En la época romántica se produce una revisión completa de la historia. En España este revisionismo lo ocupa todo: todas las épocas históricas y ámbitos. Era necesario. Las alteraciones ocurridas en el siglo XVIII que llevan a la aparición del liberalismo, los episodios revolucionarios (el más importante, pero no el único, la Revolución Francesa), la caída del Antiguo Régimen, etc., habían trasformado en muy pocas décadas no solo el panorama político europeo sino también y sobre todo, la forma de entender el mundo y la manera de explicar el pasado para comprender el presente y lanzar una propuesta de proyecto histórico diferente de la que predominaba hasta ese momento. Hay cambios sustanciales en todos los espacios conceptuales pero el más significativo es que la historia y el individuo ya no necesitaba explicarse por la intervención de Dios. Intervenían ahora en exclusiva las pasiones humanas y el conflicto entre la sociedad y el individuo exento de teología.
Desde el principio, esta nueva forma de entender el mundo y explicar el pasado se traslada a la literatura. Contribuye mucho el nuevo concepto de Nación. Si la manera de entenderse como nación o país o comunidad era diferente, había que explicar todo lo ocurrido en el pasado también de manera diferente. Los nacionalismos exigían comprender las leyendas y los pasajes más importantes de la historia de otra forma. Incluso inventando el pasado o forzando su interpretación -es condición innata de cualquier nacionalismo-. Y los escritores -muchos de ellos también hombres públicos dedicados a la política o la prensa- se pusieron a la tarea. De ahí el auge de la literatura histórica. De hecho, en gran medida, el romanticismo es un movimiento historicista tanto como lo es de retrato de costumbres contemporáneas para estudiar el proceso de cambio que se estaba llevando a cabo.
Novelas, dramas, poesía narrativa, artes plásticas, ópera, etc. Todo se vio inundado de obras de contenido histórico. Los europeos necesitaban comprenderse de acuerdo a las nuevas ideas que habían trasformado el mundo. Porque esta es otra de las características de su literatura histórica: se iba al pasado para comprender el presente, no para entender el pasado en sí mismo. Aunque hay cierta tendencia a la reconstrucción arqueológia de una época, siempre se busca manifestar en ella las pulsiones, los deseos y las ideas nuevas. Cuando los escritores españoles viajan a la Edad Media buscan en ella identificar la España nueva y a los españoles del siglo XIX. Este anacronismo de partida era necesario. No debe expulsarnos de estas obras porque debemos ser muy conscientes siempre de que cuando hablan de un conflicto histórico o personal en el siglo XV, por ejemplo, están hablando de ellos mismos. Casi una condición de su manera de entender la literatura histórica.
Lo veremos en esta obra de Larra a lo largo de este mes de junio.
Desde el principio, esta nueva forma de entender el mundo y explicar el pasado se traslada a la literatura. Contribuye mucho el nuevo concepto de Nación. Si la manera de entenderse como nación o país o comunidad era diferente, había que explicar todo lo ocurrido en el pasado también de manera diferente. Los nacionalismos exigían comprender las leyendas y los pasajes más importantes de la historia de otra forma. Incluso inventando el pasado o forzando su interpretación -es condición innata de cualquier nacionalismo-. Y los escritores -muchos de ellos también hombres públicos dedicados a la política o la prensa- se pusieron a la tarea. De ahí el auge de la literatura histórica. De hecho, en gran medida, el romanticismo es un movimiento historicista tanto como lo es de retrato de costumbres contemporáneas para estudiar el proceso de cambio que se estaba llevando a cabo.
Novelas, dramas, poesía narrativa, artes plásticas, ópera, etc. Todo se vio inundado de obras de contenido histórico. Los europeos necesitaban comprenderse de acuerdo a las nuevas ideas que habían trasformado el mundo. Porque esta es otra de las características de su literatura histórica: se iba al pasado para comprender el presente, no para entender el pasado en sí mismo. Aunque hay cierta tendencia a la reconstrucción arqueológia de una época, siempre se busca manifestar en ella las pulsiones, los deseos y las ideas nuevas. Cuando los escritores españoles viajan a la Edad Media buscan en ella identificar la España nueva y a los españoles del siglo XIX. Este anacronismo de partida era necesario. No debe expulsarnos de estas obras porque debemos ser muy conscientes siempre de que cuando hablan de un conflicto histórico o personal en el siglo XV, por ejemplo, están hablando de ellos mismos. Casi una condición de su manera de entender la literatura histórica.
Lo veremos en esta obra de Larra a lo largo de este mes de junio.
Noticias de nuestras lecturas
Mª del Carmen Ugarte comienza su comentario sobre la novela de Larra impulsándose desde la recreación medieval hasta el cementerio de neumáticos incendiados cerca de Madrid o la tala salvaje de árboles...
El pasado martes 31 se celebró la habitual sesión del Club de lectura en su formato presencial. Como era de esperar, allí se trasladaron las muy diferentes impresiones sobre la novela Cicatriz de Sara Mesa que se han podido apreciar también en este formato virtual. Algunos lectores manifestaron que la novela les había gustado, que la trama les había hecho pensar y posicionarse, mientras que otros solo habían podido terminar la novela para poder comentarla. Hubo un consenso general en que la novela no terminaba de cuajar toda la arriesgada propuesta inicial y que en ella había una especie de esbozo de una buena novela. Esta división de opiniones motivó una de las sesiones presencial del club de lectura más vivas y con más intervenciones diferentes. Algunas de ellas trasladaron, de forma muy interesante, las situaciones vividas por los protagonistas a la vida real cotnemporánea.
Una crónica-resumen de esa sesión puede encontrarse en el blog de Mª Ángeles Merino en este enlace.
Comienzo a recoger sugerencias de lecturas para el
próximo curso. Recordad que leeremos en común diez títulos -uno al mes-,
alternando autores vivos con clásicos, siempre en español. Podéis dejar
vuestras sugerencias como comentario a esta entrada, a través de correo
electrónico o en mi muro de Facebook o en el del Club de lectura (os invito a seguirlo a través de este enlace).
Recojo en estas noticias las entradas que hasta el miércoles han publicado los blogs amigos. El listado de lecturas del presente curso, en este enlace
3 comentarios:
Larra formará parte de mi "merecido descanso", valga el tópico. Siempre hay que llevar libros en la maleta de las vacaciones.
Ha sido un curso muy interesante. Gracias al profesor Ojeda por sus propuestas.
Os ve en septiembre u octubre.
Lo que señalas de los románticos (de ir al pasado para buscarse a sí mismos) es uno de los motivos por los que me atrae tanto la literatura de esta época. De hecho estoy metida en el Doncel de Larra, desde ya siento puro goce estético, a pesar de que -por circunstancias personales- apenas he alcanzado a leer 6 capítulos.
Besos
El doncel de don Enrique el Doliente nos traslada a una Edad Media recién descubierta por la gente del XIX como un tiempo oscuro y revuelto, va usted a comparar con la gloriosa civilización decimonónica, qué ironía se gastaba don Mariano José. El primer capítulo es una introducción histórica que bien podría llamarse prólogo, algo espesa, a dónde nos va a llevar este pobrecito hablador. Al lector le cuesta entrar. En el segundo capítulo, inmerso en la cacería, anda todavía algo despistado. Poco a poco se va acercando a los personajes centrales, a Macias el enamorado y su amor imposible. Pero ha tenido que andar con machete entre tanta espesura, la historia de las ambiciones del de Villena que quiere ser Gran Maestre de Calatrava y, para ello, ha de deshacer su matrimonio con doña María...No parece el libro más adecuado para regalar a un futuro esposo, ay doña Letizia. Sí para los participantes en un club de lectura aguerrido como el nuestro y dirigido con maestría. De verdad, amigos. Os animo a leerlo.
En cuanto a Cicatriz, hemos vivido la novela, tanto los partidarios como los detractores. La escritora puede estar satisfecha, no nos dejó indiferentes.
De la soledad de los tiempos de internet a la Edad Media vista con ojos románticos. La viviremos también.
Un abrazo, Pedro.
Publicar un comentario