Todo bien. Calor. Y unas hormigas chiquitas.Visita fugaz a tierras del sur por motivos de trabajo relacionados con la organización de los actos que conmemoran allí el bicentenario del nacimiento de José Zorrilla. En Ayamonte, los amigos José Luis Rúa y Cinta: abren cada calle como si llevaran las llaves en los bolsillos para nosotros, generosos de sonrisas y palabras. Y el río hacia el mar. Se caen los vencejos adultos de los árboles y quedan en el suelo sin poder moverse, con las alas abiertas, quizá buscan comprender su nueva perspectiva del mundo. Solo los niños que se les acercan, curiosos, podrían explicarles algo. Buen pescado fresco y noche serena en Don Petisco, en Vila Real de Santo António: hay que pasar siempre a Portugal. En Ayamonte, el estudio de Juan Galán está cerrado pero habrás de conocerlo desde aquel perro retratado en el Choco y ahora esa mujer sentada en la puerta. Te sonríe, feliz. Quizá ella sí sabe ya por qué se caen los vencejos de los árboles y las hormigas chicas se adueñan de las casas y de las aceras. Y el río, camino del mar, turquesa y noche.
6 comentarios:
Qué texto tan hermoso. Salud y buena mirada.
Tantos mundos que uno no conoce...
Un abrazo
Algún día llegaré hasta Ayamonte, espero.
¡Qué lindo recibimiento con amigos
abriendo cada calle :-)!
Precioso texto.
Besos
Con esos amigos, el paisaje, la generosidad de una mesa... Todo momento se vuelve fugaz.
Me encantan estas crónicas de lo "normal".
Besos y aplausos.
;)
A los vencejos caídos es necesario ayudarles a levantar el vuelo lanzándoles al aire... las hormigas son muy trabajadoras, lineales, puñeteras, pero alguna misión tendrán ¿no? ... Lo demás que describes un compartir la vida con gente agradable en el disfrute de lo posible... desconozco el sur... pero a través de tus letras proyecto escenas en mi mente...
Abrazo
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