- Tenemos mala fama, amigo.
- ¿Por burros, tozudos, desobedientes?
- No, no. Por tener personalidad propia, que en otros tiempos era signo de distinción y libertad y en los que corren de desamparo. Aquí, quien no pertenece a un rebaño no recibe los premios del obediente. Ni como escritor ni como político, ni como propietario en una comunidad de vecinos, cosas bien distantes todas entre sí. Ahora, incluso los escritores antaño malditos, solitarios y marginales van en manadas y cualquiera les tose; los políticos se reúnen en familias hasta para ir al baño; los vecinos forman grupos de presión para arreglar un portal. Hay quien se queda afónico gritando su condición de diferente para que le sigan decenas de miles. Una de las mayores señas de identidad del disidente del sistema es vender más camisetas que nadie con su rostro, dicen que al margen del circuito comercial establecido. Tiempos extraños estos en los que el que se dice disidente del sistema es paseado por las televisiones en los programas de máxima audiencia, aclamado por las masas y elevado a las más altas responsabilidades.
6 comentarios:
Esta pareja de burros son más listos de lo que parece, saben leer la actualidad. Están ya bien desasnados. Se parecen a Berganza y Cipión.
¡¡Que cosas dices!!.
Tiempos contradictorios, la personalidad propia para ser considerada auténtica, debe ser remunerada con la consideración ajena.
Un burro muy listo.
El márketing del pensamiento.
Sin pararse a pensar...
Es lo que hay.
Besos, Pedro.
Hay que ver lo que da de sí un burro :-)
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