jueves, 20 de febrero de 2014

Del paraíso a la tragedia en Dejar las cosas en su sitio de Laura Castañón y noticias de nuestras lecturas.


El relato de la historia familiar de Aida nos lleva del paraíso a la tragedia. Por una parte, en lo social e histórico, el pueblo de Bustiello en el que se desarrolla la acción que trascurre en el pasado, fundado por el segundo marqués de Comillas, don Claudio López Bru, se regía por un ideario capitalista católico, proteccionista y paternalista. Los trabajadores de la Hullera Española tenían en él unas comodidades y ventajas de las que no gozaban otros mineros de la zona. El marqués supo gestionar la situación durante décadas e incluso transigir con ciertas novedades.

Este tipo de nuevas poblaciones -o incluso de barrios enteros en las afueras de las ciudades- se extendieron por toda España a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX y solían ordenar un territorio cerrado con casas para el personal técnico y los obreros, enfermería, tiendas de ultramarinos, lugares de diversión y una capilla. A veces -depende del tamaño- contaban también con escuela. Todo ello muy cerca de la fábrica o los pozos mineros. El objetivo era doble: crear un entorno agradable que facilitara la integración de toda la familia del trabajador en la empresa con la clara intención de que se sintiera parte de ella y considerara su bienestar ligado al éxito de la misma; construir un entorno cerrado y autosuficiente, que cohesionara como grupo jerarquizado a todos los que habitaban en él y que facilitara también tanto su formación como su adoctrinamiento y control. Este tipo de poblados han dejado su huella por toda la geografía peninsular, fueron imitados en las colonias franquistas y todavía hoy son reconocibles en la ordenación urbana.

En Dejar las cosas en sus días, Bustiello está magníficamente descrito y explica esta parte inicial del relato: es un lugar cerrado, controlado, alejado de la conflicitividad social y que pudo mantenerse más o menos al margen de la revolución asturiana. Sin embargo, la guerra civil terminará con él y quedará en aquellos que vivieron allí como un recuerdo de un tiempo que ya no puede repetirse precisamente porque la historia externa se introdujo definitivamente en el lugar cerrado. La muerte del marqués y de Benito Montañés contribuyen a este aspecto.

Por otra parte, los hechos familiares acontecidos en Bustiello tienen igual devenir del paraíso al infierno de la vida. En este caso el paso se explica por la misma evolución biográfica del grupo de niños que nacen en la casa de Montañés: del paraíso de la infancia a la incertidumbre de la adolescencia y la vida a partir de la juventud. Los conflictos personales, la madurez sexual, los intereses de terceras personas y la irrupción de los conflictos históricos convierten la infancia en un paraíso perdido que la única superviviente recuerda siempre con la conciencia de ser la última de la familia.

La misma Aida, en el tiempo presente de la novela, se encuentra herida por esa misma circunstancia. De su infancia sabemos poco en esta novela, pero su presente le ha llevado a un mundo de soledad. Su intento de reconstruir la historia familiar, la relación que mantiene con Bruno -tanto por el recuerdo de los Estudio 1 como por el secreto que esconde su identidad- y el regreso final a Bustiello ponen de relieve precisamente eso mismo, la pérdida de un paraíso al que se intenta regresar de alguna manera. O, al menos, comprender las claves perdidas de su esencia.

Noticias de nuestras lecturas

Mª Ángeles Merino desentraña las claves de la estructura poliédrica de la novela de Laura Castañón en su última entrada.

La tercera entrega de Pancho sobre Dejar las cosas en sus días nos evidencia la firme trabazón de espacios, personajes y tiempos de la novela.

Luz del Olmo, en su primera entrada sobre la novela, aborda la técnica por la que la autora nos propone lo que inicialmente parecen dos historias en una.


La última entrada de Pancho sobre Todo lo que era sólido llega a lo mejor de esta obra: las propuestas de mejora, que todos deberíamos grabar en la memoria.


Novena entrada de Gelu referida a nuestra lectura de La estafeta romántica. Retrata una España en la que nadie se creía a nadie.

Martes, 25 de febrero
Encuentro en Burgos con Laura Castañón


Laura Castañón, la autora de Dejar las cosas en sus días, novela que nos ocupa en este mes de febrero, estará con nosotros en la próxima reunión del Club de lectura presencial. Celebraremos un coloquio con la autora para debatir sobre su novela.. Con este motivo, ampliamos la convocatoria y, además de a los miembros del club presencial, invitamos todos los lectores y seguidores de La Acequia y a  cuantos estéis interesados. El coloquio tendrá lugar el martes 25 de febrero, a las 16:30 en la Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos. Entrada libre hasta completar el aforo.

Coordinador y moderador: Pedro Ojeda Escudero
Organiza: Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos
Colaboran: Instituto Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Burgos y Editorial Alfaguara.

Formas de seguir el Club de lectura virtual


A partir de ahora, hay dos formas de seguir el Club de lectura virtual de La Acequia. Ambas gratis y abiertas a todos. En el bloghttp://goo.gl/E3RGwb y en Facebook: http://goo.gl/PIB1sd.

Ya sabéis que recojo en estas entradas de los jueves los comentarios que los seguidores del Club de lectura hacen en su blog hasta el miércoles y aquellos que me dé tiempo del mismo jueves. Si me he olvidado de alguno, os agradecería que me lo hicierais saber.

8 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Querido Pedro:

Creo que no has visitado esta semana mi blog,por eso no ha visto la entrada, puede que también la culpa la tenga Internet que no actualiza las entradas, pero sí estoy leyendo el libro de Laura Castañón. Es más, te diré que el martes es muy posible que nos veamos.

Sabes que te lo digo con todo mi cariño

Un abrazo

Luz

pancho dijo...

La autora sabe introducir en su novela, con gran habilidad, elementos de la lucha de clases de finales del S. XIX y principios del S. XX que hemos visto en Galdós y Pío Baroja. Las teorías de León XXIII, Bakunin o Marx explicadas en el relato es otro punto positivo de la novela.
En esta tierra hay numerosos ejemplos de esos pueblos de casitas blancas todas iguales que el Franquismo proporcionó a los labradores que quisieran establecerse en una parcela de regadío que pudieron comprar con el sudor de su frente. Fue una excelente iniciativa para fijar población en las zonas rurales. Ahora las casas y los pueblos están casi todos abandonados porque la gente no está dispuesta a trabajar tanto para el poco beneficio que obtienen. Los agricultores se han ido a vivir a las cabeceras de comarca o a las ciudades. Es muy grave lo que está pasando por estas zonas con la despoblación rural.
Excelente análisis de la novela. Yo voy atrasado para no perder la costumbre, pero hay muchos elementos de la narración que cada vez más me llaman la atención, y que te hacen sentir afinidad por lo que se narra.
Un abrazo.

lichazul dijo...

pues yo paso de esta lectura jajaja, en realidad he pasado de varias

besitos y buena jornada

Anónimo dijo...

De todas las lecturas has pasado, querrás decir, y ¡jajaja LICHAZUL no sabes lo que te pierdes!.

Jajaja

-/CODECOLA

Sor Austringiliana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Abejita de la Vega dijo...

Los niños Montañés serán expulsados del Paraíso, Bustiello también, la protección no les salvará de la tragedia de la guerra civil.

Viví doce años en un poblado obrero de ese tipo que describes: Legazpi, Legazpia, en la provincia de Guipúzcoa, el feudo de Patricio Echeverría, la fábrica llamada "Aceros Bellota", dedicada a la fabricación de herramientas. Viviendas para obreros, economato, colegios de la Salle y de las carmelitas, residencia de ancianos, comedor, médico, carbonería...La principal diferencia era que Patricio empezó como aprendiz de herrero y don Claudio nació rico y marquesito. Y el control religioso no creo que existiera, al menos en los tiempos en que yo estuve allí, de 1979 a 1991. Tampoco sé como era aquello en vida de don Patricio el viejo; yo viví en el pueblo cuando los directores eran los hijos. Tal vez redacte una entrada sobre Legazpia y su proteccionismo industrial, al estilo vasco.

He disfrutado con esta novela poliédrica, novela del recuerdo. Y estoy deseando que llegue el martes. Disfrutaremos, seguro. Lo de facebook, una buena idea. Aunque yo sea de blog, voy asomando al feisbu.

Besos, Pedro.

Myriam dijo...

Que disfruten mucho del coloquio con la autora. Siento mucho no poder asistir, espero noticias.

Abrazos

DORCA´S LIBRARY dijo...

Pedro, como mañana viene Lucía Castañón a Burgos, se me ha ocurrido que podría hacer mi comentario como si de una carta dirigida a ella se tratara. Sería algo así:

Hola Lucía:
No la conozco personalmente, pero estoy empezando a conocerla como escritora a través de su primera novela "Dejar las Cosas En sus Días", que nos ha tocado leer en la tertulia literaria de Pedro Ojeda, de la que tengo el placer de formar parte.
Lo que más me ha gustado de su novela son las descripciones que hace de sus personajes, sobre todo los femeninos. No sé por qué, pero siempre han tenido para mí mucho más atractivo literario los personajes femeninos.
Cada personalidad está perfectamente dibujada. Destacaría a Sidra, la responsable. Se hace adulta en el momento en que muere su madre.
Camino- Ha perdido a su marido trágicamente en la mina. Y tiene que sacar fuerzas de donde no las hay, para criar a su hijo y a los de los demás.
Las mujeres en esta historia, tienen que ser doblemente fuertes, por mujeres y porque, como Camino, muchas se quedan sólas y tienen que hacer también la labor de ellos.
En cuanto a los personajes masculinos:
Claudio (el marqués), representa el poder absoluto.
Benito Montañés es el brazo ejecutor del poder del marqués. Él y por encima de él, Dios, son prácticamente las razones de su existencia.
Pero es Efrén, el médico quien más acapara mi atención. Por su personalidad, se intuye enseguida con quién va a chocar. El primer rechazo surge con Gustavo Bartomen, el ingeniero.
Los momentos en que describe los pensamientos del médico hacia Camino, y de ésta hacia el hombre, me han gustado. Esa complicidad nacida de una simple mirada.
A través de las investigaciones de Aida vamos conociendo su vida y también los momentos históricos y sociales en los que los personajes se mueven. Eran tiempos difíciles. Como lo son aquellos en los que se intuyen cambios sociales. Como ejemplo tenemos lo que nos está tocando vivir ahora. Aunque por distintas circunstancias, no dejan de ser cambios que nos afectan a todos.
Aquí me va a permitir que haga alguna pequeña crítica. Precisamente son las intervenciones de Aida lo que menos me gusta de la historia. Quizás porque el toque periodístico que le da a la novela, aunque le proporciona agilidad, creo que corta la atmósfera que se va formando en cada una de las escenas. Es como si tuviéramos que estar saliendo continuamente de un lugar en el que estábamos a gusto.
Otra de las cosas que he echado de menos son más descripciones del paisaje. Siendo como es Asturias donde la historia se desarrolla, no sé cómo ha podido contenerse.
Todavía me quedan unas hojas para terminarla. Aquí debo confesar que no le he sido totalmente fiel como lectora. Se me han cruzado un par de novelas cortas de otros autores, y no me he podido resistir.
Sé que el día 25 va a estar en Burgos. Me hubiera gustado poder estar con Vd., pero tengo que trabajar. Le mando un abrazo y mi agradecimiento por compartir con nosotros sus historias.