sábado, 7 de enero de 2017
Todos los ríos buscan siempre el mar
Todos los ríos buscan siempre el mar
con la tenacidad de los ahogados
que llevan en sus aguas. Los he visto
arracimados, junto al puente viejo,
enredándose a veces en los juncos,
antes de la pesquera y los cimientos
del antiguo molino. Me acerqué
a acariciar sus rostros en la hora
a la que se remansa la jornada,
y se enfría la tarde. Los conté,
uno a uno, durante largos días,
para anotar sus nombres y su oficio,
la historia de sus vidas, levantar
acta formal del peso de la piedra
atada a los tobillos
unos minutos antes de arrojarlos
al río, desde el puente.
© Pedro Ojeda Escudero, 2017
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8 comentarios:
No siempre van al mar, aunque estos son los menos.
Me quedé con el alma encogida al leer este bello poema. Casi me vi reflejada en ese río con la piedra atada a mis pies. Estoy deseando que el libro vea la luz para tenerlo ya en mis manos.
Un fuerte abrazo Pedro.
Todos, en esas aguas y en cualquier momento, allí nos sumiremos.
Un abrazo
Uy.
El río que nos lleva...
No sé si es cosa de los de tierra adentro, que nos atraen más los ríos que el cielo, siempre tan en disputa por el orden de la climatología. El río es un poderoso símbolo para los pobladores del interior. A veces me pregunto de modo infantil: ¿Habría mares si no existieran ríos? Tu poema está cargado de río-hombres. Gracias por él.
Ese lirismo tan hermanado a los ríos entreverado de imágenes terribles es sumamente sugerente. Un poema excelente.
El peso de la piedra del ahogado, misterio menor del fondo del río.
Bellísima y crudamente expresado
uno de los peores márgenes del ser humano
de los que no podemos voltear la mirada
para otro lado. Tu poema
nos lo recuerda: en el silencio
somos cómplices.
Besos
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