Hacia el final de la novela se hacen más evidentes los conflictos que modificarán la sociedad española y que se hacen visibles en la grieta de la magnífica y oportuna ilustración de la portada, obra de Rafa Vega (el libro entero está muy bien editado, como es norma, por otra parte de Menoscuarto). José Manuel de la Huerga nos los presenta de varias maneras. Por una parte, directamente, sobre todo en las intervenciones de Jacinto Miguel, joven cachorro fascista. Este personaje es algo caricaturesco pero responde correctamente al comportamiento de algunos miembros de la extrema derecha española de aquellos tiempos, que se consideraban guardianes de un mundo que no debía cambiar, el de la dictadura y sus valores morales. Sus ataques verbales a Germán, la acción contra el convento, las pintadas, todo es coherente con lo sucedido en los tiempos en los que se ambienta la novela. También es expresión directa de los cambios las acciones simbólicas de los elementos de izquierdas -Germán y Peter atentando contra el monumento fascista, cofrades del Camino, jóvenes postulantes- o la noticia de la legalización del PCE.
Pero hay otra expresión más sutil de estos cambios. Ambientada la novela en una época de tradiciones, resultará sorprendente conocer que algunas de ellas no tienen mucho tiempo y que otras pueden estar inventándose en el mismo momento. Basta algún cambio por el motivo que sea, seguido por la masa de los habitantes de Barrio de Piedra, para que la tradición se reinvente. No sé si está en el propósito inicial del autor pero hay una lectura del sistema según el cual este puede adaptarse y sobrevivir a la mayoría de los cambios, integrándolos y dotándolos de un significado similar a las tradiciones más antiguas. Muchos de los habitantes de la ciudad estarían dispuestos a jurar que esa nueva tradición existía desde siempre...
El próximo jueves terminamos el comentario de esta novela, abordando uno de los elementos simbólicos sustanciales, la posibilidad o no de la Resurrección en la meseta castellana gracias al amor.
Pero hay otra expresión más sutil de estos cambios. Ambientada la novela en una época de tradiciones, resultará sorprendente conocer que algunas de ellas no tienen mucho tiempo y que otras pueden estar inventándose en el mismo momento. Basta algún cambio por el motivo que sea, seguido por la masa de los habitantes de Barrio de Piedra, para que la tradición se reinvente. No sé si está en el propósito inicial del autor pero hay una lectura del sistema según el cual este puede adaptarse y sobrevivir a la mayoría de los cambios, integrándolos y dotándolos de un significado similar a las tradiciones más antiguas. Muchos de los habitantes de la ciudad estarían dispuestos a jurar que esa nueva tradición existía desde siempre...
El próximo jueves terminamos el comentario de esta novela, abordando uno de los elementos simbólicos sustanciales, la posibilidad o no de la Resurrección en la meseta castellana gracias al amor.
Noticias de nuestras lecturas
La madre de Mª Ángeles Merino vuelve a colaborar con ella en una de nuestras lecturas. Y es una delicia leer el diálogo entre madre e hija. Para no perdérselo.
Myriam Goldenberg presta atención a la presencia del tópico del judío en la novela de José Manuel de la Huerga ambientada, como sabemos, en la semana santa. Es interesante y oportuno el contraste. Una primera entrada como introducción y otra con el análisis de la cuestión en la novela, imprescindible.
Myriam Goldenberg presta atención a la presencia del tópico del judío en la novela de José Manuel de la Huerga ambientada, como sabemos, en la semana santa. Es interesante y oportuno el contraste. Una primera entrada como introducción y otra con el análisis de la cuestión en la novela, imprescindible.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog.
Con esta lectura, que nos ocupará hasta la próxima semana, cerramos el curso actual del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos, por turnos, un autor vivo y otro muerto, títulos escritos siempre en español como lengua original. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.
Con esta lectura, que nos ocupará hasta la próxima semana, cerramos el curso actual del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos, por turnos, un autor vivo y otro muerto, títulos escritos siempre en español como lengua original. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.
4 comentarios:
Los que nos dedicamos a estudiar estas cosas de las tradiciones aprendemos pronto que es necesario ir adaptándolas continuamente. Las que no se adaptan mueren impepinablemente.
Unas formas de poder prepotente que, desgraciadamente, no han desaparecido. Quedan cachorros de aquellos cachorros. Suelen ser muy amigos de viejas tradiciones que, en realidad, no lo son tanto.
Esa comida, la que literariamente vivimos mi madre y yo, es una joya. El lector se solidariza con "la inmersión abisal" de Germán y Peter y, sobre todo, con la "soledad indiferente" de la cocinera. Como me dice José Manuel dela Huerga: los señoritos del poder, los que siguen pensando que España es su cortijo y ni Dios les puede meter mano.
En Pasos en la Piedra hay pasajes memorables. Darían de sí para muchas entradas. Y muchas conversaciones con mi madre.
Un abrazo, Pedro.
¡Mil gracias, Pedro!.
Hay muchos pasajes memorables en la novela, a propósito de lo que aquí dices sobre las tradiciones, el de "tente necio" para los restos que no no tiene desperdicio.
Besos y abrazos.
Bueno, aquí estamos. Echaba de manos poder leer este blog con tranquilidad. Y a sus comentaristas. Dar vueltas por sus blogs, dudar entre comentar o no decir nada, pero leerlos de todas maneras. En fin, este libro que comentáis lo tengo pendiente, espero que ahora lo lea, aunque no debería de ser así. Debería organizarme mejor.
Mis sugerencias para el próximo curso son casi previsibles: algún libro de Azorín (¿Castilla?), o de Luis Landero, o de las literaturas que antes se llamaban, creo, periféricas (Alvaro Cunqueiro, por ejemplo), o de Hispanoamérica (¿Borges?). Como siempre, lo que decidas me parecerá bien.
En cierta manera lo que sucede en este blog es de otro mundo.
Un abrazo
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