Escultura en hierro reciclado de Juan Jesús Villaverde
Otra vez España como problema. En realidad, el cuestionamiento es parte de su esencia como estado desde que se forjara en tiempos de los Reyes Católicos a quienes, por cierto, no les sorprendería tanto lo de la monarquía federal, concepto que se ha puesto de moda ahora como intento de superar la intensidad del movimiento independentista en Cataluna. En el fondo, es lo que ellos hicieron y lo que se mantuvo hasta la llegada de los Borbón en el siglo XVIII. En contra de la lectura simplista e interesada de la época franquista, los Reyes Católicos construyeron una vigorosa unión a partir del respeto escrupuloso de la identidad de las partes, la Corona de Castilla y la Corona de Aragón. Por eso, los liberales españoles de finales del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX admiraban como modelo aquel estado que nació de los Reyes Católicos y no el de Carlos V o Felipe II. Es curioso que se nos olvide que el impulso mayor del concepto España se dio precisamente al formar un proyecto que tenía en cuenta la diversidad interior. De hecho, cuando Fernando quiso desgajar Aragón de ese proyecto tras la muerte de Isabel fueron los nobles catalanes y la alta burguesía barcelonesa quienes se lo impideron. Les interesaba y mucho ese proyecto, creían en él y, como sucedía en el territorio de la Corona de Castilla, veían un impulso claro que convertiría finalmente a España en la primera potencia mundial en el siglo XVI. No debería olvidarse esa lección porque son las épocas con una tendencia más centralizadora y menor respeto a la diversidad las que han provocado aquí que el proyecto común deje de funcionar. Felipe II, los Borbón o Franco en la historia y actualmente los fanáticos radicales de una unidad a machamartillo han hecho más por aumentar la independencia catalana que los mismos independentistas, que ven en la reacción sentimental a los excesos de aquellos su mejor forma de aumentar partidarios.
El nacimiento de España como proyecto político y no solo como unidad cultural o geográfica, está vinculado a un momento clave de la historia del Reino de Castilla desde la que creció hasta convertirse en la raíz que uniría los diferentes reinos no tanto por imposición -como afirman muchos nacionalistas- sino porque contaba con una idea de proyecto común coherente, el único, en realidad, debajo del cual podrían reunirse todos los territorios peninsulares. A mediados del siglo XIII, Alfonso X el Sabio se convierte en rey de Castilla y, sin que debamos olvidar las bases que había formulado ya su padre, Fernando III el Santo, busca la forma de cristalizar la modernización del reino, dotándolo fundamentalmente de un sentido en la historia. Es la labor cultural impulsada por Alfonso X la que da legitimidad definitiva al reino de Castilla para continuar la lucha contra los reinos musulmanes -construyendo definitivamente esa inteligente falsificación histórica que esconde el concepto de Reconquista- y convertirse en una monarquía cuyos designios históricos -dentro, por supuesto de la visión teológica de la historia- son los de ponerse al frente de los reinos cristianos peninsulares y, finalmente, europeos. Alfonso impulsa la revisión y ordenación de todo el material histórico y legendario para que Castilla se convierta en un reino elegido por Dios para gobernar el mundo: el magno proyecto de la General Estoria comenzaba en la Biblia para llegar provindencialmente hasta él como rey de Castilla. Ya estaban formuladas las bases teóricas para comenzar la propaganda y el adoctrinamiento en la práctica.
Suele pasar desapercibido a los estudiosos el uso que se hace en ese aspecto del Cantar de Mio Cid, pero en él hay un proyecto de España que coincide ideológicamente con el del rey Alfonso, que supo aprovecharse oportunamente de la leyenda existente en torno al héroe castellano. No sería de extrañar, en absoluto, que parte de este proyecto se encuentre en la redacción del texto definitivo del Cantar. El caso es que el único manuscrito existente es de una época posterior a Alfonso X y no anterior y que por mucho que el texto final sea fiel al que copia de principios del siglo XIII nadie puede afirmar cómo era este en realidad y qué cambios introdujo. Incluso la prosificación del Cantar de Mio Cid en la Crónica de veinte reyes es parte indudable de ese proyecto. Aquellos que afirman que un mismo texto pudo trasmitirse de forma tradicional durante más de un siglo se empeñan en algo extravagante. Aunque la trasmisión tradicional de un texto busque siempre la fidelidad al texto de partida, debe adaptase a los cambios de mentalidad y lingüísticos que se obran durante ese tiempo, a no ser que quiera arriesgarse a dejar de gustar o, incluso, a no ser entendido. Y al fijarse en una copia manuscrita admite los cambios que el copista quiera introducir.
Son varias las ocasiones en las que en el Cantar de Mio Cid se cita la palabra España. Su uso es debatido: unos creen que se refiere a la España cristiana o a la musulmana, otros a la totalidad de la Península. La bibliografía también es extensa sobre el nacimiento y acepciones del concepto España y su uso durante la Edad Media. En las discusiones suele aparecer, casi siempre para mal, la ideología de quien opina a partir de los sentimientos nacionalistas. De esto no escapa ni siquiera el que más trabajó para situar la filología española en parámetros modernos y puso la base de la lectura correcta del texto, don Ramón Menéndez Pidal hijo, al fin, de su tiempo y de las necesidades del momento.
Hay que recordar algunos elementos esenciales para comprender lo que sigue y pido disculpas para aquellos a los que resulte obvio:
1º.- El Cantar de Mio Cid, tal y como nos ha llegado, es posterior a la vida de don Rodrigo Díaz de Vivar y, por lo tanto, los usos conceptuales de la palabra España corresponden a la época del texto, no a la época del Cid. Son varios los textos que cuentan las hazañas del Cid y es de suponer la existencia de cantos épicos castellanos sobre el héroe anteriores a Cantar definitivo. Muy posiblemente influyeron en la redacción última que algunos vemos como integración de un material previo en una redacción que aunque sólida muestra algunas costuras que lo evidencian. De hecho, aunque corregida posteriormente, Pidal elaboró su teoría del doble autor y doble época de composición a partir de esas evidencias.
2º.- El texto tal y como está no es una obra popular -entendida como obra compuesta y cantada por el pueblo- sino obra de un autor muy culto, vinculado a las élites sociales, que diseña un relato perfecto tanto en su técnica como en su intencionalidad para que pueda ser admitido en la trasmisión tradicional y aceptado por el pueblo castellano, al que se instruye con él sobre la legitimidad de Castilla, sobre las nociones esenciales de su historia que interesan a dichas élites en sus pretensiones políticas y sobre el comportamiento ejemplar del personaje que se construye como el mejor de los castellanos. De hecho, cuanto más sabemos del Cid histórico, mayor es la distancia con el legendario reflejado en los cantares de gesta y los romances que cantan sus acciones. No debemos suponer en el Cantar una construcción que vaya del pueblo a la Corte, sino al revés. El autor -o autor último en el caso de que haya varios- pone toda su destreza, que es tanta que resulta una obra maestra, para construir un texto que divulgue adecuadamente lo que se quiere afirmar como verdad incuestionable. Cabe recordar que la épica era entendida como historia antes que como literatura. Y, como tal, se prosificaba en las crónicas. Por eso mismo, el único manuscrito conservado se ha descartado hace tiempo como manuscrito de juglar -cosa que se pensaba antes- y parece corresponder mejor a un cuidado pero no lujoso texto destinado a ser conservado en un archivo como prueba documental, quizá del origen de Rodrigo Díaz como natural de Vivar, en una época en la que ya se suscitaba la rivalidad entre esta localidad y Burgos para ser la cuna del héroe, sobre la que no hay ningún documento fiable. De hecho, el primer lugar en el sabemos que se conservó el manuscrito es, significativamente, el Archivo del Concejo de Vivar.
3º.- El manuscrito es una copia del siglo XIV de un texto del siglo XIII cuyo cuerpo fundamental es idéntico a la prosificación en la Crónica de veinte reyes y lo sitúa, significatívamente, en el ámbito del gran proyecto de revisión de la historia de España -y, singularmente, de la de Castilla- impulsada por Alfonso X el Sabio. Aunque podamos afirmar como cierta la fecha que nos sitúa ese texto anterior en 1207, no podemos estar seguros de las partes que se alteraron. Recordemos que Alfonso X tenía entre sus proyectos el ser reconocido como Emperador y aunque el cargo se obtenía fundamentalmente por la capacidad para comprar los votos y adquirir las alianzas necesarias entre los príncipes electores, debía legitimarse con argumentos históricos y teológicos y los documentos necesarios -fueran estos verdaderos o no-. Gran parte de los trabajos históricos promovidos por Alfonso X tuvieron ese destino: demostrar no solo que era el mejor candidato sino que era el único posible por designación divina. Para eso, no duda en forzar la lectura de la Biblia, echar mano de la leyenda de la tumba del Apóstol Santiago y del Cid. Alfonso X, que en esto era muy superior a su rival para el puesto, articula un entramado histórico perfecto por el cual Castilla resulta el nuevo reino favorecido por Dios en sus designios y sus reyes el modelo perfecto del monarca cristiano. Sin embargo, debió finalmente renunciar a sus pretensiones porque su rival supo manejarse mejor en la política real. El hecho de que el Cantar de Mio Cid se encuentre prosificado en la Crónica de veinte reyes no es inocente. Y también resulta significativo que el texto final del Cantar de Mio Cid pueda relacionarse con esta época e intención. Hasta el punto de que puede afirmarse que el Cantar de Mio Cid tal y como nos ha llegado es una herramienta más en el proyecto de Alfonso X el Sabio, sin que con esta afirmación pretenda que sea él quien directamente impulsara la modificación del texto tradicional.
Llegamos a la parte final del Cantar de Mio Cid, en donde está la afirmación más tajante del concepto España de cuantas aparecen en la narración. Con la derrota y muerte de los infantes de Carrión en el juicio de Dios sostenido para limpiar la deshonra de la Afrenta de Corpes, el Cid está en el momento de mayor esplendor de su honra. Lavada tiempo antes la deshonra que motivó su destierro, con la conquista de Valencia y la reconciliación con el rey, la derrota del bando de los Infantes lleva a Rodrigo Díaz a la culminación de su vida (cabe recordar que toda la parte correspondiente a los infantes de Carrión es legendaria y no histórica). En vida no puede ir más allá: se ha convertido en el modelo perfecto del castellano y un elegido por Dios. Otras leyendas desarrollarán lo que sucede tras su muerte, convirtiéndolo en un santo cuyos restos son capaces de realizar milagros como los recogidos en la Leyenda de Cardeña. Pues bien, es justo en ese momento cuando el narrador afirma:
Andidieron en pleitos los de Navarra e de Aragón,
ovieron su ajunta con Alfonso el de León,
fizieron sus casamientos con don Elvira e con doña Sol.
Los primeros fueron grandes, mas aquéstos son mijores,
a mayor ondra las casa que lo que primero fue.
Ved quál ondra creçe al que en buen ora naçió,
quando señoras son sus fijas de Navarra e de Aragón,
oy los reyes d'España sos parientes son,
a todos alcança ondra por el que en buen ora naçió.
ovieron su ajunta con Alfonso el de León,
fizieron sus casamientos con don Elvira e con doña Sol.
Los primeros fueron grandes, mas aquéstos son mijores,
a mayor ondra las casa que lo que primero fue.
Ved quál ondra creçe al que en buen ora naçió,
quando señoras son sus fijas de Navarra e de Aragón,
oy los reyes d'España sos parientes son,
a todos alcança ondra por el que en buen ora naçió.
Es la honra del Cid la que da verdadera altura a los futuros reyes de España gracias al nuevo casamiento de las hijas del Cid con los infantes de Navarra y de Aragón. Su descendencia terminará rigiendo los reinos de la España cristiana. Esto, que no sucedió realmente hasta 1201, ayuda a fechar el texto, pero lo importante es lo afirmado: es la sangre del Cid, del héroe castellano, la que articula esos reinos cristianos. El uso de la palabra España en ese momento es de un gran significado puesto que viene a construir la idea de España desde Castilla cosa que, sin duda, debió entusiasmar a Alfonso X metido como estaba en su proyecto imperial. El Cid, un héroe castellano, se convertía así en el punto de unión necesario de todos los reinos cristianos peninsulares. El broche que necesitaba el rey Alfonso.
12 comentarios:
la Hispania o Iberia, nombres que se enredan ,como el adn entre los pliegues de la carne vigente mundial
besitos
pd... me gusta el CID, me da la idea del macho alfa en tiempos donde no abundan
Hola Pedro:
¿Tenía en cuenta el proyecto de los Reyes Católicos la diversidad interior?
Recordemos que la lengua gallega, por ejemplo, pudo sobrevivir porque se mantuvo en los campesinos, ya que en el orden público y la iglesia fue borrada del mapa.
Quizás este equivocado.
Un fuerte abrazo desde lejos.
Antón.
Magistral reflexión histórica la tuya, Pedro. Pero los radicales no quieren más historia que la que ellos han inventado. Y llegan a creérsela. Y la proclaman.
Me lo guardo.
Besos
El problema de la diversidad es que sea demasiado diversa, como así ocurre ahora (recordemos los reinos Taifas). El Cantar de Mío Cid ha sido y posiblemente será utilizado con uno u otro fin, leyenda e historia se mezclan en él también para entretener al pueblo, tal vez recogiendo su sentir. No se.
Un histórico abrazo.
La llave que abre o cierra las puertas del país está ahora en posesión de las regiones más prósperas desde un punto de vista económico, a costa del empobrecimiento y despoblación de grandes extensiones del resto. De golpe las raíces de la nación ahondan trescientos años en la claridad de la historia documentada por la literatura, para que luego digan que no vale para nada útil.
Un abrazo.
Querido ANTÓN: El abandono de la lengua gallega como expresión cultural y administrativa escrita durante varios siglos tuvo que ver más con las élites locales gallegas que con la acción directa de los Reyes Católicos. Y ya había comenzado antes: el peso de la lengua castellana como lengua de encuentro peninsular creció durante el siglo XV por la importancia que cobró en el impulso del final de la Reconquista y, finalmente, en el XVI, con el proyecto imperial. Algo similar sucedió en Cataluña. En ambos espacios fueron las élites culturales de esos lugares los que dejaron de usar como lengua escrita los idiomas propios. Por una parte, se embarcaron interesada y voluntariamente en ese proyecto mayor del que hablo en el texto de mi entrada; por otra, favorecía su distanciamiento sociológico con el pueblo.
Por suerte, en Galicia, el pueblo siguió cuidando la literatura oral y la cultura tradicional en gallego y todo ello volvió a exponerse en una maravillosa literatura escrita que creció a partir del siglo XIX, cuando las élites locales, lentamente, volvieron a usarla a partir del surgimiento de los ideales nacionalistas con el romanticismo y los regionalismos de aquel siglo.
Un abrazo.
Pedro:
Muchas gracias por tu aclaración.
Estoy de acuerdo que los nobles locales abrazaron la lengua que les permitiría acomodarse mejor en el nuevo orden, pero no creo, por ejemplo, que los religiosos estuvieran gustosos de depender de obispos alejados geográficamente y de la problemática de los feligreses.
No es difícil imaginar lo grotesco que podía ser que un cura de Toledo confesara a un campesino gallego que le hablaba en su "dulce lengua"
De todos modos, Pedro, me cuesta imaginar a los Reyes Católicos como los paladines del respeto por la diversidad cultural de los pueblos que habitaban las distintas regiones de la península.
Los pienso en cambio con un objetivo supremo como es unificar el territorio.
No creo que les preocuparan demasiado los "daños culturales colaterales" que surgían al llevar a cabo su empresa.
Reconquistar la península, caiga quien caiga. De hecho sus restos descansan en Granada como señal inequívoca del objetivo alcanzado.
La diversidad cultural quedaba en un plano secundario...
Con este comentario no quiero defender a los que siguieron en el tiempo. En absoluto.
Un fuerte abrazo.
Gracias por tu paciencia ;-)
Antón.
Con respecto a tu primer párrafo: "La diversidad interior"... siempre que fuera católica apostólica y romana ¿no?. ¡Qué grandes reyes hubieran sido Los Reyes Católicos si no se hubieran servido de la Inquisición como lo hicieron, con todo lo que ésta implicó que muy bien conocemos en materia de torturas, muertes y expulsiones.
Interesantísimo todo lo escribes de Alfonso X el Sabio, que sí se nutrió o sirvió, mejor dicho, de la Escuela de Toledo con judíos y musulmanes para escribir sus obras y todo lo que cuentas aquí del Cid Campeador y de la clara ideología de esta obra culta que muestra el ideal de héroe castellano, más humano que el francés; y el personaje histórico.
Gracias por esta soberbia clase que he leído con mucho atención.
Besos
MYRIAM: Entre Alfonso X y los Reyes Católicos lo que había sucedido era, precisamente, el cierre del proyecto imperial que había en ese concepto de España. De ahí el cierre a la uniformidad en la que los Reyes Católicos no se diferenciaron demasiado de su contexto temporal y geográfico.
Gracias por tus palabras.
Qué interesante. Realmente Alfonso X tiene una sombra más larga de lo que hasta ahora creía.
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