La tapa abierta de un piano invita a las notas musicales a descubrir el mundo, recorrerlo y explicárlo a quien escucha.
El sábado pasado, en el teatro de la Maestranza de Sevilla pude comprobarlo de nuevo. Judith Jáuregui, elegancia pura, se enfrentó a varias sonatas de Beethoven y estudios de György Ligeti y José Luis Greco. Hubo un momento en el que todo se hizo tan hermoso que hasta los silencios se hicieron piel. Después se hizo la luz y los aplausos. Yo tardé unos segundos en regresar de la belleza y darme cuenta de que había que abandonar la sala. Lo anoto aquí, para que no se me olvide.
5 comentarios:
Bonita experiencia, no la pierdas pues.
Besico.
Mavi
Y seguro que te ausentaste de este mundo y de las preocupaciones de los últimos días. Si la belleza rigiera nuestras vidas...
Oigo esa música.
Parece que estoy escuchando la música del piano.
Besos.
Y yo lo leo y te envidio, porque conozco esa experiencia.
Un abrazo
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