Esos días calurosos de verano en los que todo se empasta. Y de pronto, una brisa entra por las ventanas, mueve los pesados cortinajes y anuncia una tormenta que alivia. En el pasillo penetra olor a tierra húmeda del patio. No te escondas ni huyas de la lluvia que cae ya, que todo lo deslava para que pueda comenzar de nuevo: qué poco hace falta para alcanzar la calma.
11 comentarios:
Que bien se siente ahi....
Cariños
Ali
Muy bella observación.
Besos.
qué rico es ese olor!!! y esa sensación previa
estar allí y dejar que esa brisa se cuele entre los cabellos y las ropas
nos hace estremecer y sentir vivos
besitos, precioso el pasillo a desnivel
es una invitación a recorrerlo a pie descalzo
Esas ondulantes cortinas nos invitan a salir la calle. Parecen anunciar una buena tormenta.
Empaparnos hasta los huesos, estremecernos con los truenos y maravillarnos con los rayos,
dejándonos seducir por el olor a tierra mojada.
Alcanzar la calma dependerá del talante al disfrutar la tormenta.
La lluvia siempre fue buena para la acequia,la da caudal y alimenta los áridos terrenos de secano...yo prefiero estar a cubierto de las inclemencias del tiempo y contemplar la lluvia al resguardo de patógenas humedades.
Me ha transmitido mucha paz tu escrito, Pedro, parece que la lluvia limpia, no sólo la mirada exterior, también la interior.
Un beso.
Ha sido un verano de tormentas.
La Naturaleza...solo ella, nos la devuelve siempre.
Bienvenida sea esa brisa, si es certera en aproximar dicha calma, acompañada de ese aroma a tierra, tierra húmeda y callada...
Besos, Pedro
¡Qué bien viene esas tormentas que todo lo limpian...!
Me encanta esta foto tan sugerente, siento la brisa que entra por la ventana y refresca el ambiente tan caluroso.
Un abrazo
Luz
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