Estoy en Béjar. Mañana doy una charla aquí sobre Cómo contar tu propia historia. En el paseo por la sierra, a última hora de la tarde, vi la tierra removida por el hocico de los jabalíes en varios lugares y la regaderas corrían alegres y vocingleras buscando los prados, más abajo. El campo entero olía a tierra, a hierbas aromáticas y a flores. La primavera se ha adentrado hasta en los rincones más escondidos de la sombra. Ahora están en flor las falsas acacias, engalanadas con racimos blancos. Las olí antes de verlas. Cómo contar tu propia historia: de niño, el olor a flor de acacia camino del colegio, pregonado ya el verano, y el sabor de sus flores que me comía a puñados cuando todo podría haber sido distinto o igual, quién sabe. De pronto, el olor de la flor de la acacia y está resumida gran parte de tu propia historia.
8 comentarios:
Una planta puede acompañar toda una vida (al fin y al cabo también se trata de otra vida)
Racimos de la memoria que sirven para ir tirando...
Memoria y olfato, ya que he perdido el segundo a duras penas puedo reconocer las artimñas e ilusiones de la primera.
Conozco ese olor, creo...
A veces me lamento de tener un olfato limitado. Otras, lo agradezco
Lo has resumido, casi sin querer, muy bien: un olor nos devuelve décadas atrás. Yo lo expreso torpemente, pero tú lo entiendes igual.
Un abrazo
Muy Poustsiano te veo y me gusta.
(No tenía idea de que existen falsas acacias)
Besos
Hay veranos que anuncian flores de tormenta...
;)
Pese a todo, nada vale más que el latido de la Primavera.
Besos sin alergias, Pedro.
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