El pasado lunes 4 de enero se presentaron en el Café Bar El Murallón de Béjar los dos últimos libros de poesía publicados en 2015 por las colecciones de la ONG SBQ: Corre la voz, de Luis Felipe Comendador (en la colección El brut de los corazones solidarios) y piel, mi nuevo poemario (en la colección Libros del desasosiego). Mi hija Elena contribuyó con su música.
El lema del acto fue "La poesía del humanismo pequeñito" porque esa es la intención de esta ONG a la que se ceden los beneficios de ambas publicaciones. Desde hace tiempo pienso que la palabra por sí sola no sirve de gran cosa. De ahí algunas de mis polémicas con los muchos seguidores de la llamada poesía social (o política o revolucionaria, etc.) que se limitan a escribir sobre lo mal que va el mundo, que les va a ellos o que le va a su entorno próximo. Tengo la sospecha de que gran parte de esa poesía social desaparecería si al que la escribe le tocara un buen pellizco en la lotería o encontrara un trabajo como ejecutivo bien pagado. De hecho, una de las cosas que más me sorprende es que un buen puñado de los escritores sociales busquen publicar en colecciones de editoriales que funcionan (en grande o en pequeña escala) como empresas típicas del sistema comercial al que tanto parecen detestar en sus denuncias y que no le harían asco a publicar en el catálogo del más odiado de todos ellos, Visor. Hay poco riesgo y poca solidaridad en el común de la poesía social y poco de denuncia más allá de la palabra. Yo también hago poesía social, pero en mi último libro he buscado un canto al amor y a la amistad, un canto optimista a lo mejor del ser humano. Reconozco que estoy un poco fatigado de poemas que no salen más allá de un rencor general contra el mundo y la vida y que buscan la crítica evidente, el chiste fácil y una expresión antipoética que ya no puede venderse como novedad sino como una antigualla apolillada.
En estos tiempos, la palabra por sí sola no sirve de gran cosa. Las redes sociales están llenas de poesía y textos de denuncia. Todos estamos concienciados, nuestra sociedad no es inocente. La palabra debe ir acompañada del gesto y de la acción. Si escribes poesía revolucionaria deberías hacer la revolución en tu vida, si escribes poesía social deberías implicarte a diario en la acción solidaria, al menos en una buena parte. Todos tenemos un porcentaje de hipocresía pero conozco algunos casos de nombres insignes de la actual poesía española en los que hay tanta falsedad y tanta pose en sus textos que solo se alimentan del aplauso fácil y la adulación continua de sus seguidores. que los miran como santones. No hay sinceridad en lo que expresan ni consecuencia con su forma de vida. En una ocasión un partidario de la poesía social me alababa la vida solidaria de determinadas comunidades del Norte de África que había conocido por algunos viajes en varios períodos de vacaciones y en las que, entre otras cosas, se practica la discriminación por motivos de género y la xenofobia, incluso la ablación del clítoris. Me enaltecía tanto su vida tradicional, su nomadismo, su sociedad tribal y la adaptación al entorno natural (en ellas, según me decía, no se conocía la depresión ni tantos males de la vida moderna occidental), que no pude más que recomendarle sinceramente que se fuera a vivir con ellos y lo dejara todo (me había confesado lo estresante que era para él la vida profesional que llevaba en la que, además, ganaba un buen sueldo puesto que pertenecía a una de las profesiones mejor pagadas del mundo). Antes me había fijado en que solo su reloj de pulsera valía mucho más que toda la ropa que tengo en el armario de mi casa y los muebles con los que la he decorado.
Los que habéis comprado piel habéis contribuido al bienestar y la felicidad de un puñado de niños de una zona desfavorecida: los cerros de Trujillo, en Perú. Solo lleva un mes disponible y en este tiempo se han obtenido los suficientes recursos como para cerrar la campaña de Navidad iniciada eficazmente por la ONG SBQ con otros recursos que siempre parten del trabajo generoso y el tiempo de muchas personas -mercadillos solidarios, venta de libros, presencia constante en las comunidades que se atienden, etc.-. Muchos niños han tenido un juguete por Navidad que no hubieran tenido de ninguna otra manera. Y una familia ha recibido un carrito pollero con el que podrá ayudarse económicamente para subsistir y pagar las medicinas de su hijo enfermo. No es caridad, es otra cosa bien distinta: esta familia tendrá que trabajar con ese carrito para ganar el dinero que necesita. Podéis encontrar la información en este enlace.
Por eso mi agradecimiento a todos los que habéis adquirido este libro y a los responsables de los puntos en los que se distribuye y que hacen una generosa labor de difusión. Su principal valor es, sin duda, vuestra generosidad y la sonrisa de esos niños que viven en condiciones tan duras. Lo demás es secundario.
9 comentarios:
Cierto Pedro, la palabra no sirve por si sola...hay que caminar hacia la acción, una acción conjunta en que unidas las fuerzas de todos se logre algo grande para llegar donde se necesite; Es necesaria una cabeza pensante para aunar voluntades pero es con la colaboración conjunta como se lleva a buen termino la acción solidaria.
La palabra sola sin acción no sirve para nada. Que post más de verdad y cuanta razón hay escrita en el.
Nos hemos olvidado vestirnos por los pies.
Besos.
Y seguiremos, la mayoría, participando en este tipo de actividades, emotivas, solidarias, intelectuales.
Un abrazo
Suscribo tu alegato, Pedro. Qué difícil es separar la poesía de la pose. Y unir la palabra con la acción.
Un abrazo.
Enhorabuena por ese espíritu solidario
Un abrazo
Bueno, no sé si estoy de acuerdo con tu argumentación. A mí me suele reconciliar más con el mundo el lado oscuro que el luminoso. No porque estime que toda la supuesta poesía social sea digna poéticamente. Depende. Pero a veces, sale de los hombres ese lado tenebroso, lleno de bruma, que alumbra los lados menos brillantes. Eso me estimula. La idea de que el mundo está bien hecho guilleneana derivó en sus últimos poemas a que no estaba bien hecho. Ahí tienes Clamor y Maremágnum.. La poesía que nos reconcilia con la luz, con la bondad, con el lado cálido del corazón no coincide con mi pasado biográfico y someto todo a una depuración que no me lleva a disfrutar de los buenos deseos, los abrazos, los besos y la solidaridad expresada verbalmente. Yo no soy solidario en exceso. Soy un cabrón más. No sé si de los peores, pero intento cuando soy profesor acercarme a esos muchachos que me encantan en su humanidad que me gusta entender como compleja y no simple. Y es que soy un pelín retorcido, no lo puedo evitar, pero no sé vivir de otro modo.
Por una sola de esas sonrisas ya valía la pena.
Poco importa lo que los demás hagan o no.
Hay que mirar hacia adelante y seguir con estos gestos.
Acabo de recibir esta mañana los ejemplares, no fue fácil pero ya los tengo entre las manos ahora que te escribo.
Gracias por ese gesto Pedro, y por hacernos partícipes con y a través de esa/tu Piel de esas sonrisas.
Y besos.
Gracias por vuestra iniciativa. Todo el mérito es vuestro.
Bueno la palabra puede servir en ocasiones para informar e incluso concienciar a quienes estaban ignorantes,pero es cierto que debe de ir siempre acompañada de hechos,sino no tendría valor alguno.
Aparte de lo dicho,paso a alabar tu iniciativa que me parece un enorme acto de solidaridad (que no caridad,como bien apuntas,hay mucha diferencia.Mi enhorabuena y mucha suerte con tu libro poeta.
Saludos cordiales.
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