El último Informe de Cáritas Europa sobre la repercusión en la población europea de las medidas de austeridad tomadas para salir de la crisis económica (The European Crisis and its Human Cost. A Call for Fair Alternatives and Solutiones) es tan contundente en sus conclusiones que debería haber sido recibido por los gobernantes españoles con una actitud muy diferente a la que han tenido. La web de Cáritas Europa titula su difusión de una manera suficientemente explícita: The human cost of austerity: Poor people paying for a crisis they did not cause. En contra de la doctrina que nos hace a todos responsables de la crisis por igual porque vivimos por encima de nuestras posibilidades en la época de bonanza, cada vez se contrastan más los datos y los análisis que evidencian que esto no ha sido así. No todos somos responsables de la crisis y no todos los responsables lo son de igual medida. Los datos económicos, además, avalan la tesis de que los verdaderos responsables de la crisis no la han sufrido y que muy pocos de los que tomaron las verdaderas decisiones -políticas y económicas- que nos han conducido a ellas han visto mermada su capacidad económica, sino todo lo contrario. La mayoría de la población que sufre la crisis económica es responsable no de haber vivido por encima de sus posibilidades sino de desactivar la prudencia, el sentido común y, sobre todo, de haber pensado que los políticos y los financieros miraban por el bien común y sabían lo que hacían para guardarlo. Es decir, es responsable por dejar de pedir responsabilidades a los gobernantes y vivir en una especie de alucinación colectiva de la que era muy difícil evadirse.
Ahora que los datos macroeconómicos aseguran que se comienza a salir de la crisis comprobamos los costes de las medidas tomadas en Europa: pérdida de derechos sociales y fragilidad en el mundo laboral. Estamos en un horizonte en el que ya no hay seguridad en el trabajo, que los salarios se han reducido considerablemente, que tener empleo no garantiza poder pagar las facturas del hogar. Un mundo en el que se han aumentado la desigualdad y en el que la sanidad y la educación públicas han dejado de ser un objetivo prioritario. Esto es más grave en los países en los que la distancia con la Europa rica era mucha y comenzaba a nivelarse algo en la época en la que fluía el dinero. En estos países, el coste de las medidas de austeridad para salir de la crisis ha caído ferozmente sobre los más desfavorecidos, aumentando la brecha social y llevando a un porcentaje notable de la población hacia los márgenes de la sociedad sin que los gobiernos hagan nada para remediarlo porque se dedican casi en exclusiva a salvar al sistema financiero y a tomar medidas para solucionar el déficit público que agravan la situación de los más desfavorecidos.
Por lógica, España es uno de los países europeos que más han sufrido esta crisis y sus consecuencias. El milagro español consistió en saltar de una situación muy precaria en los años setenta a un crecimiento económico que convirtió al país en una referencia mundial: llegó a situarse entre las veinte primeras economías del mundo y la séptima de Europa. Pero todo aquello era falso, se había fomentado sin una verdadera modernización de los objetivos, sin una consolidación de los logros y a costa de una insensata apuesta por el sector de la construcción. El derrumbe que trajo la última crisis económica ha sido, porcentualmente, mucho mayor que en ningún otro país del mundo. Esto está corroborado en todos los análisis.
Y ahora viene la fotografía presente a recordarnos dónde estamos: España es el segundo país de Europa con un mayor índice de pobreza infantil, según Cáritas, tras Rumanía y un millón y medio de hogares españoles se hallan en una situación de exclusión social severa. Y ante este dato, al ministro del ramo solo se le ocurre una salida de tono y negar la evidencia. Supongo que el señor ministro, como buen neoliberal, piensa que la culpa es de esos individuos porque han vivido en su día por encima de sus posibilidades y no son capaces de ser emprendedores ni asumen la responsabilidad individual de su propia situación. Además, afean la fotografía oficial de cara a las próximas elecciones.
13 comentarios:
Te leo y se me encoge el corazón...
Tenía pensado también escribir sobre este tema, después de haber leído las noticias en internet, lo que pasa que me lo estoy pensando y no sé si me decidiré, pero es que, como a Myr, se me encoge el alma, pero son hechos reales, lo que pasa que el Sr. Ministro no lo quiere ver, debe estar en su mundo porque sino ve la realidad, es que no está en el nuestro.
Un beso.
Me comentaron no hace mucho que en un hogar que lo estaban pasando muy mal, hasta el punto de no tener dinero para poder pagar la calefacción, recibieron a una persona de recursos humanos. Cuando la hicieron saber de su situación, lo único que se le ocurrió a esa persona es decirle al hombre en dificultades:
- Pues ya sabe, si no puede encender la calefacción, pues no la encienda y ya está.
Y se quedó tan pancha.
Creo que ha sido el ministro de industria el que no hace mucho, en un alarde de inteligencia y profesionalidad, ha dicho que no entiende por qué la gente protesta tanto por la tarifa de la luz. Es cuestión de saber ahorrar. Y una de las maneras que, según este señor, se puede hacer dicho ahorro es pintando las paredes de las casas en colores claros, porque esos tonos dan más claridad a la estancias, y no hace falta encender tanto la luz.
¿Crees, Pedro, que con gente así en los ministerios, podemos levantar cabeza en este país? ¿Alquien puede pensar que a estos señores les importa una puñeta la pobreza infantil o la de los adultos?
Ayer una amiga me envió un correo, en el que me adjuntaba un archivo con un vídeo donde una persona de una emprea norteamericana explicaba lo mucho que está avanzando nuestro país para conseguir salir de la crisis. Y una de las pruebas que, según él, demostraba que España iba mejorando económicamente, era el hecho de que bancos como el Santander, habían empezado a tener ganancias en sus balances de cuentas. ¿Es que este banco y los demás han dejado de tener en algún momento beneficios, incluso en los peores momentos de nuestra crísis económica? Yo diría que cuanto más hundidos estábamos, ellos más ganaban.
Es muy significativo que cuanto más se acerca la fecha de las próximas elecciones, más claridad y mejora se ve en nuestra economía. Creo que fue el Sr. Rajoy el que dijo que ya se empezaba a ver una luz para la salida de esta crisis. Con tanto iluminado en el gobierno, no me extraña que no necesiten gastarse nada en el recibo de la luz. De los iluminados habló también Teresa de Jesús y lo que dijo, lo dijo muy claro: "Dios nos libre de los iluminados". Ella debía saber mejor que nadie sobre el tema, pues estaba, como nosotros ahora, rodeada de ellos.
¡Qué país!
es un panorama sombrío, palpar nuevamente el fantasma de la pobreza y de las carencias
nuevas elecciones... como las fachadas , siempre se pintan para parecer pero nunca ser
bss y ánimos
Si hacemos caso a la portada del SPIEGEL ONLINE del viernes, tenemos serios problemas económicos; España ha caído en la temida y peligrosa deflacción, desde el BCE ya se están pensando medidas para evitar que la espiral nefasta de la caída de precios se extienda al resto de países europeos. Yo creo que a nuestro gobierno no le importa la pobreza, ni la infantil, ni de ningún tipo; no son los pobres los que los votan, y mientras a sus votantes les vaya bien y los sigan votando, no les de vergüenza la miseria de los demás, o simplemente la ignoren, segirán haciendo estas políticas de recortes sociales, esa es la realidad. Pero tienen que estar muy nerviosos (de ahí quizás la salida de tono) porque saben que por más que intenten "iluminar" la economía con palabras de optimismo, la economía no se ilumina así, y menos haciendo recortes en una época de recesión económica mundial, lo saben y cayan, tienen otros problemas que solventar, mientras tanto, parece ser que ponen su esperanza en una mejora de la coyuntura a nivel global, pero esta mejora no termina de cuajar.
Saludos.
Cada vez que hay una etapa de crisis económica, se evidencia que se reajusta un poco más la diferencia entre ricos y pobres. Cada ajuste es un escalón más que agranda la brecha.
A falta de izquierda buena es Cáritas que la han catalogado de ultraizquierda. Lo que es cierto que ya no se ni donde estoy.
Saludos
La supresión de las becas comedor en las escuelas fue una medida criminal, por ponerte un ejemplo.
Estamos con ministros seguidores de aquella hija de la Gran Bretaña que afirmaba que para que vivan bien dos tercios de la población tienen que vivir muy mal los del tercio restante. Criminales.
Un abrazo
Está claro que lo que ocurre en España es que cada vez se notan las diferencias entre las familias pobres y las familias ricas, porque el dinero está muy mal repartido.
Habrá que leer este estudio de tanto calado con calma, son más de cien páginas de análisis y en Inglés lo cual lo unge de importancia. En principio me gusta que nos comparemos con los países de nuestro tenor, los norteños nos sobrepasan de siempre en múltiples aspectos. Somos pobres. Si yo fuera ministro, me bajaría del pedestal y de los coches oficiales con mando a distancia; pisaría la calle y le haría caso a quienes llevan muchos años tratando con los excluidos del sistema, cada vez más numerosos. Hay un gran abismo de incomprensión entre los despachos bien calientes y los hogares sin gas para cocinar porque no lo pueden pagar.
Agradecido por ponernos delante estos estudios tan rigurosos y actuales que hieren.
Son unos desvergonzados sin escrúpulos. Y se hacen los suecos frentea la descarada precarización del trabajo. Esclavos, a eso vamos, como tu entrada de más arriba.
Besos
Las macrocifras no les dejan -o ellos no quieren- ver el bosque.
Un abrazo
Unos mirarán los muros de la patria suya y los encontrarán igual que antes. Otros los hallarán escombrados. "Maravilloso", dirán los primeros, "no hay crisis". ¿Y qué testimonio prevalecerá de los dos?
Valiente exposición la de Cáritas. Menos mal que no reina la uniformidad bienpensante del poder, y que la sociedad civil todavía mantiene su independencia (aunque apaleada, en lo posible, desde el poder)
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