamiento premoderno se ve abocado:

Los ancestros, los penantes, construyeron un enorme barco de madera y se hicieron a la mar. Vagaron cien años por los océanos hasta que por azar retornaron al mismo cabo desde el que partieron. Al desembarcar, nadie recordó que aquella tierra fuera la misma que antaño abandonaron sus antepasados. Al reino lo llamaron Akúside, y a su mar, mar Alado. Levantaron una ciudad de hierro y lucharon contra sus vecinos del sur. La guerra les hizo fuertes y soberbios y el reino de Akúside sufrió un diluvio que anegó los campos y ahogó la vida. Sus habitantes construyeron una nave de chapas de acero y navegaron cien años a la deriva hasta que una corriente los devolvió a la playa desde la que partieron. Nadie reconoció su antiguo reino.

El ritmo de estos fragmentos es perfecto, ajustado a su pretensión y función dentro de la novela. Y nos deja la sensación extraña de que por muy mítico y premoderno que sea un pensamiento así, en alguna ocasión  hemos sido sus víctimas, a veces, sus seguidores. La textura del relato mítico se hace biografía en nuestros recuerdos y en nuestros temores sobre lo que podemos apreciar en las noticias.


Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino publica un excelente comentario de El sílex, la primera parte de Akúside. En él incluye la intervención del autor en la entrada anterior sobre esta novela de este club de lectura. Una magnífica forma de comenzar su lectura junto a Austri, claro...


Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

5 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Así es, algunas veces hemos víctimas e, incluso seguidores, de de ese pensamiento mítico que tan irracional y antiguo nos parece. Hay quien sigue alimentándolo. Algo queda de la barbarie de los veintinueve cuentos.

Con Akúside, nos ponemos a prueba como lectores, dice mi amiga Austri.

Un abrazo

Luis Antonio dijo...

El nacionalismo catalán aplica con fidelidad estos "principios" que aparecen en la obra comentada. "a partir de una amalgama en la que se mezcla lo verdadero y lo falso, la historia y la leyenda, con predominio siempre de un pensamiento mítico, que siempre busca apelar más a las tripas y las emociones de las personas que al cerebro"

pancho dijo...

Esta novela se lee mejor que se comenta. Si hubiera que comentarla como debiera, saldrían barbaridades que son de poco recibo porque después no hay más remedio que convivir con los aludidos. El autor da mucho del trabajo que solemos hacer ya hecho con ese resumen del principio tan ajustado a la fábula áspera y provocadora, pero en la que quedan retratados los que se creen portadores en exclusiva de las esencias patrias.
Ahí ando, medio atrancado con esta novela. A ver si soy capaz de avanzar y escribo algo.Con el buen tiempo da más pereza ponerse delante del ordenador.
Gracias al autor, Ángel Vallecillo, por la intervención en los comentarios de la entrada anterior, las explicaciones ofrecidas (muy valiosas) y la referencia.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Me han entrado ganas de leerla, pero no me hes fácil conseguirla.
Lo seguiré intentado.

Besos

Ángel Vallecillo dijo...

Pues una vez más, gracias a todos por vuestra paciencia con Akúside y vuestros comentarios.

Con el prologo aclaratorio intentaba facilitar el arranque de la novela. Cuando entras en ella, cuando te das cuenta de las tres pistas de circo en las que transcurre, es más sencilla.

El Sílex, la primera parte, son 29 cuentos breves (los akusaras los llaman Baalas). Son una especie de manuscritos del mar muerto. Su estructura y técnica están basadas en la tradición de las narraciones orales chinas. Esa forma de narrar en modo "había una vez una reina que tenía dos hijos, Aun y Tacab, que se odiaban entre sí. Un día Aun mató a Tacab y dejó su cabeza bajo la almohada de su padre..." Lo utilicé para crear un pasado mítico de Akúside, pero inspirado en tantas y tantas historias que he leído durante estos años sobre el origen divino y mítico de la supuesta raza vasca, defendido por los nacionalistas: pueblo inconquistable, no romanizado, origen de 7.000 años, nietos directos de Noé, idioma prehistórico. Todas las historias de El Sílex están basadas en dos temas: el uso de la violencia como solución, y en el odio radical a sus vecinos de Sur. "Ba sur" (los del sur) los basuras. El nombre no está elegido al azar: es una alusión al menosprecio continuado hacia el resto de españoles.