Puedes decir lo que quieras de la ortiga, incluso mala hierba. Pero allí está siempre, paciente, llamativa, presente. Su sopa tiene propiedades tan apreciadas por todos en cualquier producto exótico y un sabor agradable y fresco. Trampa para inadvertidos pero esbelta, graciosa y persistente. Si te has ortigado alguna vez no la olvidarás y habrás aprendido. La lección de la ortiga.
9 comentarios:
Mira tú que la aprendí. Cuando tuve hepatitis medicamentosa (provocada por mala praxis médica y que estuvo muy cerca de llevarme a la tumba) depuré mi organismo con tė que preparé yo de ortiga durante varios meses, tres por lo menos a un litro diario.
La ortiga tiene excelentes propiedades depuradoras y se utiliza para ello desde muy antiguo. Así que sí, me ortigué literalmente hablando.
Besos
Más que té, me hacia una sopa.
Pero cuidado que pincha.
No vamos a negar que es apreciada por sus propiedades, pero es una planta vulgar, es como esa flor llamada cadáver, Amorphophallus titanum, que tiene una flor muy bonita pero huele a eso, a muerto.
Hola Pedro...que buena propuesta esta. No creo que no haya quien no se haya "ortigado" alguna vez... De pequeña muchas veces paseando en familia y cómo olvidar a mi "nana Lila" quien en más de una ocasión preparó un té en casa.
Un abrazo y como siempre una bella imagen,
Ali
Traes aquí una de mis plantas favoritas. Vinculada, cómo no, a mi infancia. Recorrer caminos en dirección al río durante los veranos del Norte, atravesando matorrales de ortigas de manera concentrada, y eso que los pantalones cortos propiciaban la picadura, digamos, hasta que alguien avezado informó: si te tapas la nariz o retienes la respiración no notas nada cuando roces las ortigas. Y así era, y siempre un desafío. Ignoro por qué no picaban si no respirábamos. ¿Acaso el sistema nervioso se inhibía o con nuestra actitud lo despistábamos?
Una vez, jugando, caí entre las ortigas. Dos niñas vinieron a consolarme. Solo por eso siempre estaré agradecido a las ortigas.
Me caí en un campo de ortigas la víspera de mi primera comunión, mi madre me puso unos calcetines que me llegaban hasta las rodillas, por lo menos.
Un abrazo
La lección de la ortiga. Qué gracia. La naturaleza en este caso da un pinchazo, quizá un sarcasmo, pero es benigno.
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