Germán Ojeda regresa a su ciudad natal, Barrio de Piedra, en la semana santa de 1977 (en cuyo sábado santo será legalizado el PCE). Su viaje no tiene motivos de añoranza o de reencuentro familiar sino que se trata de un intento de apartarse de los momentos convulsos y peligrosos que se vivían en aquellos meses en el Madrid de la transición hacia la democracia, con altercados continuos provocados por la ultraderecha. Para su familia, muy significada ideológicamente con el régimen franquista (su padre es gobernador civil), Germán estudia la carrera de Derecho en la capital. Sin embargo, Germán simpatiza con el Partido Comunista -aún en la clandestinidad- y ha abandonado los estudios de leyes para comenzar los de cinematografía. Lo acompaña en el viaje un joven aleman, Peter Gesteine, que realiza una tesis doctoral sobre etnografía. Esta extraña pareja es el punto de arranque de Pasos en la piedra, con la que José Manuel de la Huerga ha obtenido el último Premio de la crítica de Castilla y León.
El inicio de la narración resume en gran medida la propuesta que desarrollará la novela. De la Huerga opta por contarnos aquellos momentos que significaron una rápida trasformación de la sociedad española desde una ciudad de provincias que no existe pero es verosímil puesto que reúne en su construcción gran parte de lo que era la España de la transición en cualquier capital castellana de aquellos tiempos. Barrio piedra -de la que se acompaña un plano al inicio del volumen- apareció en su novela anterior, Solitarios y está tan bien diseñada, pensada y habitada que ha conseguido que en ella se reconozcan varias ciudades (Valladolid, Zamora, Toro, Medina de Rioseco, etc.), fácilmente detectables en las reseñas que se han hecho de la novela en medios de comunicación. Barrio de piedra no existe pero muchos de los que tenemos una cierta edad hemos caminado por sus calles y conocido a sus personajes. Dentro de los posibles espacios míticos construidos por relatos de ficción modernos - el condado deYoknapatawpha, Macondo, Castroforte del Baralla, Región, Ciudades de Sombra y Celama, etc.-, de la Huerga apuesta por uno verosímil reconocible en tiempo, espacio y relatos.
Contar la historia de unos días tan convulsos desde una ciudad de provincias en la que parece que nada cambia y que todo ha de repetirse año tras año ("todo igual, como mandan los cánones") rompe una conjunción de espacio y tiempo que parecería fabricada para durar eternamente, como simbolizan las tradiciones que se reúnen en la semana santa castellana. Además, contribuye a matizar una tendencia periodística, histórica y literaria que consiste en narrar los grandes acontecimientos desde la centralidad madrileña. Todo ello está resumido ya en esa extraña pareja de jóvenes que viajan en tren -un tren de los de antes, claro- no solo hacia Barrio de Piedra sino hacia otra época. Tanto la panorámica cinematográfica con la que arranca Germán la historia -con la que intenta mirar desde arriba y desde lejos lo que lleva en realidad muy adentro de él- como la mirada de Peter -que no comprende nada pero experimenta todo lo que supone aquel viaje, desde el radical corte de pelo a poco de pisar las calles de la vieja ciudad-, significa el necesario extrañamiento con el que el narrador nos conduce para introducirnos en una novela llena de personajes y hechos sacados del mejor costumbrismo español, de la novela realista, pero tamizado todo por el lirismo de algunos pasajes y el simbolismo de muchos de los episodios. Este reconocernos en nuestro propio pasado ayuda a comprender qué de aquello se trasformó y qué sigue aún dentro de nosotros y en nuestro entorno, lo que añade una interesante perspectiva lectora.
Disfrutemos durante es mes de junio con la lectura de lo que sucedió en Barrio de Piedra aquellos días de la semana santa en la que se legalizó en España el PCE.
El inicio de la narración resume en gran medida la propuesta que desarrollará la novela. De la Huerga opta por contarnos aquellos momentos que significaron una rápida trasformación de la sociedad española desde una ciudad de provincias que no existe pero es verosímil puesto que reúne en su construcción gran parte de lo que era la España de la transición en cualquier capital castellana de aquellos tiempos. Barrio piedra -de la que se acompaña un plano al inicio del volumen- apareció en su novela anterior, Solitarios y está tan bien diseñada, pensada y habitada que ha conseguido que en ella se reconozcan varias ciudades (Valladolid, Zamora, Toro, Medina de Rioseco, etc.), fácilmente detectables en las reseñas que se han hecho de la novela en medios de comunicación. Barrio de piedra no existe pero muchos de los que tenemos una cierta edad hemos caminado por sus calles y conocido a sus personajes. Dentro de los posibles espacios míticos construidos por relatos de ficción modernos - el condado deYoknapatawpha, Macondo, Castroforte del Baralla, Región, Ciudades de Sombra y Celama, etc.-, de la Huerga apuesta por uno verosímil reconocible en tiempo, espacio y relatos.
Contar la historia de unos días tan convulsos desde una ciudad de provincias en la que parece que nada cambia y que todo ha de repetirse año tras año ("todo igual, como mandan los cánones") rompe una conjunción de espacio y tiempo que parecería fabricada para durar eternamente, como simbolizan las tradiciones que se reúnen en la semana santa castellana. Además, contribuye a matizar una tendencia periodística, histórica y literaria que consiste en narrar los grandes acontecimientos desde la centralidad madrileña. Todo ello está resumido ya en esa extraña pareja de jóvenes que viajan en tren -un tren de los de antes, claro- no solo hacia Barrio de Piedra sino hacia otra época. Tanto la panorámica cinematográfica con la que arranca Germán la historia -con la que intenta mirar desde arriba y desde lejos lo que lleva en realidad muy adentro de él- como la mirada de Peter -que no comprende nada pero experimenta todo lo que supone aquel viaje, desde el radical corte de pelo a poco de pisar las calles de la vieja ciudad-, significa el necesario extrañamiento con el que el narrador nos conduce para introducirnos en una novela llena de personajes y hechos sacados del mejor costumbrismo español, de la novela realista, pero tamizado todo por el lirismo de algunos pasajes y el simbolismo de muchos de los episodios. Este reconocernos en nuestro propio pasado ayuda a comprender qué de aquello se trasformó y qué sigue aún dentro de nosotros y en nuestro entorno, lo que añade una interesante perspectiva lectora.
Disfrutemos durante es mes de junio con la lectura de lo que sucedió en Barrio de Piedra aquellos días de la semana santa en la que se legalizó en España el PCE.
Noticias de nuestras lecturas
Dado que Mª del Carmen Ugarte echa mucho de menos personajes de mujeres en la novela de José Manuel de la Huerga, las busca con candil en la relectura y las encuentra, claro. Quizá el autor haya querido subrayar, precisamente, la sensación de que las "cosas grandes" eran de hombres en aquellos tiempos. Por suerte, vamos cambiando.
Sobre cómo leer esta novela desde su inicio opina y bien Paco Cuesta en esta entrada que concluye con todo acierto en un pájaro.
Mª Ángeles Merino levanta acta minuciosa, interesante y cierta de lo que ocurrió durante la presentación de esta novela en la Feria del libro de Burgos. Eso sí, la acompaña su amiga Austri... que no saludó aquel día.
Sobre cómo leer esta novela desde su inicio opina y bien Paco Cuesta en esta entrada que concluye con todo acierto en un pájaro.
Mª Ángeles Merino levanta acta minuciosa, interesante y cierta de lo que ocurrió durante la presentación de esta novela en la Feria del libro de Burgos. Eso sí, la acompaña su amiga Austri... que no saludó aquel día.
Mª Ángeles Merino nos sigue facilitando el acertadísimo comentario que su hermano Agustín dedica a Brillante, de Luis Ángel Lobato, nuestra lectura del mes de mayo: aquí sobre el fulgor azul del blanco y aquí sobre el alejamiento del azul, con todo lo que ello significa.
Sigue Pancho haciéndonos disfrutar a sorbitos con la lectura de La saga/fuga de J.B. que nos ocupó hace meses. Aquí nos lleva a un delirio lírico y amanecido entre sinestesias y becquerianismos para terminar -no sé cómo, pero ahí están bien puestos- con The Smiths.
Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, terminamos el presente curso del club de lectura, que regresará en septiembre.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos.
Entrada del Club de lectura cada jueves, en este blog.
Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, cerramos el curso del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo curso. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos por turnos un autor vivo y otro muerto. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.
Con esta lectura, que nos ocupará todo el mes de junio, cerramos el curso del Club de lectura. En julio anunciaré los primeros títulos del próximo curso. Admito sugerencias que me podéis hacer llegar a través de comentarios en el Facebook o en esta entrada del blog o por correo electrónico. Recordad que leemos por turnos un autor vivo y otro muerto. Para el próximo curso ya tenemos en cartera: La sirena de Gibraltar de Leandro Pérez, El hombre pez de José Antonio Abella, La noche que no paró de llover de Laura Castañón, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y una selección de novelitas de María de Zayas.
6 comentarios:
Encuentro (o es nostalgia) en Pasos en la piedra paralelismos con El río que nos lleva: Peter y Roy Shannon; la Semana Santa, también presente en Oterón, o la rebelión social (preboste incluido) que se apunta en la "corrida de toros"de Sotondo. Tal vez sea nostalgia por la Novela Social.
Tú y yo tenemos pendiente algo al respecto, que no se me olvida, Paco.
Tú y yo tenemos pendiente algo al respecto, que no se me olvida, Paco.
¡El protagonista es éste! Y José Manuel de la Huerga señalaba al pinzón incompleto que dibujó su hija. ¿No era Germán Ojeda, el hijo del gobernador civil? El escritor nos invitaba a una reflexión en torno a su novela y a nuestra vida misma.
Un libro que nos habla de redención y perdón. ¿Y de fe? ¿Y de una sociedad vieja que se resiste a dar paso a la nueva? ¿Y de amor? ¿De Semana Santa tal vez? ¿De un pájaro solitario y fugaz? ¿De aquello que buscamos y nunca encontraremos?
Austri es buena chica pero algo moruga.
Besos
En cuanto a los comentarios de mi hermano sobre Brillante, sólo puedo decir como Lope de Vega: "quien lo probó, lo sabe".
Besos
Reconozco que a William Faulkner lo tengo en mi lista de pendientes,
pero no se cuando le tocará el turno, con lo alta que es mi pila y lo corta que es esta vida (o lo rápido que pasa), Y con respecto a luis Mateo Diez, no sabía de que existía el pobre, hasta ahora. A García Márquez y a Torrente Ballester, como sabes, sí. Regiones en el mundo hay tantas que no sé a cual te refieres ni quien es el afortunado que la inventó.
Hoy publico mi aporte: la primera parte del primero de los dos temas que elegí sobre esta lectura, "Distintas formas de interpretar el mundo". El segundo tema tratará sobre la figura de Judas (estereotipos y prejuicios en torno a...).
Abrazos
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