Hay siempre sensación de fin de mundo
en los días de playa.
Sentado, el horizonte es siempre curvo,
un bañista jamás lo alcanza a nado.
Te quedas en la orilla
con tu horizonte dentro,
también inalcanzable,
en un final del mundo
pequeño y cotidiano
que se repite
con la insistencia
monótona
de cada ola.
© Pedro Ojeda Escudero, 2017
5 comentarios:
En la orilla, a escasos milímetros de la playa de las emociones, desbordando latidos y lágrimas.
Me parece bellísima esta entrada, Pedro.
Un placer visitarte.
Besos enormes.
El fin del mundo, el nuestro y el de todos... ¿Cada vez más cerca o cada vez más lejos? Depende de hacia dónde nademos...
Besos
;)
Soñamos un mar a nuestra medida.
Somos el niño de San Agustín.
Sensación de fin de mundo, dices. Y de tristeza difusa, si lo miras de frente y sin haber leído los deseos de felicidad que están en todos los folletos que te encuentras. En fin, a veces me ocurre. Debe ser la edad (la mía).
Un abrazo
Hermoso poema,
sólo por eso, benditos sean los días de playa.
Besos
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