Hay rosales en los viñedos en estas tierras de la Ribera. Al frente de las cepas, en formación abierta, como vanguardia, a pecho abierto, de la hermosura. Aunque la razón es otra, yo imaginé aroma de pétalos de rosas rojas en la copa con la que brindaba contigo. El viento destila, al pasar por ellos, besos que son senderos de palabras, hileras por donde pasear tu cuerpo en promesa de racimo dulcemente madurado por el sol y alimentado por la lluvia de primavera.
13 comentarios:
Muy sensuales esos racimos...¿o son las rosas?...¿o son los besos?...
:) :) :)
Rosales, racimos y besos: un sedero mágico...
fina sensualidad , bouquet para catar
besos
Siempre hay que dejar madurar el fruto, y probar solo lo que aprendimos a saborear, dulce y calmamente...
Y esperar... no precipitarse en la cosecha.
Besos, Pedro,
Pasión,sensualidad,belleza y vino...combinación perfecta para una locura...o simplemente para sentirse vivo.
¿Es una imagen que creaste?, ¿es una imagen real? No sé. Pero sí que estoy convencida de que es una imagen que me gustaría ver, ¡que digo! si acabo de verla al leerte.
Un abrazo
Poderosa imagen (sin imagen) que traiciona el secreto literario de estos rosales con uñas afiladas que trazan arañazos en la dureza lineal del horizonte casi ferroviario que acompasa el curso del río Duero, detenido al amanecer en las curvas de ballesta de las noches interminables.
Rosas y vino a campo abierto...una muy buena conjunción!
saludos.
Vino y rosas, mejor que darle a la rueda del ratoncillo.
Besos
Buenas noches, profesor Ojeda:
El brindis, es el remate feliz.
Los rosales de las viñas no solo son hermosos y están por lo
decorativo, son la vanguardia, y su misión es defensiva al ser
más sensibles a las enfermedades que atacan las vides. Se
ofrecen para detectar antes los posibles peligros, y -además- lo
hacen llenando el aire de su aroma.
Dejo una canción
Saludos.
¿Y por qué yo no veo los rosales? es que no veo ninguna imagen en ésta entrada ¿o serán mis ojos que ya ni ven del sueño a estas horas?
días de vino y de rosas.
biquiños,
Por aquí, o cerca de aquí, en el Somontano de Barbastro, también los rosales son la vanguardia. Es, en cierto modo, triste, que la belleza sea más sensible a la enfermedad.
Un abrazo
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