Qué bien sienta un octosílabo. Regreso a él cuando me siento cargado de tristeza o llevo un tiempo excesivo o cuando me paseo por el panorama poético actual en España, tan lleno de impostura, falto de ritmo y cargado de lugares comunes banales revestidos de trascendencia o de compraventa de emociones fáciles y tópicos ideologógicos mal digeridos. Apropiación de lo que otros han dicho mejor. Poemas sin ritmo alguno, poetas que tiene miedo al poema y llenan sus textos de ecos de ecos en busca del aplauso fácil. Se camina por los senderos de la poesía contemporánea y se vuelve lleno de polvo de obra a casa: un polvo gris e inútil, que no aporta ni la sustancia mínima sobre la que nazca nada. Menos mal que algunos te salvan, un puñado apenas.
Llevamos el octosílabo dentro. Los expertos en fonética y métrica demostraron hace tiempo que es el ritmo del hablante español medio, que suele hacer una pausa cada ocho sílabas. Por eso ha sido el verso en el que mejor se ha expresado siempre la poesía popular española. Salir de él es obligación de todo poeta para buscar nuevas fronteras, dominar el ritmo que no es propio hasta hacerlo natural y fácil. Pero volver a él también es obligación de todo poeta que se precie de verdad para refrescar la tendencia al engolamiento y lo sublime, la falta de verdad en el sentimiento y en la ideología, lo impostado. Aquí algunos buscan la postal romántica con exceso y otros la emisión de consignas en las que descubren lo que ya ha sido descubierto. En la España poética de hoy lo ñoño o lo soez acabarán matándonos sin crear nada perdurable. Es tan necesario huir del octosílabo como regresar a él en un ir y venir que te pula como poeta.
Y ahí está el octosílabo, esperando siempre para que volvamos de vez en cuando como esa ducha que nos limpia y nos refresca, nos hace humildes y nos acerca a las fuentes básicas de nuestra poesía. Y se encuentra uno mejor después de entrar en él, de la misma manera que nos sentimos al ponernos una camisa recién planchada después de la ducha reparadora que te ayuda a desprenderte de tantas cosas que no necesitabas.
6 comentarios:
Tiroríro tiroríro
tiroríro tirorá.
Lo más natural, lo nuestro.
Una antología de romances viejos sería una gran lectura. Te doy una idea.
Feliz mañana de domingo.
Precisamente en estos días he estado yo profundizando en el ritmo de los octosílabos y sus sílabas acentuadas.
Me sumo a lo de la lectura de romances.
Bueno, tendré que estudiar un poco para saber más de lo que hablas. Ya me gusta hacerlo.
Un abrazo
A mí me gustan todos los -sílabos... aunque soy más, sobre todo cuando mal escribo mis pensamientos, de anarcosílabos... aunque es cierto lo que dices, suelo pensar en siete u ocho...
Abrazo
Cuando me duche, que a diario,
-parece que hay mucho polvo que desprender-
pensaré en octosílabos.
Besos muchos y abrázote
Ay de los "Romances"... piedras angulares de la poesía.
;)
Besos, Pedro.
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