En mi barrio han cerrado tres quioscos. De la noche a la mañana colgaron un letrero de se alquila o se vende o se traspasa. No es que no sucediera antes: pero siempre se abrían a los pocos días y ni siquiera llegaban a colgar cartel alguno. Estos de mi barrio llevan más de un año cerrados.
Me recuerdo de niño, acercándome a los dos quioscos que había cerca de mi casa, en el barrio de la Rubia: uno vendía solo chuches, el otro prensa y libros de colecciones populares. La propina apenas me llegaba para unas golosinas al principio. Luego tuve que optar por ellas o mis primeros tebeos: el TBO, claro, Roberto Alcázar, Jabato, Hazañas bélicas. Lllegué después a las novelas de vaqueros, pero estas no eran tan costosas: bastaba con comprar la primera y cambiarla después en el mismo quiosco por una nueva. Una inversión segura.
Eran aquellos quioscos pequeños, con una ventanilla mínima a la que los niños nos asomábamos como quien se arroja sin temor a una poza refrescante en verano. Después llegó la explosión de la prensa periódica, su crecimiento gracias a la democracia y la ampliación del negocio a decenas de cabeceras, con infinitas colecciones de todo tipo. Tiempos en los que ir a comprar el periódico un domingo era una fiesta de la que se regresaba a casa con periódicos de cientos de páginas y suplementos especiales, además de libros. Todavía conservo colecciones de obras completas de los mejores autores contemporáneos que compré en los quioscos. Incluso se vendieron por entregas en ediciones asequibles los mejores diccionarios y enciclopedias o los grandes títulos de la filosofía occidental o de la literatura en español. Incluso cuando grandes editoriales saldaban sus fondos terminaban publicando colecciones de libros de gran calidad en ediciones populares. Hubo un tiempo en el que ir al quiosco era hacer un alto en el ruido del tráfico para festejar la cultura y lo mejor de la opinión publicada. Reconozco que en los años noventa me podía pasar minutos muertos ante el quiosco habitual decidiendo qué compraba de todo lo que tenía y me volvía a casa con las manos cargadas. O acudía apresurado a desayunar en una cafetería, si era domingo, para abrir el periódico -siempre de atrás hacia adelante- o rasgar el plástico en el que venía envuelto el dominical o el libro o el fascículo del coleccionable. Eran tiempos en los que compraba un periódico cada día, tres los días en los que sacaban sus suplementos culturales y tres o cuatro los domingos. Bajo mi brazo iban juntos El País y el Abc -por entonces, el mejor en la información cultural- y se trasteaban con Diario 16 y, después, con El Mundo. Por supuesto, también El Norte de Castilla, que leo desde niño, cuando tenía aquel formato tabloide, una impersión que olía a tinta reciente, una elegante tipografía y los gatos con los que se componían las columnas. Fui de los pocos que compraron El Sol.
Una de mis elecciones más difíciles cada vez que me he cambiado de casa -que son muchas veces- era la elección de un nuevo quiosco habitual. Durante semanas peregrinaba por las calles cercanas hasta encontrar el lugar apropiado en el que comprar el periódico. Reconozco que esta última vez lo he tenido difícil. Vivo en esta casa desde hace más de seis años. No compro ya tantos periódicos como antes: ahora los leo en Internet, aunque me resisto a dejar la costumbre de bajar el domingo por la mañana comprar el pan y el periódico. Los que regentaban el quiosco más próximo a mi casa -uno de los que han cerrado- no eran especialmente comunicativos. Pero yo tampoco soy ya un cliente habitual de los quioscos. Me temo que si vuelvo a cambiar de casa ya no buscaré un quiosco fijo.
No sé si ahora son rentables o no los quioscos, aunque me temo la respuesta por lo que observo. La prensa en papel apenas se vende y poco es el margen de ganancia con el resto de los artículos. La mayoría de los que siguen abiertos en mi barrio los atienden sus dueños, personas mayores que parecen esperar la próxima jubilación con la tristeza de quien sabe que sus herederos no querrán seguir con el negocio y que será imposible traspasarlo o venderlo.
Han cerrado tres quioscos en mi barrio. Otros dos siguen abiertos pero han colgado un cartel de se vende. Quizá dentro de poco, para comprar el periódico los domingos, tenga que hacer como en aquellos agostos en los que toda la ciudad se cerraba y tenía que salir de mi barrio para encontrar uno abierto.
21 comentarios:
Me he identificado mucho contigo en lo que comprabas en los quioscos de niño. A mí me compraba todos esos tebeos mi madre y llegué a tener auténticas colecciones del Capitán Trueno, de El Jabato y de Azañas bélicas, que eran los que más me gustaban. También hice colecciones de arte, de literatura y de música. Pero en mi barrio no ha cerrado ningún quiosco, y mira que hay tres en dos manzanas. Me gustan los quioscos, tienen un algo de complementariedad en mi vida que me impide prescindir de ellos. Todavía disfruto más leyendo la prensa en papel (también de atrás hacia delante) que en la pantalla del ordenador. Es que eso de pasar las páginas, como en los libros, es un placer insustituible.
Pues a mí sí que me da pena, Pedro. Que desaparezcan ciertos elementos que muestran cercanía entre la gente. El problema es que el producto se ha alejado del pueblo para acercarse a los políticos innecesarios.
Por eso no he vuelto a comprar periódicos.
Por eso y por salud mental sobre todo.
Todo cambia sin remedio, y la nostalgia nos puede.
Ahora hay quioscos que parecen supermercados, en algunos venden hasta el pan. Ya no son lo que eran, como los de nuestra niñez.
Hace tiempo que sólo lo compro los domingos, por la revista más que nada.
acá donde vivo (barrio) existen muy pocos, pero en el centro de la comuna hay más y en el centro de STGO aún muchos más
cada vez hay menos diarios que salen , la gente reemplazó el papel por la radio o la Tv, y ahora por las noticias en la web a través del celular o tablets o pc
en fin cambia ... todo cambia
al menos los contentos son los árboles y yo con ellos, menos papel
besitos
pd... pero los kioskos han diversificado su venta
aca hay desde yerbas hasta costuras , de todo no solo diarios y revistas
:D
aqui en la argentina el gobierno los declaro patrimonio cultural, para que no cierren mas y se pueda recuperar lo que tanto aporto a la cultura, igualmente muchos cierran por sus deudas con las editoras, y como vos decis los viejos que ven que los hijos no van seguir con su trabajo.Los "canillitas" como aca se los denomina. fueron reconocidos por el esfuerzo que significo y signifca levantarse todos los dias con frio lluvia, frio calor a las 4 de la mañana y porque un gobierno anterior los quiso destruir, Creo que el papel nunca se va a terninar puede mermar pero diarios, revistas, y hasta libros se seguiran vendiendo mientras haya lectores que prefieran este modelo. muy bueno este post. felicitaciones como siempre lo admiro.
En los Vadillos, mi barrio burgalés, quedan quioscos. Pero la cara del quiosquero más cercano me dice que esto ya no es lo que era. El hombre pone cara de resignación: la gente lo lee en el bar o en Internet. Y dónde poner tanto coleccionable tontorrón, qué cruz. Aquellas colecciones de buenos libros se fueron como las golondrinas de Bécquer.
Besos, Pedro, desde el páramo burgalés.
¿Alguien se imagina a un niño, hoy, dejando su Play, móvil, ( o lo que sea) para ir al quiosco a pedir un tebeo?
Yo, (iluso, romántico o inasequible al desaliento) todavía invito a mi hijo a acompañarme al quiosco sabados o domingos, como lo hice con mi hija ya mayor y lo hizo conmigo mi padre, a veces lo consigo , para que compre la revista de la NBA. ... Algo es algo.
Sobre la rentabilidad de los quioscos, en estos momentos un negocio, un comercio, NO ES RENTABLE, es un auténtico suplicio mantener algo abierto, se merecen (nos merecemos, nos merecíamos ya) un auténtico premio. En cambio,reciben (recibimos, recibíamos) subidas de impuestos, gravámenes, subidas de tasas, precios, ... Un comercio abierto hoy en día es un milagro ... o un chino.
Tienes razón, muchos han cerrado y es que la prensa escrita ha descendido muchísimo en sus ventas. No sé si eso tiene solución. Creo que ni las chucherías que tanto se han vendido y por la que tantos hemos penado cuando eramos más pequeños, pueden salvar esos pequeños negocios. Un saludo
Más o menos he llevado tu misma trayectoria, por edad, aunque no he comprado tanto en los quioscos como tú. Ahora sólo compro el periódico los sábados por Babelia y los domingos. Pero El País, que es el que siempre he comprado, está descendiendo cada mes un poco más de calidad, al menos como la entiendo yo, claro, así que tarde o temprano dejaré de comprarlo. Suelo repartir la compra entre los tres quioscos que hay donde vivo, por aquello de favorecer de igual manera a mis vecinos, a fin de cuentas, pero han estado, dos de ellos, a punto de desaparecer. Vamos hacia terrenos desconocidos, pero difíciles en todos los aspectos, en éste también.
Un abrazo
Un síntoma claro de recesión económica, según mi entender.
También en mi casa se comparaban muchos fasciculos coleccionables.
Internet conspira contra la prensa en papel, auqnue no creo que pueda acabarla.
un abrazo
Yo no creo que sea por la crisis,aunque también, mejor prefiero pensar en que la gente lee más en la pantalla del ordenador. Por lo menos este es mi caso. Compro un solo periódico el domingo por la tradición de desayunar con croissants. Ya que sales de casa....Yo como Isabel Huete también compré cantidad de revistas de Hazañas Bélicas que eran mis preferidas. Los tiempos cambian profesor. No me digas que no lo habias notado!!!.
Es una pena que todo se esté yendo al garete... ¡Pobres kiosqueros! Besotes alicaidos..., M.
Los Kioskos y los semáforos en Burgos son de comienzo de los 60.
Antes,las vendedoras estaban a la intemperie en la calle o en pequeños locales ocupando algún portal.
Ahora tenemos esto http://kiosko.net/
Como diría don Hilarión hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, lo digital nos invade tal vez en beneficio de los árboles... ¡tal vez!
Un abrazo
Con esta entrada de los quioscos, me has hecho retroceder a mi niñez, cuando iba a los quioscos a comprar chuches, y tebeos de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Carpanta, etc, y cuando se leían, se cambiaban por otros, por un precio muy inferior, eran otros tiempos... ¡qué tiempos!
Yo suelo leer cada día varios periódicos digitales, ahora apenas se compran periódicos, no me extraña nada que vayan cerrando, y en cambio, ahora lo que está en auge son las tiendas de informática, ordenadores, móviles.
Un beso.
PD.- Te dejo el enlace de la entrada que he dedicado a tu proyecto:
http://miplumadecristal.blogspot.com.es/2013/07/la-realidad-de-un-proyecto-en-un-libro.html
Por cierto... ¿está mal escrita la palabra kiosco? es que yo siempre la he escrito así, excepto hoy, porque tú la tienes puesta como "quiosco", por eso creo que kiosco no se debe escribir, aprendido queda.
Otro beso.
es triste...y no sabes cuantas esperanzas han claudicado!!
saludos
Debo ser un privilegiado, en mi barrio siguen los mismos.
La tecnología es lo que tiene, que se lleva por delante un montón de costumbres sociales y culturales, desapareciendo unas clases de mercados para dar entrada a otras más modernas.
Hoy en día da pena leer un periódico ya que han desaparecido los periodistas, quedando solo los incendiaros opinadores, y eso lo siento, el periodista debe de dar la noticia TAL CUAL, no manipularla según sus ideales.
Por tal motivo desde hace años están tratando de vender periódicos a costa de ofrecer regalos con la correspondiente cartilla.
Si nos preguntasemos también ¿Por qué desaparecen los periódicos? Y seguirán desapareciendo por que los padres y abuelos los compran menos, y los niños como siempre han sido imitadores de sus padres y abuelos, ellos no comprarán periódicos por que solo se han convertido en robotijos de las Nintendos y demás ingenios electrónicos.
Es posible que algún día se le ocurra a vos señor de las letras hablar de las televisiones, ya que se les a adjudicado un bien ganado mote de TELEBASURA, lo más triste es que tienen unas grandes audiencias.
Felicidades
mmm que triste lo que cuentas....y de paso un poco de recordar lo era un barrio cuando eras niño...yo tb tengo recuerdo cositas de mi barrio de cuando era mas chica y todo h cambiado...
besines pedro y espero que estes bien ...
:) SAU
Me alegro por quienes pueden tener esos recuerdos de la niñez... Mi lucha por sobrevivir entonces era de tal magnitud que no había tiempo para quioscos ni tebeos.
Quioscos sueltos en su casucha como los que he visto en Valladolid no he visto en Estocolmo, en donde el quiosco es un negocio que se llama Pressbyrån que está en la cuadra incluido como un negocio más. Aquí lo mismo, solo que tiene otro nombre. Los diarios los leo en formato digital, odio la tinta en las manos, que los libros no sueltan, por suerte.
Besos
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