¿Recuerdas cuando fuimos inmortales
y trazamos las grandes avenidas
con mármol y granito entre los templos,
columnas y palacios?
Cuánta desolación
ahora
que comprendo la vida derrochada,
con la certeza
humana
de la muerte.
© Pedro Ojeda Escudero, 2017
9 comentarios:
Yo no lo recuerdo, puedo leer que tu sí.
Todos los que dejan huella, son inmortales...
Conozco bien la imagen que encabeza tu entrada
Recuerdo que cuando éramos jóvenes nos creíamos inmortales. Todos y yo también.
Un abrazo
Estupendo poema, Pedro, vuelvo y percibo que has solucionado tus problemas digitales y que la Acequia sigue dándonos el agua limpia de tu poesía. Abrazos.
¿Qué es la muerte sino un cambio de estado?
Curiosamente, hay construcciones que perduran a través de los siglos y ni siquiera sabemos como fueron construidas...
Si de soberbia va la cosa: ¡malum signum!
MaGnífico o teu poema.
Belissima a cidade condal, que trago no coração.
Querido Pedro, besos e saúde
Macrolitismo... Megaconstrucción... orgullo... ¿qué queda y qué nos llevamos?
Hermosa manera de contraponer conceptos...
Abrazo.
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