A pesar de todos los esfuerzos realizados por los investigadores concretados en excelentes resultados que han modificado y ampliado la forma en que debemos tratarlo, el siglo XVIII español sigue siendo un gran desconocido para la mayor parte de la gente. Sobre él ha caído como una losa una sarta de prejuicios y verdades a medias establecidas en el siglo XIX y acentuadas con el tiempo más por la pereza intelectual que por la verdad de los hechos. El siglo XVIII tuvo una forma de afrontar la cultura y el arte algo diferente a nuestros tiempos. Si embargo, en él está todo lo que nos ha constituido como nación. Incluso el fracaso de sus propuestas renovadoras explican mucho de lo que nos ha ocurrido después.
Cuando uno se mete hasta el codo en la labor realizada por los pensadores, literatos y artistas españoles del siglo XVIII se sorprende porque habían insistido en contarle las cosas de otra manera. Se soprende incluso de que estuvieran en puestos avanzados con respecto a sus coetáneos europeos y que sus propuestas leídas hoy todavía asombren por su modernidad: alguien tan vitalmente contradictorio como Torres Villarroel escribió la primera autobiografía moderna; Jovellanos está a la altura, como pensador político, de los grandes personajes europeos; Cadalso es considerado por muchos como el primer romántico del continente; Goya fue un genio de tal calibre que su impulso creador aún no se ha agotado. Esto por mencionar sólo algunos nombres que nos suenen a todos. Junto a ellos hay decenas que merecen fama y reconocimiento, incluidos varios músicos, científicos y técnicos.
En 1812 se proclamó la primera Constitución Española, en Cádiz. La labor de los legisladores, en un ambiente bélico fue posible por todo lo que había sucedido en las décadas anteriores en España y sus provincias en Ultramar -las aportaciones de los pensadores, artistas y diputados americanos fue fundamental en todo este proceso-. No se puede improvisar un texto consitucional como el de 1812, que debe más a un proceso interno de evolución del pensamiento nacional que a una moda extranjera. De hecho, el concepto de liberalismo que se extendió por todo Occidente nace en la España de finales del XVIII.
No son ellos los que deben ser rescatados, sino nosotros de nuestra propia ignorancia. Entre otras cosas porque si sus propuestas no hubieran tropezado con tantas dificultades y sinsabores, la historia de España se hubiera escrito de forma diferente. A ello contribuye decididamente este excelente volumen de más de 1000 páginas coordinado por Fernando Durán López, Hacia 1812 desde el siglo ilustrado, que recoge las Actas del V Congreso Internacional de la Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII, editado por Trea y que se estructura en cuatro partes: Raíces y semillas de cambio, Una sociedad en transición, Literatura y arte comprometidos y Nombres entre dos épocas.
8 comentarios:
Soy un ignorante más en lo que respecta al s. XVIII de nuestra historia. Un siglo oscuro, eclipsado por su antecedente "siglo de oro" que se extiende hasta el Barroco y el posterior s.XIX con la invasión francesa y la catástrofe del absolutismo, para terminar con las derrotas en todos los frentes y el brillo del pensamiento de "la generación del 98". Así emparedado, queda en el misterio y en el olvido todo un siglo de historia.
Gracias Pedro por la curiosidad que despiertas y las ganas de saber más sobre lo que tuvimos y del legado que nos dejó.
Maltratado por los libros de texto. Por didáctico e ilustrado, como si eso fuera malo.
Buenos días, Pedro.
Es verdad que es un gran desconocido el siglo XVIII y sin embargo, en la poca documentación que he manejado y siempre centrándome en zonas muy particulares, vas viendo que fueron años donde se depositaron muchos gérmenes para lo que ocurriría en el después.
Interesante este libro que reseñas.
Un abrazo
Luz
No puedo sino aplaudir la iniciativa editorial que, al menos en mi caso, llena un vacío.
toda la historia siempre tiene giros subjetivamente interpretados
besos
¡¡Interesantísimo!! Se que el S. XVIII fue muy importante para España. Conseguiré este libro que nos recomiendas y me lo devoraré. Que necesario es, como dices, "rescatarnos de nuestra propia ignorancia" (y prejuicios) y leer, leer y leer. Leer y reflexionar, leer y leer diverso. Leer y leer la historia, no como nos la cuentan, sino la que es en verdad objetiva y se atiene a las fuentes documentales. No solo como curiosidad, sino para entender también de donde venimos y por qué, para poder provocar los cambios necesarios en nuestro presente, para tener un futuro distinto al que nos quieren vender embotellado. ¿Pero que haces cuando te encuentras a un necio que se jacta de su ignorancia y además es, soberbio? Admiro la santa paciencia del docente que abre mentes, siembra semillas, a veces en tierra tan árida o estéril... aunque por suerte, siempre florecen muchos huertos.
Besos
Buenos días, profesor Ojeda:
Una vez más, gracias por su clase y por llevarnos a ese siglo.
Cuántas dificultades se les presentan -en todos los tiempos- a las personas que buscan una verdadera evolución positiva para todos.
El libro que nos muestra, es atractivo desde la portada.
He estado mirando en la Red, y veo que el autor nos permite acceder
al índice del contenido y leer unas páginas.
Un abrazo.
Gracias GELU por el indice. (No puedo poner los acentos en este ordenador prestado). me reafirmo en mi comentario anterior. Interesantisimo. Que variedad de temas!!!
Abrazos
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