Hoy es uno de esos días en los que uno llega a casa sin ganas de nada. No por una razón especial. Todo ha ido bien. Tocaba Machado y hemos analizado varios poemas suyos en una mañana luminosa porque mis alumnos me esperaban con las sillas fuera de clase para no darme opción a decirles que no y se han quedado con nosotros durante un tiempo estudiantes correspondientes a otros cursos y a nuestro lado trabajaban unos electricistas y los jardineros. Y hacía buen tiempo y durante unos segundos me callé y dejé que el sol me diera en el rostro con los ojos cerrados, aunque ya es necesaria la lluvia. Que caiga la lluvia lenta del otoño.
Nunca comprenderé la insistencia de tantos que afirman que la poesía no debe analizarse sino sentirse. A veces pienso que es porque muchos versos no resisten un análisis medianamente serio. A un poeta local que, además, es músico, le hice una demostración práctica tras escucharle que todos podemos ser poetas de la misma manera y que nadie debe valorar la poesía y que él era tan poeta como el mejor. Cogí su guitarra y toqué unos compases desafinados -no sé hacerlo de otra manera, todo sea dicho-. Se llevó las manos a la cabeza y me dijo que yo no sabía tocar. Más o menos como tú escribir poesía, pensé, aunque no se lo dije. Según su argumentación, él no era nadie para decirme que yo no sabía tocar la guitarra y que no podía hacer música. Nunca entenderé que alguien se dedique a escribir y publicar sin informarse previamente, sin estudiar ni leer lo suficiente, sin saber nada de la hilazón que nos ha traído hasta aquí y de los juegos intertextuales que contiene y, sobre todo, para hacer algo medianamente original y propio. Así está el mundo de la literatura española, por otra parte. Lo mismo debería ocurrir con el lector, que debería formarse para evitar que le den gato por liebre, copias malas de los buenos autores o copias malas de malos autores y un tipo de literatura facilona, emocional y sin ningún rasgo de estilo. Pero cada uno que haga lo que quiera con su vida y su tiempo, que bastante tiene uno con la propia, que tampoco soy gruñón ni ceñudo en estas cosas.
Pues eso, que después de analizar cómo Machado gira definitivametne la poesía española con la ampliación de su edición de Campos de Castilla incluida en las Poesías completas de 1917 y cómo lo hace con la introducción de un nuevo concepto de lo autobiográfico uno se queda colgado de unos versos, por ejemplo, Mira el Moncayo azul y blanco; dame / tu mano y paseemos. Y sabe que detrás está la Égloga I de Garcilaso y paladea este reto de Machado porque comprende que don Antonio ha conseguido ganarle por la mano al toledano (cosa nada fácil) al hacer tan real el acto de caminar de la mano de la mujer fallecida, tan cotidiano, tan físico y natural... y tan sencillo. Porque don Antonio, que era bonachón y del que cuenta la leyenda que jamás suspendió a un alumno, estudiaba poesía y sabía lo que se traía entre manos.
Y uno llega a casa y este día no encuentra paisaje y aunque todo ha salido bien, arrastra la sensación de que algo le pasa por dentro. Quizá sea la necesidad de que llueva. O quizá sea otra cosa.
16 comentarios:
Me gustan tus reflexiones y las hago un poco mías.
Don Antonio, era mucho don Antonio, de eso nadie duda.
Me siguen dando envidia esas clases al aire libre.
Y sí, hay mucho fraude literario por ahí suelto...
Besos y tranquilo, profe, que la lluvia suave de otoño no tardará en llegar.
;)
Qué envidia de clases.
Saludos.
Buenas noches, profesor Ojeda:
Después de un día de trabajo, el conocedor que vive la poesía, “cuando a veces no encuentra paisaje”, recuerda a D. Antonio con “Mira el Moncayo azul y blanco; dame / tu mano y paseemos”-,
y consigue presencia interiorizando los versos de Garcilaso:
… “la sombra se veía
venir corriendo apriesa
ya por la falda espesa”
Un abrazo
P.D.: ¡Qué gracia! “…que tampoco soy gruñón ni ceñudo en estas cosas.”
:)))
Pese a que no soy lector de poesía siempre he tenido en mi biblioteca, y ahora en mi libro electrónico, dos poetas que me producen "mono", de vez en cuando tengo que leer algo de ellos, son Federico García Lorca y Antonio Machado, su poesía me llega y me hace levitar, ahora bien, recuerdo hace años que tuvimos que analizar el poema de Federico "El romance de la luna luna", y ese primer análisis, luego vinieron otros, me llegaron a agobiar y a ver con otros ojos a los poetas, el contenido de aquellos poemas del Romancero Gitano, considerados por muchos como folclóricos, no veían en ellos un trasfondo trágico; desde luego, ahora miro los poemas de Federico y los de Machado de forma diferente,me siguen llegando al alma y ahora se que que esos poemas dicen mucho más de lo que sus versos en un principio me cuentan.
Saludos
Siempre aprendiendo con el maestro.
Un abrazo
Bueno, tocar la guitarra o cualquier otro instrumento requiere una coordinación física y mental, auditiva y visual, que no requiere escribir poesía. Quizás la comparación más exacta sería con componer música. En cualquier caso se entiende lo que quieres decir.
Yo creo que, por lo que cuentas, lo que falta es FORMACIÓN, entendida a la manera de siempre. No saber un poco, más o menos, de esto o de lo otro, sino saber mucho de esto, en este caso poesía. La ignorancia es muy atrevida, el pensar que somos los primeros (adanismo, creo que se llama esto) es síntoma de falta de formación. Digo formación y no cultura en sentido amplio o general.
Por otra parte me gustaría, si lo conoces, que me recomendaras algún libro o libros para un público general, no especializado, que sirva para comenzar a entender y leer con más criterio poesía. En música existen los libros ya clásicos, como el de Aarond Copland (¿Cómo escuchar la música?), o el de Fernando Palacios ("Escuchar"), más actual y con un lenguaje y actitud también más acordes con el tiempo que vivimos, y que no requiere una "formación musical" al uso.
Gracias de todos modos y un abrazo
Subscrevo totalmente tua reflexão , pois também acho que só talento não basta : tem que ase trabalhar e estudar.
Bom resto de semana, amigo mio
La poesía no se analiza, simplemente se disfruta de ella
CORDOBA: No analizar, no conocer, nos priva de una parte fundamental del placer que nos trasmite una obra. Limitarse a sentirla o disfrutarla sin analizarla es degustarla en una parte menor, que a mí se me queda escasa. Comprendo que a muchos les baste, pero yo soy de los que quiero saber por qué me gusta una obra de arte o por qué no me gusta, apreciar la destreza del autor y disfrutar del placer estético y no solo del emocional o argumental. No analizar, no conocer, no estudiar el arte, nos hace fáciles víctimas de intenciones comerciales (es muy fácil escribir y vender emociones universales), supercherías (nos venden como novedades cosas que no lo son, nos venden plagios como si fueran originales e imitaciones de imitaciones de poetas), falsedades y manipulaciones emocionales o ideológicas. El lector que se conforma con sentir la obra se priva de disfrutarla en su plenitud y se amputa su capacidad de disfrute en buena medida. Yo prefiero disfrutar la obra de arte en su totalidad y no solo una parte de ella, pero respeto a aquellos que no quieran conocer y analizar como respeto a aquellos que no quieren aprender gramática, ortografía o matemáticas. Me entristece que se priven del pleno placer de una obra artística y se pongan alerta ante lo comercial y manipulador, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera, claro. Yo seguiré analizando y gozando de todo el conjunto. Por ejemplo, saber por qué Machado, en los versos citados, dice lo que dice y se mide con nada menos que Garcilaso y cómo lo hace. Me hace crecer por dentro y hace crecer también la figura de los grandes artistas como él. Eso produce más placer, más intenso, más disfrute que quedarse solo con la emoción. Y no pienso perdérmelo, por supuesto.
Me gusta mucho que digas esto porque a mí me han dicen que analizo demasiado, que hay que sentir y ya está. Pues a mí me acabas de dar, con tu explicación, un plus para disfrutar a Garcilaso y a Machado en sus respectivos poemas. Sentimiento enriquecido por el saber. Me siento con tus alumnos.
La total satisfacción no sé si existe...
Un abrazo
Gracias por haber dicho, y (aunque sea por lo bajini...) lo que muchos pensamos, y ya nos da igual, que nos escuchen o no. Como ya hace mucho que dejamos de enojarnos...
La vida seguirá...
No cambiaremos la poesía.
Ni los análisis tan necesarios.
Es más, hasta nuestros "amigos" o quienes pensábamos pensaban como nosotros, nos tacharán y repudiarán.
Actualmente el debate en todos los sentidos es:
corazón o corazón?
Sólo que Pascal... y su "el corazón tiene/alberga razones que la razón no entiende"...
Ya fue.
Y muchos somos y estamos en debatirlo frente al mal uso que cualquiera hace de él.
Besos, Pedro.
:(
Para mí el ideal de la poesía, como el de una canción, es que el lector la repita una y otra vez hasta aprenderla. Luego, una vez asimilada, ya tendrá tiempo de analizarla y darle vueltas hasta comprenderla si quiere.
Otra cosa es escribirla, eso ya es más serio e imposible para la mayoría de los mortales. Como no lleve encima la lectura atenta de todo lo que caiga en sus manos, enseguida se nota, para mal, claro.
Seguro que alguno hubo saliera de la clase convencido de la conveniencia de leer a los clásicos y mirar cómo están hechos los versos.
Totalmente de acuerdo contigo, Pedro. Y no sólo la poesía sino cualquier obra artística. Quiero recalcar que cuando nos quedamos sólo con la emoción y pasamos del contenido ideológico, nos dejamos manipular. Un ejemplo muy claro por lo evidente: las hermosas películas cinematográficas de Leni Riefensthal ( hermosas desde el punto de vista de la estética) pero que promovían la Ideología de la supremacía de la raza aria del Tercer Reich.
La poesía se siente, se vive, emociona, perturba. Tratar de explicarla es una dura tarea. Por eso, después de los poetas, admiro mucho a los profesores de literatura.
Detrás de un buen verso, siempre existe una verdad profunda que merece ser analizada, exprimida.
Bueno, es lo que pienso en mi tarde espesa.
Supongo que la poesía tiene múltiples dimensiones que pueden ser percibidad desde el sentimiento y mejor percibidas desde la técnica.
Debo confesar que me resulta difícil opinar al respecto, porque para saber qué siente un "técnico de las letras" al leer cualquier texto (poesía o prosa) es preciso tener la misma preparación técnica para poder pornerse en su lugar y analizar lo mismo desde la empatía... y yo no tengo esa preparación técnica...
No sé decir si cuando leo poesía, que me gusta mucho, la siento, la analizo a la luz de mi pobre preparación poética, o la siento y la analizo según el día que tenga...
Supongo que los técnicos la leen según los ritmos técnicos que exige la ortodoxia; y yo, que no tengo ni pueñetera idea de tales ritmos, y me invade la pereza a la hora de darles vueltas, pues leo según el día que tenga...
Lo que sí te digo es que a mí me gusta leer textos como este tuyo, donde se razonan las cosas, y donde se tiene como objetivo darle calidad a la creación literaria... pero Pedro, ¡por favor!, entiende que a algunos niños como yo, nos gusta jugar, de vez en cuando, con barro, mezclando las letras del alfabeto, con el afán de expresar lo que sentimos dentro y que no nos queme el corazón... y algún día, jugando con las palabras, tal vez lleguemos a aprender a hacer un buen soneto a golpe de "Violante"...
Abrazo
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