La caída de un canario desde un balcón propicia la entrada de Augusto en casa de los tíos de Eugenia. Esta situación, en todo cómica, lleva al disparatado Augusto al seno de una familia no menos disparatada: un anarquista místico y teórico, una interesada tía que pone el dinero por encima de todo y una joven que odia su oficio y no quiere más que casarse con otro pretendiente tan vago como el propio Augusto pero sin su fortuna económica. Todo queda propuesto como tema para un vodevil, una novela barata sentimental o un enredo cómico que busca el mero entretenimiento. Todo es exageradamente disparatado, una caricatura de sociedad que, sorprendentemente -como toda buena caricatura- se parece demasiado a la realidad. La sonrisa que nos provoca la situación esconde también una cierta inquietud al ver nuestro mundo tan bien retratado.
En el prólogo de la obra, Unamuno (por boca de su personaje Víctor Goti) propone toda una teoría sobre el humorismo. Lo distingue de la sátira y de la ironía. No es un humorista Quevedo, por ejemplo, satírico que se decanta siempre por el sermón: "Como humorista no hemos tenido más que a Cervantes". Los españoles quieren "reírse, pero es para hacer mejor la digestión y para distraer las penas, no para devolver los que indebidamente se hubiesen tragado y que puede indigestaárseles, ni mucho menos para digerir las penas". Una de las cosas que descoloca al lector actual y pretendidamente informado es que no espera de Unamuno una novela de este tipo, sino seria, filosófica y hasta aburrida, si se me apura.
Al contrario, Niebla es una obra divertida, llena de humor y situaciones entretenidas que nacen del mismo carácter de los personajes. A pesar del simbolismo que subyace, lo que ocurre es reconocible por cualquiera. El autor se coloca desde el primer momento -desde el mismo prólogo- en la línea del humor más certero, el que se usa para hablar en serio de las cosas más serias de la vida. A partir de una consciente parodia de las novelas populares del momento trabaja los personajes y las situaciones desde el humor. Incluso la misma técnica metaliteraria de la novela. Pero no para una banalidad. Tras la sonrisa se esconde una crítica a las personalidades pusilánimes y la falta de voluntad de la sociedad española, pero también una honda reflexión sobre la propia existencia del ser humano y el libre albedrío. Pero lo que primero nos llama la atención es eso mismo, el humor con el que se construye la historia. La carga de profundidad viene después.
Pues eso, no hay nada más serio que el humor bien hecho.
Durante el mes de noviembre cumplimos con una deuda. Varios lectores me habían solicitado reiteradamente la inclusión de alguna de las obras de Unamuno en el listado anual. Y allá va Niebla, una de las más inquietantes. Me será interesante releerla con todos vosotros para comprobar su impacto actual. Hay suficientes buenas ediciones en el mercado. Os aconsejo alguna con notas aclaratorias y prólogo. También la tenéis disponible gratis en internet.
Noticias de nuestras lecturas
Luz del Olmo escribe sobre Augusto y propone, de forma inteligente, un camino lector que lleve de Unamuno a Borges... Me apunto la sugerencia para el próximo curso.
Aprovechando que Unamuno es Salamanca, Mª del Carmen Ugarte nos deriva la lectura de Niebla para poponernos la de Pensión Salamanca de Susana Martín Gijón. Y el juego de dispersión resulta acertado, claro...
Mª Ángeles Merino sigue comentando la novela con su amiga Austri, con la que mantiene un diálogo muy apropiado para la ficción y la autoridad del creador, aparte, claro de anotar las acciones de Augusto.
Hasta el capítulo X de la narración nos lleva Gelu para subrayar en su comentario el carácter inmaduro del personaje.
Desde el inicio con Augusto en construcción hasta el final, con No me pises que llevo chanclas, el comentario de esta fase inicial de la novela por Pancho es pura delicia para no perderse.
Aprovechando que Unamuno es Salamanca, Mª del Carmen Ugarte nos deriva la lectura de Niebla para poponernos la de Pensión Salamanca de Susana Martín Gijón. Y el juego de dispersión resulta acertado, claro...
Mª Ángeles Merino sigue comentando la novela con su amiga Austri, con la que mantiene un diálogo muy apropiado para la ficción y la autoridad del creador, aparte, claro de anotar las acciones de Augusto.
Hasta el capítulo X de la narración nos lleva Gelu para subrayar en su comentario el carácter inmaduro del personaje.
Desde el inicio con Augusto en construcción hasta el final, con No me pises que llevo chanclas, el comentario de esta fase inicial de la novela por Pancho es pura delicia para no perderse.
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace.
5 comentarios:
Justamente, una de las cosas que más me gustaron de esta novela-nivola (menos mal que no es con B, que porque non NiBola, no daríamos pie con bola) es el humor que destila.
Besos
El autor nos presenta a un protagonista que no hace nada para ganarse la vida, pero ¡ay amigo! llegó el perro y se acabó la vida ociosa. Se dedicó en cuerpo y alma a sacarlo "palante", a biberón y esponja para que no se atragantara. Mucho parece que sabía don Miguel de perros. Nunca había oído eso de la esponja.
Y después la imagen de una jaula despeñándose con pájaro dentro. Pájaro desgraciado. Da qué pensar, porque si uno de nosotros se cae dentro de un cajón o algo parecido el coscorrón es mayúsculo, ¿qué le pasará al pájaro que vuela? Por lo visto, nada le pasó al canario, por lo tanto es bueno aprender a volar.
Aparece la semejanza con el halcón de Calixto (noble ocioso también) que se le escapa y tiene que ir a buscarlo al huerto de Melibea. Allí se enamora de ella. Después también con el final trágico de ambas obras.
Mucha categoría hay en esta reflexión sobre el humorismo en Niebla.
Un abrazo.
En Niebla, Unamuno monta un genial tinglado filosófico y literario en torno a una historia de folletín o, si lo rebajamos más, a una conversación de cotillas desocupados: El pobre muchacho sę enamora de una lagarta que le saca hasta los ojos, le paga la hipoteca y luego pies para qué os quiero. Desaparece con otro hombre y el muchacho va y se suicida.
Unamuno sonríe, no sabéis lo que puede dar de si algo tan vulgar.
Tras un pájaro iba Calixto y encontró a Melibea en el huerto
Por un pájaro entra Augusto en la casa de Eugenia. Otra bromita de Unamuno.
Seguiré con mi ente de ficción particular y espero que no se rebele.
Un abrazo Pedro
te veré
Cierto, no esperas una novela así de Unamuno, y al principio andas un poco descolocado. Hay que acostumbrarse a su sentido del humor, aunque esto me suele ocurrir casi siempre. Me parece que escribe bien, y me estoy interesando también por su vida, de la que solo tenía informaciones escasas. Me está gustando.
Un abrazo
Publicar un comentario