Y al mar se llega siempre cuando la luz guarda las cosas con delicadeza. Como si las envolviera entre algodones para que nos estuvieran esperando, intactas, al día siguiente. Una a una: la barca, el azucarero heredado de la familia, la piel sonrosada. Me las entrega con un gesto y yo las tomo, con tanto miedo de que no se me caigan.
12 comentarios:
El mar lo guarda todo finalmente.
Lo añoro, Pedro. ¡No sabes cuánto!
Todos los caminos llevan al mar....solo hay que cogerlos!
Me gusta.
Besos
Pese a los 60 Km que me separan de la mar, el tiempo que hace que no la veo, siempre la tengo presente.
Saludos
El mar. La mar. Siempre. Me gusta estar cerca del mar.
Qué tendrá la mar que a todos nos atrae.
Un abrazo
El mar tiene tanto de Parménides...te lleva de la luz a la oscuridad, más allá de las apariencias. Y de la metáfora.
Y en caída libre, con todo el sentimiento.
Besos, de corazón.
Tengo la fortuna de vivir en una ciudad marítima. No vivo de espaladas al mar, pero lo ignoro mas de lo que debiera. Cuando realmente lo echo a faltar y tomo conciencia del afecto que le tengo es cuando me traslado al interior de la península...
La foto, esta foto es de otro nivel, y me gusta mucho.
Un abrazo
La foto y las palabras están llenas de belleza, como el mar.
Besos
Me gusta el mar... pero me produce una intensa sed...
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