En mis clases de Literatura hispanoamericana he terminado un panorama de las Crónicas de Indias e ilustraré lo dicho con la proyección de Aguirre, la cólera de Dios, la película alemana dirigida por Werner Herzog en 1972 e interpretada por Klaus Kinski. Lope de Aguirre protagonizó uno de los episodios que mejor ayudan a entender lo que pudo ocurrir en la mente de aquellos conquistadores españoles. La mayoría de ellos eran muy jóvenes cuando marchan a América, casi todos sin fortuna familiar y con escasa formación intelectual. Para comprender lo que debió pasar por sus cabezas hay que leer con detenimiento las páginas que nos dejaron escritas algunos de ellos.
En 1560 España se encontraba en su momento de mayor expansión y vitalidad y ellos se veían a sí mismos como el brazo ejecutor de todo lo que debía ser aquel Imperio que pretendía dominar el mundo y evangelizarlo. Confiaban también en que su valentía, su sentido de la oportunidad y un poco de suerte les facilitara una colocación o una encomienda que les sirviera para ganarse la vida regaladamente. Eran personas que no tenían nada detrás de ellos y que todo lo fiaban a la acción. Excepto alguno de los nombres más insignes, la mayoría no eran más que pobres hidalgos o gente del común de una tierra que no les ofrecía más que la aventura y el sueño imperial. La historia de Lope de Aguirre, aunque extremada, no es más que la historia de aquellos jóvenes que marchan a América en el siglo XVI como conquistadores. Evidentemente, no todos llegarán a actuar como él: vengador de agravios, despiadado verdugo de aquellos que se le enfrentaron, rebelde contra el Rey de España. Hay un momento en el que Lope de Aguirre se da cuenta de que su aventura ya no puede tener marcha atrás. escribe al Rey y le insulta, declarándose oficialmente príncipe de aquellos territorios. Pero ese momento, que ocurre en una mente ya evidentemente trastornada, es una evolución lógica de toda su historia y, especialmente, de la aventura que corre junto a los marañones en los meses en los que atravesó la selva amazónica en busca de El Dorado. Una historia apasionante que ha sido llevada a la literatura y al cine en varias ocasiones.
Aunque en clase sí lo he hecho, no quiero aquí abordar el debate sobre las cuestiones éticas de aquella conquista. Entre otras cosas, porque ya fueron debatidas por los grandes pensadores de aquel momento y porque si nos cerramos en una visión excesivamente actual de lo que ocurrió no comprenderemos jamás las sensaciones que aquellos seres humanos -europeos e indígenas americanos- sintieron. Nos llevaría demasiado tiempo y espacio contextualizar la conquista y comprender que ni los españoles del siglo XVI ni las civilizaciones indígenas americanas que se encontraron pueden ser entendidas como algo homogéneo a la manera en la que se suele hacer en los debates que parten de consignas extremas. Entre otras cosas porque se debe insistir en que el número de los conquistadores españoles en el siglo XVI era escaso y siempre debieron buscar la alianza de pueblos indígenas. Se suele prestar demasiada atención al poder intimidador de los caballos y las armas de fuego de los conquistadores (que lo tuvieron pero solo en los primeros encuentros) y escasa a su capacidad para fomentar alianzas entre los pueblos indígenas frente al poder dominante de cada región. Deberíamos huir de visiones idealizadoras de los conquistadores y de los indígenas, porque ambas nos impedirán siempre comprender lo que de verdad ocurrió que, por otra parte, era inevitable. Antes o después alguien llegaría a las costas americanas a la manera en la que lo hizo Colón.
En mis clases de Literatura hispanoamericana he querido tratar las Crónicas de Indias desde varios puntos de vista. En primer lugar, como el testimonio de aquel encuentro. En segundo, como el planteamiento de lo que será la mejor literatura hispanoamericana posterior y, en especial, toda aquella que construye, en el siglo XX, el imaginario colectivo de la América española. En tercer lugar, la profundización en elementos radicalmente novedosos para la narración del siglo XVI. Este último punto me interesa especialmente. En la América española estuvo prohibida la difusión, redacción e impresión de novelas. Se consideraba este género especialmente pernicioso. A pesar de eso, sabemos de la circulación clandestina de las novelas más conocidas en la Península. Pero la escritura buscó el hueco natural para la narración: la crónica. En todas ellas hay un espíritu novelesco y las más apasionantes para el lector actual son verdaderas novelas, como Naufragios, de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, que hoy sería considerada dentro de las mejores del género de novela de no ficción tan de moda en estos años: la historia de una penosa expedición y la primera descripción del territorio americano que va desde Florida hasta México. Cabeza de Vaca recorrió a pie todo aquel territorio durante unos años en los que salvó su vida de milagro y terminó convirtiéndose en un sanador que curaba a los enfermos invocando a Dios. En el texto de Cabeza de Vaca está ya todo lo necesario para la revolución narrativa que trajo El Lazarillo.
En los extractos que conocemos del primer Diario de Cristóbal Colón y el resto de los textos que escribió para contar a los Reyes lo que había visto y hecho ya se encuentra, en gran medida, la historia literaria posterior. Colón usa magistralmente la tensión narrativa, el relato interesado de los hechos, la construcción del indígena como el buen salvaje, la descripción de una naturaleza maravillosa y sorprendente. Y cae, como lo harán varios conquistadores posteriores, en el mesianismo: no tarda en creerse un hombre designado por Dios para aquella tarea. Su relación con los Reyes y con el resto de sus hombres se problematiza, su personalidad se hace compleja. Es apasionante leer las páginas en las que nos relata todo lo que ha vivido en América porque en ellas está ya el apunte y la consolidación de cuestiones básicas que perdurarán en toda la literatura hispanoamericana posterior. No se comprende bien Cien años de soledad sin leer a Colón, por ejemplo.
Aquellas crónicas, del tipo que fueran (oficiales o particulares, de grandes nombres o de gente secundaria, redactadas por peninsulares, criollos o por mestizos nacidos ya en América como ese prodigio del castellano que es el Inca Garcilaso de la Vega) nos reflejan un mundo en nacimiento a partir del encuentro entre culturas y de la acción de seres individuales que se sorprenden al verse como protagonistas de la historia. En pocas ocasiones la escritura nos ha trasmitido algo igual y no debería pasarnos desapercibido. En las páginas de aquellas crónicas encontramos lo mejor y lo peor de la conquista, la grandeza del alma humana y también los más oscuros pozos en los que puede caer el ser humano puesto en situaciones tan extraordinariamente grandes como las que les tocó vivir y protagonizar a sus autores.
10 comentarios:
los conquistadores siempre escriben una historia distinta a los conquistados...
impresionante entrada Pedro
bss
Me parece muy interesante el tema, apasionante esta parte de nuestra historia, y la de los hombres que para bien o para mal intervinieron en ella.
Besos.
Vaya suerte que tienen sus alumnos teniéndole a usted como profesor. La película de Werner Herzog es una locura absoluta, después de "Aguirre, la cólera de Dios" es muy dificil imaginarse a los conquistadores de otra manera. En el documental "Mi enemigo más amado" relata el cineasta las circunstancias en las que se rodaron la película,los continuos problemas durante el rodaje, la dificultades medioambientales y el colérico de Kinski que quiso abandonar el rodaje en varías ocasiones, Werner Herzog llegó a amenazarlo con matarlo con su escopeta si lo hacía. Lo dicho una locura, como posiblemente lo fuera aquella conquista.
Saludos!
los 'conquistados' siempre tenemos un debate interior;
es concluyente que ser conquistados por una civilización superior deviene en una que se le parece y hasta puede superarle
.
otra cosa es si hubiese pasado Atila
.
lo raro es que pasan los siglos y las heridas no sanan del todo
.
un abrazo
Vi o filme sobre Aguirre e me impressionei tanto com o ser real como com Kinski, que me pareceu ser ele mesmo tresloucado.
Li "Cem anos de Solidão", celebrado como grande romance, mas - por defeito meu e/ ou porque nunca nada li de Cristóvão Colombo - não fiquei fascinada pelo livro.
Li , de Alfonso Mateo-Sagasta, "Caminarás con el Sol", premiado pela cajaGranada de Novela Histórica de 2011.
Centra-se sobre Gonzalo Guerrero, espanhol morto em Novembro de 1536 e que durante os vinte anos anteriores lutara contra os espanhóis na península de Iucatão(México) : a mim me resultou muito interessante porque gosto imenso de romance histórico, porque está muito bem escrito e porque se passa numa região onde estive e refere cidades cujas ruínas visitei: Coba, Tulum, Chichen.itza.
Os conquistadores e os conquistados têm sempre visões diferentes, mas o caso de um conquistador que acaba por cipreender a cultura do conquistado e a defende contra os seus antigos companheiros é muitissimo mais complexo e rico.
meu querido amigo, feliz semana
Klaus Kinski encarnó una de las caras más poderosas y a la vez más enajenadas de la conquista. La película es impresionante, lo triste fue la realidad de todo aquello. Aunque también me admira el coraje de los que conquistan: enfermedades, hambre, caminos inmensos a pie, traiciones, fieras...
Un beso
Por supuesto que se cometieron excesos, como en cualquier conquista, ¿en cual no la hubo? pero no fue lo único, como lo que dices de las negociaciones con las tribus indígenas y sus colaboraciones, que si las hubo. La Historia hay que leerla siempre en su contexto temporo-espacial y cotejar distintas fuentes, si es posible de ambos lados. Y cuando no lo es, porque no las hubiera escritas, la arqueología ayuda mucho al entendimiento de cómo eran las sociedades pre-grafas.
Por mi parte, me encantaría que sumaras al club de lectura, algunos de los textos que aquí nombras.
Besos
Por aquí me paso mañana, que ahora no tengo la cabeza para tanta intensidad y tema apasionante...
;)
Qué interesante
Aula virtual, el conocimiento al alcance de todos. Gracias Pedro.
Un abrazo
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