jueves, 3 de julio de 2014

Lectura final de El río que nos lleva de José Luis Sampedro y noticias de nuestras lecturas.


Con la llegada de la primavera todo se trastorna en la narración. Por una parte, es la explosión de la naturaleza y de las pulsiones más auténticas en los seres humanos, las más primitivas y universales. Por otra, la maderada atraviesa lugares más habitados y se produce un mayor contacto con las personas que habitan en las poblaciones cercanas al río. Los personajes no pueden contener más su sobriedad y guardar sus secretos y buscan el contacto de los otros. Poco a poco se nos desvelan los misterios que giraban en torno a los personajes, los motivos que les habían llevado a sumarse a un trabajo tan duro y el pasado del que vienen huyendo. El hecho de que afloren las emociones, los instintos y los recuerdos provoca que sus encuentros sean más intensos. Ellos están cambiando de acuerdo a las leyes de la naturaleza y se enfrentan a poblaciones paradas, detenidas en un momento de la historia, encorsetadas en costumbres atávicas o dominadas por el miedo al cacique.

El ritmo de la narración se acelera y provoca tensiones: entre los secretos de los personajes y su necesidad de vivir de acuerdo a la naturaleza; entre los hombres del río, naturales y cíclicos, y los de los pueblos ribereños, que viven en la postguerra y el miedo que los paraliza; entre la tradición que los ancla en una historia circular y las innovaciones que introduce la modernidad y que se hacen palpables al final de la novela.

De esta fricción sale la propuesta social de la narración de Sampedro. Para todos. Por una parte, la mayoría de los individuos que integran el grupo del río son inadaptados sociales. Por razones diferentes ninguno de ellos ha podido ocupar un lugar fuera de allí y solo en el río se sienten seguros. A ellos los miran con recelo en las poblaciones pero ellos también sienten temor ante lo que puede venir de fuera del grupo. Cada vez pesa más el control social establecido por la dictadura franquista. El encuentro con el cacique es la culminación de todo este choque. Las escenas son brutales y a partir de ahí, aunque vuelvan al río, todos saben que ya nada puede volver a ser lo mismo para nadie. Ni para el cacique, que se empeña en mantener su autoridad, ni para los hombres del río, que temen las consecuencias de lo ocurrido.

Por otra parte, hay dos momentos en los que vemos que el tiempo ya no podrá repetirse como siempre. La modernidad se introduce en el río y altera su circunstancia histórica. Las obras de la presa y los excursionistas en coche demuestran que todo se ha trastornado, que ya nada podrá ser lo mismo. Frente a esto, nos propone Sampedro salidas a todos los conflictos marcados, los eternos del espíritu humano y los nuevos producidos por la irrupción del tiempo moderno. Todas ellas están marcadas por lo que llama uno de los personajes la dignidad. Cada uno debe cumplir su vida y esta debe estar condicionada por la libertad. 

Dado que el amor es imposible -todas las historias de amor de la novela son vías sin salida-, cada personaje debe tomar sus decisiones. Dado que la sociedad avanza por lugares que atropellan al ser humano individual, es tiempo de renuncias.

Hay dos salidas a estos conflictos. Por un lado, el grupo. La lucha, el trabajo diario, la solidaridad es siempre en grupo en esta novela. Por otra, una salida individual cuando llega el momento, nunca antes, la renuncia a todo y abrazar una vida casi ascética en contacto con la naturaleza. Hay mucho de misticismo cristiano, del misticismo cristiano de los orígenes, en El río que nos lleva: el sacerdote que pudo serlo todo y lo dejó todo para cuidar una parroquia de un pueblo, los frailes franciscanos que sosiegan sin gritar, el ermitaño muerto, don Pedro -un santo laico-. Este es un ejemplo. Frente al cacique, que vive encerrado en su casa con miedo a todo el pueblo que domina, don Pedro vive en sosiego y paz con todo lo que le rodea, incluyendo la espina del amor de su pasado.

Sampedro nos ofrece, en los personajes principales, varias perspectivas, varias fases de estas salidas que habían sido posibles para algunos secundarios que habían encontrado en su camino, pero todas ellas resultan dolorosamente inviables una vez abandonado el río, único lugar que les había protegido. Singularmente en los principales: el Americano, el irlandés y Paula. Esta está encerrada en su propia condición femenina, que parece hacer desgraciadas a todas la mujeres de la novela -incluso a la hija de don Pedro, por mucha armonía que exista en su casa- y como sus salidas en esa sociedad dependerán del amor y el amor es imposible, está condenada a vagar su dolor por el mundo sin encontrar sosiego. El Americano encuentra, al fin, su lugar en el mundo en esa renuncia a todo pero las circunstancias se lo impedirán al final cuando tiene que actuar según su dignidad, para salvar a los suyos. El irlandés también lo tiene difícil, ha sido citado a declarar y ha tenido que renunciar al amor. Pero es el único, quizá por su condición de extranjero y por su carácter intelectual, que puede encontrar un camino para hallar su hueco en el mundo. Pero el lector se queda con la sensación de que a él también habrá algo que se lo impedirá porque carga con demasiadas cicatrices. A pesar de que piense que ha redimido su vida a cambio de salvar la de otro.

Sampedro, que trata a sus gancheros con tanta delicadeza cuando actúan en grupo, les muestra caminos de salvación a través de esas vías místicas y de renuncia, para dejarlos, finalmente, sin posibilidad de que ninguna de ellas sea posible. Pero no importa, porque en esos momentos es cuando tienen que cumplir con su dignidad y ejercer la libertad en la toma de decisiones, a pesar de saber lo que les puede esperar por ello porque esa es su única forma de salvarse. Ninguno de ellos podrá salvarse fuera del grupo al que pertenecen. Quizá el irlandés, que cayó entre ellos solo de paso, pueda convertirse en otro don Pedro en el futuro. Un hombre en paz con un dolor secreto en el corazón.

Leída hoy la novela se acentúa el sentido de la irrupción de la modernidad porque todo aquel mundo ha quedado sepultado por el olvido. Aunque uno tiene la sensación de que han cambiado los tiempos pero lo esencial de la tesis de Sampedro permanece.

Noticias de nuestras lecturas

Mª del Carmen Ugarte estudia la presencia de creencias y supersticiones en la novela de Sampedro y las interpreta. No te pierdas esta entrada.

Mª Ángeles Merino comenta cómo la llegada de la primavera trastorna todo lo que ocurre en los personajes y en lo sucedido en la narración.

Paco Cuesta se fija con todo el acierto en uno de los temas más interesantes de la novela: la posición de la mujer y la libertad del individuo.


Pancho continúa con la novela de Torrente Ballester, ahora entre loros y loras y seminaristas. No te lo pierdas.

Nota: Termino hoy con el comentario de El río que nos lleva y el jueves 10 de julio dedicaré la entrada para hacer un balance del curso que cerramos y anunciar las primeras novedades del próximo.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en sus blogs hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.


Próxima lectura


Cerramos el curso del Club de lectura con El río que nos lleva, de José Luis Sampedro, que leemos hasta la segunda semana del mes de julio. Después nos tomamos las merecidas vacaciones de verano. Recordad que, el primer título del próximo curso será la segunda parte del Quijote escrita por Alonso Fernández de Avellaneda tal y como explico en este enlace. A lo largo del verano publicaré la lista de los libros que nos ocuparan en el próximo curso del club de lectura.

El Club de lectura de La Acequia comenzó el jueves 24 de abril de 2008 con la primera lectura colectiva del Quijote realizada con los medios de la web 2.0. Esta iniciativa de lectura de la novela cervantina permanece abierta para aquellos que quieran sumarse a ella en cualquier momento en este enlace y puede usarse como la única guía de lectura completa del Quijote disponible hoy en Internet, con licencia Creative Commons 4.0.

El éxito del proyecto impulsó el lanzamiento de uno de los clubs de lectura más antiguos en Internet en español. Durante el curso académico se propone la lectura de un título al mes, de todos los géneros: narrativa, poesía, teatro y ensayo. Se alternan autores clásicos con autores vivos y por él han pasado nombres como Miguel de Cervantes, Óscar Esquivias, Gustavo Adolfo Bécquer, Eduardo Mendoza, Valle-Inclán, Lope de Vega, Juan Cavestany, Almudena Grandes, Pío Baroja, Lorenzo Silva, Antonio Machado, Miguel Delibes, Jesús Carrasco, Benito Pérez Galdós, Antonio Muñoz Molina, Pablo Neruda y Laura Castañón, Gonzalo Torrente Ballester, María Teresa León, Leandro Fernández de Moratín y José Luis Sampedro, etc.

Desde el año 2011 cuenta con dos formatos:
 
El club de lectura virtual, al que pueden sumarse libremente todos los aficionados a la literatura. En La Acequia se publican todos los jueves entradas correspondientes al libro del mes, más un resumen de las noticias de las lecturas en las que se enlazan los blogs del resto de los participantes. También puede seguirse el club de lectura a través de comentarios en las entradas correspondientes o como meros lectores.  Súmate a la página del Club en Facebook en este enlace.

El club de lectura presencial, sostenido por la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos, que se reúne una vez al mes para comentar el título correspondiente. Se programan también encuentros con los autores de las obras. Este segundo formato tiene plazas limitadas y hay que inscribirse al comienzo de cada curso. 

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia enlazadas aquí tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

Y si alguien quiere más... Echo al fuego los restos del naufragio, 
mi diario poético para una crisis


Se ha publicado mi libro Echo al fuego los restos del naufragio, diario poético de una crisis (Valladolid/Béjar, SBQ Solidario, 2014). Los textos, en verso y prosa, recorren el panorama de la crisis por la que atravesamos, individual y colectiva, como una propuesta de depuración de todo lo que de una manera u otra nos ha arrastrado hasta ella.

Se publica en la colección El Brut de los corazones solidarios de la editorial SBQ y lo recaudado contribuirá a las actividades de esta ONG. Para conseguir un ejemplar puedes apuntarte en la página de facebook del libro (en este enlace) o escribirme un correo electrónico a pedro.ojeda.escudero[arroba]gmail.com

Se ha comenzado ya el reparto de los ejemplares solicitados. Si quieres saber el estado de tu envío, escríbeme un correo electrónico.

7 comentarios:

pancho dijo...

Una vez leída la lección magistral de crítica literaria ligada a las estaciones del año, a la localización de la trama y a las circunstancias sociales del momento histórico, solo nos queda conservarla para aprender.
El ritmo de la narración se acelera a contracorriente, con las aguas cada vez más quietas del Tajo.
Ya que somos una de las escasas generaciones de españoles que no hemos conocido los horrores de una guerra, que no lo estropeemos en lo que nos quede en el convento. Nosotros dejamos las luces encendidas; los que vengan detrás, ellos sabrán lo que hacen. De ellos depende apagarlas o que sigan encendidas.
Qué bien expresado el concepto de solidaridad en cuadrilla, ahí está la clave del progreso en todos los sentidos.
Creo que a partir de ahora voy a liarme con el Quijote de Avellaneda, para ir avanzando en el verano, que después te pilla el toro.
Un abrazo y gracias por este esfuerzo en enseñarnos.

Myriam dijo...

Maravillosa tu clase, Pedro. ¡Gracias! Preparo mi aporte a la lectura para esta semana y anticipo que estará relacionado a algunos de los símbolos que aparecen en la novela.

Un beso

Myriam dijo...

He leído todas las contribuciones a la lectura, estupendas todas. Cariños

Abejita de la Vega dijo...

La primavera empuja a los personajes del libro como los gancheros a los troncos.

Como ves, he prestado más atención a la parte lírica de la novela que a la de crítica social. Hay mucho de esto último en algunos pasajes de la novela: el cura y el otro cura, el cacique, la boda, la primera comunión, el balneario de pobres, la guardia civil y e Encontrao...y unos cuantos más. Seguiré con "El río que nos lleva". Recuerdo que el verano pasado seguí con el pobre Cipriano y lo llevé a la hoguera en septiembre.

Los pueblos misérrimos que visitan los gancheros viven el franquismo de posguerra, el más duro. Sampedro anda con pies de plomo pero hay alusiones evidentes como la del palio para el Santísimo que deja a los niños del pueblo sin leche. Las palabras de la beatona son terribles: aquí con el sol los niños se alimentan aunque coman poco, no como los protestantes que les dan leche, qué bien ha hecho el cura... Pone los pelos de punta ese capítulo.

Besos, a ver si puedo estar en Aranjuez...

Besos

Paco Cuesta dijo...

Otro de los temas interesantes en la novela es La renuncia. Renuncia al amor, a la familia arrojados a un modo de vida duro, a la vida social.
Es, repito, otro tema interesante.
Un abrazo

andandos dijo...

No tengo preparación para hacer una entrada crítica con cierto fundamento, pero sí que puedo disfrutar de las de los demás y de la novela. Lo he dicho otras veces, que tus comentarios, especialmente el que acabo de leer, me ayudan muchísimo a entender y disfrutar más de las novelas, y las de los demás comentaristas también, también lo he comentado otras veces.
Hay algo que comentas en lo que ya me había fijado, que es la aceleración que en un momento dado se produce en la novela, en lo que sucede, en las emociones, y que en la primera que leímos, "Intemperie", no tenía el vigor que aquí sí tiene.
En fin, muchas gracias y seguimos.

Un abrazo

andandos dijo...

Me dejo algo. Conocí algunos de esos pueblos, sobre todo Zaorejas, hace años, por cuestiones de trabajo, pero no he vuelto a estar. Después de leer la novela estoy (estamos, realmente) pensando en volver a visitarlos, con cierta tranquilidad. No están muy lejos de aquí. En otoño. quizás.

Un abrazo