Hoy ha helado. Por el valle del Esgueva, río arriba. El campo amaneció blanco y frío, adormecido y nuevo. Salía el sol cuando abandonaba la ciudad, solo. Avivé la marcha para calentar el cuerpo y pensaba, qué pensaba yo, qué pensaba. En Renedo tomé un café para reponerme, leí el periódico. Una larga mesa con cazadores que terminaban una botella de orujo hablaban de sus cosas a voces. De regreso, tiré por el camino de sirga del canal del Duero siguiendo el rumor del agua hasta la cañada de Fuente amarga. Qué pensaba yo, qué pensaba. Me quité los guantes y me calenté las manos y el rostro con el vaho. La ciudad despertaba a este domingo de final de otoño.
5 comentarios:
Hace días que no salgo, jodida lumbalgia, cuanto lo hecho de menos.
Suena a perogrullo pero me parece que es terrible el tiempo que dedicamos a pensar para luego solo recordar lo que hicimos y olvidarnos de lo que pensábamos.
Algo así, muy similar me sucedió ayer domingo...
No lo supe expresar, pero lo caminé.
Gracias por tus palabras, por ese sendero por el que hoy más que mañana hay que seguir labrando, darle simiente, y mañana... vernos crecer.
Besos, mi querido Pedro.
Espero y deseo que en ese tirar por el camino
el narrador haya tirado la tristeza
y toda otra carga inútil
o tóxica.
Besos
En ocasiones ganamos a la ciudad en madrugar.
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