En Intemperie hay una presencia calculada de la violencia, cuya disposición a lo largo de la novela está sabiamente administrada en su creciente dosis, hasta llegar a un límite que quizá busque conmocionar a un tipo de lector ya tan habituado a ella en el arte que sería incapaz de percibirla de otra manera y que sorprenderá a quienes no estén acostumbrados a su presencia en la literatura que busca un público amplio. Extrema y explícita casi siempre aunque parte de una elipsis sobre los motivos para que el muchacho protagonista salga de su casa y se eche al mundo. A través de las alusiones al padre y al ambiente familiar, la violencia es el motor primero de su decisión. Esta elipsis está bien trabajada por el autor: el lector quiere aclarar estos motivos -que nunca se le darán del todo- y esto le hace adentrarse en las páginas del libro en busca de una respuesta. La violencia en esta novela deja a las víctimas sin refugio -simbolizado en su título-, en un descampado emocional. Existe la esperanza, pero esta es tan frágil que el lector teme -en un suspense bien mantenido por el autor- que en cualquier momento se rompa.
El tratamiento de la naturaleza por el autor, que la lleva hasta un territorio parco en posibilidades de supervivencia, deja a los seres humanos que por ella transitan bajo un sol abrasador y sin agua. Este paisaje no actúa voluntariamente sobre los protagonistas, pero es violento en sí mismo y les reduce a mera condición de supervivientes. Se trata de un espacio no apto para una vida confortable. De hecho, los habitantes de los pueblos han huido buscando lugares mejores donde vivir. Los que se han quedado o se comportan con brutalidad sobre otros seres humanos, ejerciendo una violencia familiar, social o institucional sobre ellos o aprenden a sobrevivir fuera de los lugares poblados en unas condiciones durísimas que les empuja al límite entre la vida y la muerte ante cualquier circunstancia adversa. El muchacho aprende esta lección de supervivencia de la mano del cabrero. De ahí su evolución desde el pequeño hoyo que le permite refugiarse al principio del relato -en el que el temor a ser descubierto le hace orinarse encima- hasta el final, en el que parece haber aprendido las mínimas instrucciones.
Esta es la pequeña esperanza: aceptar la guía del pastor y respetar las normas que permiten sobrevivir en esa naturaleza límite que se comporta como un Dios que nunca responde, nunca ayuda, pero siempre está presente. Las otras salidas no son esperanzadoras: la huida o convertirse en violento. Eso sí, aquel que respeta la vida exigida por ese paisaje siempre estará en la lista de las víctimas.
El tratamiento de la naturaleza por el autor, que la lleva hasta un territorio parco en posibilidades de supervivencia, deja a los seres humanos que por ella transitan bajo un sol abrasador y sin agua. Este paisaje no actúa voluntariamente sobre los protagonistas, pero es violento en sí mismo y les reduce a mera condición de supervivientes. Se trata de un espacio no apto para una vida confortable. De hecho, los habitantes de los pueblos han huido buscando lugares mejores donde vivir. Los que se han quedado o se comportan con brutalidad sobre otros seres humanos, ejerciendo una violencia familiar, social o institucional sobre ellos o aprenden a sobrevivir fuera de los lugares poblados en unas condiciones durísimas que les empuja al límite entre la vida y la muerte ante cualquier circunstancia adversa. El muchacho aprende esta lección de supervivencia de la mano del cabrero. De ahí su evolución desde el pequeño hoyo que le permite refugiarse al principio del relato -en el que el temor a ser descubierto le hace orinarse encima- hasta el final, en el que parece haber aprendido las mínimas instrucciones.
Esta es la pequeña esperanza: aceptar la guía del pastor y respetar las normas que permiten sobrevivir en esa naturaleza límite que se comporta como un Dios que nunca responde, nunca ayuda, pero siempre está presente. Las otras salidas no son esperanzadoras: la huida o convertirse en violento. Eso sí, aquel que respeta la vida exigida por ese paisaje siempre estará en la lista de las víctimas.
Noticias de nuestras lecturas
Mª Ángeles Merino sabe poner el acento en donde cada uno tiene su propia intemperie, además, claro de seguir la narración en la voz del niño e ilustrarla en su manera acertada de siempre.
Pancho comenta con todo acierto los recelos ante la gente que guardan al protagonista de malos encuentros y la lección de vida permanente que representa el cabrero.
Luz del Olmo comenta la autenticidad de la narración y la fuerza con la que conmueve las emociones de los lectores esta novela.
Mimosa analiza las pistas que el autor deja a lo largo de la narración y que nos pueden ayudar a comprender el motivo inicial de la huida de casa del protagonista. Excelente aportación.
Paco Cuesta pone sobre la mesa una posibilidad que tiene muchas sugerencias abiertas e interesantes: la influencia del cine de Bergman en la estética del tipo de narración a la que pertenece Intemperie. Muy interesante.
El próximo martes día 22 tendrá lugar la primera sesión del grupo presencial del Club de lectura. Se ha remitido un correo con todos los detalles a los que os hayáis registrado.
Luz del Olmo comenta la autenticidad de la narración y la fuerza con la que conmueve las emociones de los lectores esta novela.
Mimosa analiza las pistas que el autor deja a lo largo de la narración y que nos pueden ayudar a comprender el motivo inicial de la huida de casa del protagonista. Excelente aportación.
Paco Cuesta pone sobre la mesa una posibilidad que tiene muchas sugerencias abiertas e interesantes: la influencia del cine de Bergman en la estética del tipo de narración a la que pertenece Intemperie. Muy interesante.
El próximo martes día 22 tendrá lugar la primera sesión del grupo presencial del Club de lectura. Se ha remitido un correo con todos los detalles a los que os hayáis registrado.
Avisadme si me he olvidado de alguna de las contribuciones de los participantes en el Club de lectura.
8 comentarios:
Ainsss!!!!!
Te has olvidado de mi aportación, debe de ser que no he llegado al aprobado, ja,ja,ja...
Efectivamente, se trata con mucho desasosiego esa violencia y es por ello que el lector está al acecho de cuanto en sus líneas le pueda transmitir el autor para llegar a un desenlace final.
Más o menos fue lo que quise transmitir con mi entrada esta semana.
Besos, Pedro.
Corregido, MIMOSA. Con mis disculpas. También he introducido la entrada de ayer de PACO CUESTA sobre la novela.
De facto, sou obrigada a compartilhar o teu lamento: quão pouco sabemos mutuamente da literatura nos dois países ibéricos!
Querido Pedro, feliz final de semana
Al llegar al capítulo del castillo, nos quedamos sobrecogidos, no nos esperábamos tanta brutalidad. El niño casi achicharrado en la saetera, el pobre viejo apaleado, algunas cabras muertas, la cabeza del macho cabrío infectando la única agua que pueden beber. Demasiado alto el listón de la violencia...meterme dentro del niño me ayuda a soportarla. Pero la historia arrastra, se mantiene la tensión, hay que ir hasta el final.
Un recuerdo a aquellas lecturas que nos permitieron comunicarnos desde nuestras respectivas intemperies.
Un abrazo, te veo y escucho el martes.
A mi entender los protagonistas de la historia: el niño, el cabrero y las cabras sufren toda clase de afrentas y agravios para cargar de razón la venganza que llega in extremis a manos de un viejo tambaleante que está en las últimas. Y los lectores aplauden la acción violenta del cabrero en el momento estelar del relato, igual que aplaudíamos la llegada del Séptimo de Caballería que venía a salvar a los buenos, sitiados por miles de indios malvados. Es el derecho al escarmiento que es tan violento o más que el agravio primero y vuelta a empezar. El cabrero actúa como un ángel exterminador implacable al final de sus días.
La sombra de Caín que parece que acompaña a los habitantes de la estepa ibérica aparece bien retratada en el relato. Y el instinto de conservación que saca lo peor de la especie cuando el medio o alguien te acorrala. Se estila poco lo de poner la otra mejilla.
El argumento parece una simple película del oeste, pero después vamos descubriendo distintos acercamientos a la obra.
Gracias a ti, Pedro, por darnos esta oportunidad de poder poner en común nuestras conclusiones y puntos de vista.
Me ha costado mucho atreverme a ello, me puede la timidez...aunque últimamente parece que me han empujado cuesta abajo y sin frenos, je je je.
Un abrazo con todo cariño.
Quiero felicitar a mis aplicados compañeros de lectura, yo sigo girando y girando, no puedo con mi genio ¿Qué le vamos a hacer? Sabed que aunque ando muy vaga, os leo a todos y os recuerdo siempre.
Besos
(Y que si he de sufrir la Intemperie, que sea en París...que bien vale una misa y dos también)
Os sigo de lejos, pero os sigo...
Bss.
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