De la dificultad de cargar con un santo subido a la peana
Es difícil convivir con el santo que uno lleva siempre encima cuando se sube a la peana. Los diablos que uno carga suelen ser más cojuelos y zarrapastrosos y no se elevan tanto.
De la peana baja y vuelve a La Aguilera, San Pedro Regalado, allí en los verdes prados, de espigas ya colmados; que en la ciudad las miasmas multiplican sus odores y suben hasta el trono.
14 comentarios:
Como concordo com as tuas palavras, Pedro!
Buenas noches, amigo mio
Muy cierto lo que dices, Pedro.
Besos.
¡Ahí le has dado!
Seguimos paseando por los infiernos...
Besos.
;)
De la peana baja
y vuelve a La Aguilera,
San Pedro Regalado,
allí en los verdes prados,
de espigas ya colmados;
que en la ciudad las miasmas
multiplican sus odores
y suben hasta el trono.
Besos
Muy buena la foto, besos
Cuando nos subimos a una peana, no nos creemos santos, nos creemos dioses.
Al santo se la suelen liar.
Y tal parece que ya está soltando un discurso.
Demasiado calvario...
No podría.
;)
Besos sin penitencias.
Ni amén.
Por eso tienen tantos acólitos. Me refiero a los diablos...
Déjate de milongas, que por la peana se venera al santo.
Entre santos y diablos anda el juego... y,sin duda, tienes razón en lo que dices...
Abrazo
Convivir con las propias incoherencias, algo tan natural.
Un abrazo
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