Es mejor entrar por vez primera en Pedro Páramo sin consultar previamente la mucha y profunda bibliografía que existe sobre esta novela de Juan Rulfo (1917-1986) y acudir a ella con posterioridad para cotejar lo previamente interpretado o pensado. Entrar como lector desprevenido para dejar que te cambie desde la primera línea y te vaya situando en un territorio que se va adensando en su significado párrafo a párrafo.
La voz narradora se muestra seca desde el principio, facilitando los datos de la historia con una secuencia medida que atrapa al lector. En efecto, aún no sabemos quién es ese personaje que busca a su padre y lo acompañamos en su entrada en Comala en el calor más intenso de agosto. Todo parece tan seco como el aire: Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Este hijo que viene a buscar a un padre que no conoce para cumplir la última voluntad de su madre: Exígele lo nuestro...
Desde el principio, desde la primera frase, la novela tiene el aire de una tragedia clásica en la que un héroe tiene una misión que le obliga, un destino dado que le lleva a enfrentarse a grandes trabajos sin quizá garantía de éxito. Y acompañamos a este hombre que busca a su padre y que pronto sabe, por boca de un arriero que lo conduce hasta el pueblo, que Pedro Páramo murió hace muchos años pero ya no hay marcha atrás. Entra en Comala en mitad de ese aire ardiente de agosto.
El narrador busca su propia identidad al buscar a su padre. Y nos hace entrar en un mundo que pronto sabremos que está lleno de muerte y del que quizá ni él ni nosotros podamos volver a salir. Esta es la primera marca de la narración: tanto el narrador como los lectores somos ajenos inicialmente al mundo de Comala. Llegamos desde fuera y observamos todo con extrañeza. Ahora bien, quizá no seamos tan ajenos como pensamos. De hecho, quien nos conduce es hijo de alguien de allí, como el mismo arriero. Su padre ha sido definido con el abandono denunciado por la madre y con la frase que se pronuncia como una sentencia:
- ¿Quién es? -volví a preguntar.
- Un rencor vivo -me contestó él.
Queremos saber más de este Pedro Páramo, que es el padre del arriero y del narrador y de otros muchos, que es el dueño de todo pero está ya muerto. Quizá también tenga algo que ver con nosotros mismos y no nos deje indemnes como lectores. De hecho, la narrativa en español quedará marcada para siempre con lo que se nos propone en esta narración breve y cortante.
La lectura de Pedro Páramo nos llevará hasta el jueves 8 de febrero en estas entradas de los jueves, correspondientes al club de lectura.
La voz narradora se muestra seca desde el principio, facilitando los datos de la historia con una secuencia medida que atrapa al lector. En efecto, aún no sabemos quién es ese personaje que busca a su padre y lo acompañamos en su entrada en Comala en el calor más intenso de agosto. Todo parece tan seco como el aire: Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Este hijo que viene a buscar a un padre que no conoce para cumplir la última voluntad de su madre: Exígele lo nuestro...
Desde el principio, desde la primera frase, la novela tiene el aire de una tragedia clásica en la que un héroe tiene una misión que le obliga, un destino dado que le lleva a enfrentarse a grandes trabajos sin quizá garantía de éxito. Y acompañamos a este hombre que busca a su padre y que pronto sabe, por boca de un arriero que lo conduce hasta el pueblo, que Pedro Páramo murió hace muchos años pero ya no hay marcha atrás. Entra en Comala en mitad de ese aire ardiente de agosto.
El narrador busca su propia identidad al buscar a su padre. Y nos hace entrar en un mundo que pronto sabremos que está lleno de muerte y del que quizá ni él ni nosotros podamos volver a salir. Esta es la primera marca de la narración: tanto el narrador como los lectores somos ajenos inicialmente al mundo de Comala. Llegamos desde fuera y observamos todo con extrañeza. Ahora bien, quizá no seamos tan ajenos como pensamos. De hecho, quien nos conduce es hijo de alguien de allí, como el mismo arriero. Su padre ha sido definido con el abandono denunciado por la madre y con la frase que se pronuncia como una sentencia:
- ¿Quién es? -volví a preguntar.
- Un rencor vivo -me contestó él.
Queremos saber más de este Pedro Páramo, que es el padre del arriero y del narrador y de otros muchos, que es el dueño de todo pero está ya muerto. Quizá también tenga algo que ver con nosotros mismos y no nos deje indemnes como lectores. De hecho, la narrativa en español quedará marcada para siempre con lo que se nos propone en esta narración breve y cortante.
La lectura de Pedro Páramo nos llevará hasta el jueves 8 de febrero en estas entradas de los jueves, correspondientes al club de lectura.
Noticias de nuestras lecturas
Paco Cuesta encuentra la mejor manera de hincar el diente a Pedro Páramo: por derecho, introduciéndonos en las voces narrativas y en el espacio de la novela. No te puedes perder su entrada.
Gelu regresa con fuerza: nada menos que un índice de la obra, el comentario a la entrada y dos útiles enlaces a vídeos relacionados con Pedro Páramo...
Pancho escribe una magnífica entrada introductoria que me ahorra, en gran medida, la mía: allí encontraréis la labor profesional de Rulfo dedicada a la escritura, noticias sobre los títulos de sus obras y una inmejorable explicación de los primeros párrafos. Para no perdérsela.
Gelu regresa con fuerza: nada menos que un índice de la obra, el comentario a la entrada y dos útiles enlaces a vídeos relacionados con Pedro Páramo...
Pancho escribe una magnífica entrada introductoria que me ahorra, en gran medida, la mía: allí encontraréis la labor profesional de Rulfo dedicada a la escritura, noticias sobre los títulos de sus obras y una inmejorable explicación de los primeros párrafos. Para no perdérsela.
En La noche que no paró de llover sigue Luz del Olmo que, en esta entrada, analiza la novela como comunicación de emociones con todo acierto.
Mª Ángeles Merino analiza el personaje de Feli de la novela de Laura Castañón junto a su amiga Austri y llega a unas conclusiones bien acertadas.
Termina Mª Ángeles Merino su crónica del encuentro con Leandro Pérez celebrado el martes 9 de enero en Burgos. Su entrada nos sirve para comprender su faceta de escritor y alguna de las claves de su novela, La sirena de Gibraltar.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.
7 comentarios:
Pedro, estoy contigo. Creo que esta novela ha de leerse, dejándose llevar por los caminos de Comala para así descubrir por si mismo, todo lo que está escrito por el autor y lo que nosotros, como lectores, hayamos entendido. La sorpresa está asegurada.
Es difícil escribir sobre Pedro Páramo sin descubrir sus esencias. Yo lo intentaré, pero tú sí lo has conseguido.
Beso
Pedro Páramo es una religión laica para los creyentes en la literatura. Es una lectura que se amontona cuando la tienes que leer por obligación, con prisas y con vistas a un examen, como el Quijote. Con la diferencia de que la delgadez del libro anima a verle el final, a sabiendas de que dejas detrás mucha comprensión.
Pedro Páramo es la encarnación de la maldad, la peor calamidad que le puede caer a cualquiera que le roce, un rencor vivo sin posibilidad de regeneración que va más allá de la muerte.
Este resumen es una perfecta guía para enfrentarse a la novela sin necesidad de recurrir a la infinidad de estudios sobre ella, a no ser que quieras engrosar, aún más, las filas del rulfismo.
Se agradecen las visiones de todos los compañeros.
Un abrazo.
En esta ocasión llevaba ya la novela leída de antes con ganas de reincidir. En esta segunda lectura, más fácil con ayuda, espero ponerme a nivel.
Un abrazo
Comencé Pedro Páramo con inocencia en una edición sin explicaciones. "Vine a Comala..."Entré con Juan y el arriero, qué mal olían las saponarias, cómo jugaba el agua de la lluvia sobre una hoja de laurel, poesía, fragmentos en primera persona, fragmentos en tercera persona, una tierra pobre y desolada, juguete de Pedro Páramo, "un rencor vivo", padre de tantos, un infierno más abrasador que el mismo infierno, personajes fantasmales...Dante pasó por allí. Hasta que no pude más, solté el libro y me hice con la edición de Cátedra. Y leí ávidamente la explicación del galimatías. Los añicos del espejo roto recomponían el espejo entero. Ahora acabo de leer de un tirón unas cuantas páginas, oigo a Dorotea, ahora el borrico corre ligero. Entré en la novela del escritor más triste del mundo, hay que escucharlo en la entrevista que le hizo Soler Serrano, para televisión española, nunca vi algo así. Casi no escribió más. Le dolía demasiado.
Voy para Comala. Con Austri.
Besos Pedro.
Como lectora desprevenida y completamente virgen me adentré en la lectura y me encantó.
Lo que no sé es que aporte original podría hacer con los ríos de tinta ya escritos...
Besos
¡Qué descripción lapidaria, suscinta y profunda en dos palabras esa de "rencor vivo"!
Comienzo como lector desprevenido, y algo apresurado por esta vida de ahora. En fin.
Un abrazo
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