No es que te expulsen de la historia, es que te han desterrado de tu propia vida. Vas al trabajo -a ganar el jornal en el que consiste la cadena-, haces lo que tienes que hacer a lo largo del día, comes en el bar de la esquina, regresas a casa, das un beso a los tuyos -o te pones el pijama y enciendes la televisión-, te lavas desordenadamente los dientes, te acuestas. Con tus cosas, te sabes un buen ciudadano: cumples las leyes salvo alguna tozuda costumbre de pícaro, pagas tus impuestos, has comprado tu casa que aún es del banco. Y antes de apagar la luz sientes la intemperie. Como un boquete enorme en el estómago. En realidad, tu vida es un descampado.
9 comentarios:
Estamos en la cueva de Atapuerca y sentimos rondar al tigre de los dientes de sable.
Mas que un descampado es un enorme agujero.
Saludos
No todo en el monte es orégano...
Y más de una vez, me he sentido a la intemperie.
Pero siempre llegan algunas mariposas al estómago, para decirnos que no, que no era hambre, sino un nuevo bosque en el que despertarse para volver a hacer y rehacer.
Un beso, hoy grande, Pedro.
Tal vez lo bueno no siempre es lo normal, aunque así lo consideremos. La seguridad, el orden, el equilibrio...esos totems que esconden sus tabús...
T lo peor es que te enteras tan tarde que ya no tienes fuerzas para tapar los boquetes de tu endeble construcción.
Pues sí, aunque nos creamos a salvo, el viento sopla fuera con fuerza y puede pasar cualquier cosa.
Besos
Cada segundo estamos a un chasquido de dedos de esa intemperie... somos Hámsters dando vueltas en una rueda dentro de una jaula... creo.
Abrazo
Sí, nuestras vidas pueden ser una simulación, comparadas con las vidas que leemos en los libros. Entiendo a Don Quijote. Y tú también, y otros.
Un abrazo
Bello texto, con un final tan real como impactante.
Besos
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