Dos temas vertebran La noche que no paró de llover: la felicidad y la reconstrucción de la memoria. Ambos se conectan en la novela, como no puede ser de otra manera. Sin conseguir un pacto con la memoria propia y con la memoria social o histórica es imposible la felicidad verdadera, la más auténtica. Ambos temas estaban ya presentes en la primera novela de la autora, Dejar las cosas en sus días. En el fondo, la felicidad primera y básica, aquella que nos suele construir por dentro y que añoramos siempre sucede cuando no hay memoria, es decir, en la infancia. Excepto, claro está, que nuestra infancia no haya sido feliz o no la recordemos como tal. Trataremos el segundo de los temas en la próxima entrada.
Desde que Laia entró en mi vida es como si yo hubiera empezado a hacer un máster en felicidad, escribe Emma en su diario (ese diario tan libre que nunca se logra someter al propósito inicial). De ahí que Emma, más insegura de sí misma de lo que parecía en inicio, vigile tanto el estado anímico de su pareja y cualquier cosa -una frase, un silencio, una reacción no habitual- le haga temer la pérdida de la felicidad conquistada que defiende con tanto temor. Emma se muestra frágil y dependiente, no se atreve a confesar a su madre que mantiene una relación con una mujer. Laia, por su parte, es feliz pero también lleva dentro elementos que pueden terminar con ese estado, incluso sin saberlo, como su sensación de no adaptarse a la vida en Gijón (llueve mucho, el ruido del mar le provoca insomnio, está insegura de su vida profesional).
Valeria Santaclara es diferente. Vive plácidamente instalada en la seguridad de que su vida es la correcta y quien no se ajuste a ella está equivocado. Le ha sucedido siempre, como sabremos a través de la indagación en su memoria que provoca la terapia psicológica con Laia. Al contrario que su hermana Gadea, que vivía permanentemente en la sinceridad de las emociones y era capaz de la felicidad, ella mantiene un simulacro de felicidad que se basa en la ignorancia, el desprecio y la ocultación. Representa a un prototipo de mujer de clase social acomodada que nunca tuvo que esforzarse para comprender el mundo porque se basaba en unas rígidas normas que le servían para delimitarlo, es una persona de orden y se instala siempre en esos principios morales... Por eso mismo el lector irá comprendiendo su insatisfacción interior y la envidia que tenía a su hermana...
Feli, la mujer que limpia las habitaciones en la residencia en la que vive Valeria, es otro ejemplo claro de la temática de la felicidad en la novela. Su nombre completo, Felicidad, se acortó definitivamente el día en el que su infancia feliz fue cortada bruscamente al conocer que su madre había muerto y su padre quedaba en una silla de ruedas para siempre a consecuencia de un accidente de circulación. Y desde entonces no ha vuelto a conocer la verdadera felicidad y por eso se agarra a las pocas circunstancias que se le presentan en la vida y que pueden dársela (el taller literario en la librería de Rafa; la relación que mantiene con Guille).
Diferentes maneras de sentir el tema de la felicidad. ¿Somos capaces de ser felices más allá de nuestros miedos, de nuestra misma memoria? En la vida, nadie consigue salir indemne de las circunstancias dramáticas o del peso de la memoria (propia o colectiva). Quizá, en algún momento, se den las circunstancias para ser feliz. Y entonces se nos suelen despertar todos los temores. Algunos de ellos pueden causar la pérdida de la felicidad misma. Seamos conscientes.
Desde que Laia entró en mi vida es como si yo hubiera empezado a hacer un máster en felicidad, escribe Emma en su diario (ese diario tan libre que nunca se logra someter al propósito inicial). De ahí que Emma, más insegura de sí misma de lo que parecía en inicio, vigile tanto el estado anímico de su pareja y cualquier cosa -una frase, un silencio, una reacción no habitual- le haga temer la pérdida de la felicidad conquistada que defiende con tanto temor. Emma se muestra frágil y dependiente, no se atreve a confesar a su madre que mantiene una relación con una mujer. Laia, por su parte, es feliz pero también lleva dentro elementos que pueden terminar con ese estado, incluso sin saberlo, como su sensación de no adaptarse a la vida en Gijón (llueve mucho, el ruido del mar le provoca insomnio, está insegura de su vida profesional).
Valeria Santaclara es diferente. Vive plácidamente instalada en la seguridad de que su vida es la correcta y quien no se ajuste a ella está equivocado. Le ha sucedido siempre, como sabremos a través de la indagación en su memoria que provoca la terapia psicológica con Laia. Al contrario que su hermana Gadea, que vivía permanentemente en la sinceridad de las emociones y era capaz de la felicidad, ella mantiene un simulacro de felicidad que se basa en la ignorancia, el desprecio y la ocultación. Representa a un prototipo de mujer de clase social acomodada que nunca tuvo que esforzarse para comprender el mundo porque se basaba en unas rígidas normas que le servían para delimitarlo, es una persona de orden y se instala siempre en esos principios morales... Por eso mismo el lector irá comprendiendo su insatisfacción interior y la envidia que tenía a su hermana...
Feli, la mujer que limpia las habitaciones en la residencia en la que vive Valeria, es otro ejemplo claro de la temática de la felicidad en la novela. Su nombre completo, Felicidad, se acortó definitivamente el día en el que su infancia feliz fue cortada bruscamente al conocer que su madre había muerto y su padre quedaba en una silla de ruedas para siempre a consecuencia de un accidente de circulación. Y desde entonces no ha vuelto a conocer la verdadera felicidad y por eso se agarra a las pocas circunstancias que se le presentan en la vida y que pueden dársela (el taller literario en la librería de Rafa; la relación que mantiene con Guille).
Diferentes maneras de sentir el tema de la felicidad. ¿Somos capaces de ser felices más allá de nuestros miedos, de nuestra misma memoria? En la vida, nadie consigue salir indemne de las circunstancias dramáticas o del peso de la memoria (propia o colectiva). Quizá, en algún momento, se den las circunstancias para ser feliz. Y entonces se nos suelen despertar todos los temores. Algunos de ellos pueden causar la pérdida de la felicidad misma. Seamos conscientes.
Noticias de nuestras lecturas
Mª del Carmen Ugarte analiza con precisión la forma en la que se usan los refranes y las frases hechas en la novela de Laura Castañón y cómo sirven para caracterizar personajes, pensamientos y situaciones. No hay que perderse esta excelente aportación de una especialista en el tema.
Pancho analiza con precisión las claves de La noche que no paró de llover y la califica, con acierto pleno, de novela valiente. Lo es, en muchos aspectos. Para no perderse su entrada como forma de introducirse en la novela.
Paco Cuesta interacciona en paréntesis con la autora... y acierta de pleno al definir la novela en palabras hasta reducirla a solo una. No os lo podéis perder.
Pancho analiza con precisión las claves de La noche que no paró de llover y la califica, con acierto pleno, de novela valiente. Lo es, en muchos aspectos. Para no perderse su entrada como forma de introducirse en la novela.
Paco Cuesta interacciona en paréntesis con la autora... y acierta de pleno al definir la novela en palabras hasta reducirla a solo una. No os lo podéis perder.
Encuentro con los escritores Leandro Pérez y Laura Castañón
Leandro Pérez. (Fotografía de Jeosm tomada de la web del autor.) |
Laura Castañón. (Fotografía tomada de la página de la editorial). |
Dos autores muy diferentes nos han ocupado estas últimas semanas. Con el paréntesis del Don Juan Tenorio de José Zorrilla, hemos leído La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez y ahora leemos La noche que no paró de llover de Laura Castañón, dos títulos que abarcan a un público muy amplio y variado. Dialogar con ellos se presenta como una oportunidad de cruzar opiniones sobre la narrativa española contemporánea desde ángulos distintos y escuchar a dos escritores que se han consolidado en la literatura española con sus segunda novela. Una gran oportunidad para los lectores. Un buen regalo de Navidad que se puede completar con el encuentro con los autores y la firma de los libros. Como es costumbre en este club, cuando se celebra un encuentro de este tipo, lo haremos en abierto para todos los interesados. Os esperamos a todos, por supuesto. He de agradecer la generosidad de ambos y las facilidades dadas para programar este acto.
Martes 9 de enero a las 17:00 hs.
Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos.
Entrada libre hasta completar el aforo.
(Los miembros del club de lectura tendrán reservado asiento, por lo que ruego confirmación de asistencia a través del cauce habitual).
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog, aunque en las últimas semanas no haya podido cumplir esta promesa por diferentes cuestiones que espero se vayan remansando en las próximas.
Información sobre el presente curso en el club en este enlace.
4 comentarios:
¡Hola Pedro!
Por supuesto que asistiré a la reunión con los dos escritores, tan diferentes.
En cuanto a "La noche que no paró de llover", mira lo que me dice mi amiga Austri, crea personajes para que te echen broncas:
"Llevas días y días dando vueltas a lo que quieres escribir, tienes por ahí varios borradores. Sé que disfrutaste de la lectura, en verano, y de la relectura, en invierno. Hemos pasado horas comentando, que qué amorosa Enma, con su diario forrado de violetas victorianas, un poco cursi tal vez, algo gordita pero nada que ver con Bridget Jones; que si Laia lee a Spinoza, en verdad que es necesaria la fría razón para escuchar a doña Valeria, a la que verbalizar sus culpas la humanizó y redimió, que solo amó a su sobrina y la perdió, que no conoció el orgasmo, a no ser con el guaje aquel, uy no, una señorita de ciudad, cada uno en su sitio; que Feli, la limpiadora encuentra en la literatura el rastro de la felicidad perdida en un accidente...Sin embargo, ahí estás estancada y tu blog sin entradas."
En la faena estoy, con la ayuda de Austri.
Aprovecho para desearte feliz año 2018.
Besos, Pedro.
Magnífico análisis del mito de la felicidad a través de la lectura de la novela. Desde muchos puntos de vista. Ahí está, pero hay que saber verlo... La felicidad en toda su complejidad, como un retrato de interior de los tuyos, no como el recurso fácil de quien te hace volar por el cielo y tocar la luna en un instante efímero.
Y el formato novedoso del encuentro mensual en forma de diálogo entre dos autores ya con sólida confirmación de valía. Algo de envidia da no ser o vivir en Burgos...
Gracias por este tiempo que dedicas a la entrada de los jueves.
Feliz año.
"...la promesa de un tiempo de olas y besos, de libros compartidos y palabras, de olor a bizcochos en el horno y atardeceres cómplices con el sol ocultándose detrás de la iglesia de San Pedro, de saltar del jueves hasta el sábado, bebiendo juntos café para dos, la vida en buena compañía, fumando un bocadillo a medias, haciendo broma con las cosas serias. Mucho más felices dónde va a parar."
El más completo cuadro de la felicidad, el soñado por Enma. La canción de Paloma San Basilio también ayuda a expresarlo, aunque los bocadillos se fumen.
Voy más que retrasado. Realmente no debería de ser así, ya que la literatura debería ser como las visitas al médico, obligatorias y no fáciles de esquivar. Pero hoy por hoy en mi vida son así. Intentaré ponerme al día. Tampoco es tan importante, ya que en tus entradas y en los comentarios hay un substrato de lo que es la literatura. Bueno, lo intentaré, pero puedo comentar igual, de otras cosas, claro.
Un abrazo
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