jueves, 17 de diciembre de 2015

Qué país de lobos y noticias de nuestras lecturas.


¡Qué país de lobos!, exclama el viajero que busca Los Pazos de Ulloa. La frase condensa el planteamiento inicial de Emilia Pardo Bazán. Julián, el joven capellán que llega al lugar para arreglar los papeles de la casa de los Ulloa e intentar poner algo de orden civilizado en la vida del supuesto marqués, no comprende nada: ni las dificultades del camino real, ni la forma de caminar de su cabalgadura, ni el lenguaje y las actitudes de los lugareños, ni el recibimiento que le dan el grupo de hombres con los que se topa y entre los que están el propio marqués, el cura y Primitivo.

La autora, siguiendo las normas de la mejor narrativa del momento, sitúa en un lugar consolidado un elemento extraño. El elemento extraño es este joven capellán, refinado en las maneras y demasiado inexperto y civilizado. El abad de Ulloa lo define desde el desdén: Ahora se estila ordenar miquitrefes... Y luego mucho de alzacuellitos, guantecitos, perejiles con escarola... ¡Si yo fuera el arzobispo, ya les daría el demontre de los guantes!

Con este primer capítulo se define el conflicto fundamental de la obra: el choque brutal entre la naturaleza salvaje de los pazos de Ulloa en los que gobiernan solo los más adaptados a una vida sin más leyes que las del imperio de la fuerza y el mundo civilizado del que procede Julián en el que todo está ordenado y pactado por normas y un tipo de convivencia más adecuada a los tiempos históricos. Julián viene de fuera y se encontrará en medio de un mundo que no comprende con la tarea moral de organizarlo de forma civilizada. Veremos, a lo largo de la obra, que no será el único que sufra por este conflicto.

Emilia Pardo Bazán parte de una premisa: es difícil que se pueda alterar la fuerza de la naturaleza con alguien como Julián o como Nucha. En aquellas tierras aún es pronto para alterar el curso natural de las fuerzas en las que solo los más aptos sobreviven. Dejados a su suerte, estos personajes sufrirán el impacto brutal en sus vidas.

No olvidemos algo muy importante en esta novela: el argumento esconde un planteamiento simbólico sobre los acontecimientos políticos españoles que estallan en la Revolución de 1868 y las décadas centrales del siglo XIX en las que se proyecta una extensión de la modernidad sobre toda la geografía española, no del todo conseguida -es el gran fracaso de la burguesía revolucionaria de aquel siglo, como pusiera en evidencia Galdós en sus Episodios Nacionales-. En los reductos en los que no llega triunfa aquello contra lo que tiene que luchar Julián con gran pobreza de medios e inexperiencia: la fuerza bruta frente a la civilización y la cultura, el caciquismo y una cierta forma de vida próxima al salvajismo psicológico. Allí los que no son fuertes, acaban desgraciados. El relato de este conflicto es lo que vemos en Los Pazos de Ulloa.

Puede consultarse el interesante y documentado portal sobre la escritora alojado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (en este enlace), en el que puede hallarse una buena edición de la obra (aquí).

También aconsejo ver la excelente serie de televisión que adaptó la novela (en este enlace).

 La lectura de Los pazos de Ulloa nos ocupará hasta el jueves 14 de enero.

Noticias de nuestras lecturas

Coro Entreaguas sabe cómo adentrase en estas páginas de Los pazos de Ulloa: a través de quien focaliza la narración la autora. Y ahí está explicada, en gran medida, la novela.

Mª Ángeles Merino consigue encontrar la voz de sus entradas: nada menos que el protagonista contándoselo a su madre. Una nueva versión de la historia que nos deparará sorpresas.

Pancho comienza con la buena de doña Emilia y lo hace sin dar pausa a quien lea esta entrada tan bien ilustrada.

Gelu sigue poniendo de relieve algunos fragmentos de la novela... y presta atención a una de sus más importantes características: el análisis psicológico de los personajes.

Paco Cuesta presta atención a los mundos en conflicto en la novela y los analiza con sabia precisión.

Luz del Olmo escribe un poema para comprender al personaje de Sabel. Os lo recomiendo.

Recojo en estas noticias las entradas que hayáis publicado hasta el miércoles anterior. Si me he olvidado de alguna, os  agradezco que me lo comuniquéis.

5 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Después del ajetreadísimo día de su viaje y llegada, Julián se reza setenta avemarías, nada menos. Doña Emilia pinta magistralmente la angustia de Julián, el curita barbilindo y con cara de niña, al entrar en contacto con los Pazos de Ulloa y sus habitantes. ¡Qué país de lobos! Se le tambalean los esquemas, ha aterrizado en otro mundo, recibe miradas extrañas, qué infierno aquella cena en aquella cocina, esa mujer, esas conversaciones subidas de tono, emborrachar a un niño...Busca un argumento para tranquilizarse y dormir, ya está, él no está para juzgar al marqués, él está para decir misa y ordenar los papeles. A dormir. Ordenará los papeles, pero no podrá ordenar las costumbres de un montaraz pseudomarqués.

Me imaginé a Julián escribiendo cartas a su madre. Una madre, misia Rosario, de la que sabemos muy poco, aparte de educarlo guardando las distancias con los señoritos y de poner una manzanita en cada uno de sus pares de calcetines. Un miquitrefe con guantecitos, que diría el abad.

Disfrutaremos mucho con esta lectora, más todavía si leemos los apuntes biográficos.

Te veo esta tarde. Un abrazo, Pedro.

Joselu dijo...

Este año es lectura obligatoria para mis alumnos de segundo de bachillerato. La historia es atractiva y espero que les capte. Hace años fue también lectura de selectividad aunque no recuerdo que ellos comentaran que si les había gustado o no. Sí que hubo elogios sobre Tormento de Galdós.

pancho dijo...

El planteamiento inicial de la novelista no presenta complicaciones ni novedades importantes, parece previsible y ya leído. Narración en tercera persona a través de un recién llegado a un sitio en que todo le parece extraño, a pesar de venir recomendado y de ser de la zona. La tensión narrativa se produce por el choque de la cultura adquirida en centros religiosos y en la comodidad de las ciudades con la cultura natural de las gentes del pueblo y de la aldea, que muchas veces va mezclada con los mismos comportamientos de los seres irracionales con los que tienen relación constante. Allí prima la selección de las especies, la ley del más fuerte, naturaleza en estado puro, la lucha constante por la supervivencia y la jerarquía dentro del grupo, que deja vencedores y vencidos antes de la intervención del hombre para regular aquello.
El choque del habla popular, hablas dialectales del noroeste peninsular (gallego), con un castellano pulcro y bien trabado es un aspecto que a mí también me llama la atención. Su resolución me parece original cuando utiliza la letra cursiva, al menos en la edición de mi libro.
Excelente análisis de Maestro que admiramos los alumnos...

Myriam dijo...

Ya lei todo el libro y vi la adaptación para TV del 85,
que me pareció muy buena porque recrea el espíritu
de la obra de EPB y guarda congruencia con la psicología
de los personajes de la escritora. Además,
que buenos actores tiene España.

Ahora estoy leyendo La Cuestión palpitante que es una joyita.
Espectacular el prólogo de Leopoldo Alas "Clarin". (Por lo que pude apreciar -aún no lo he terminado- EPB no habla tan mal de Chateaubriand jejeje a pesar de que para ella sea más escritor de poemas que de novelas y que haya viajado a América "por anhelo de conocer y cantar un paisaje virgen", capaz de describir con magnificencia poética sus bosques, rios y montañas. Me gustó partcularmente que considere que Chateaubriand es "desdeñad con exceso" por la presente olvidando sus méritos de artista. ¡¡Chapeau!!

Myriam dijo...

Sigo: La crítica que EPB hace de René en La cuestión Palpitante, no tiene desperdicio: considera a este personaje de Chateaubriand Subido al pedestal de su enfermedad, lleno de orgullo, perdiéndose en nebulosas melancólicas y aislándose del resto de los humanos. (Genial!) Y la asimila al Werther de Goethe.

¡la crítica a DUmas! jajajaja no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa.

Aún no terminé La Cuestión palpitante, peor la leeré hasta el final.

Una pena que ella y Clarín se distanciaran luego.


Besos