Hoy he terminado las clases de este semestre. Todavía queda mucha tarea: entrega y corrección de trabajos, exámenes y revisiones de notas, reuniones y una ingente labor burocrática. Esta última parte ha crecido desmesuradamente en la tarea del docente universitario en España. En gran medida, por un exceso de reglamentos que implican procesos y plazos que buscaban garantizar la calidad de la docencia pero se han convertido, en la práctica, en un ruido de papeles sin sentido. Cosas que, cuando yo entré en la Universidad, hacía una sola persona con las suficientes garantías, ahora se han convertido en procesos en los que están implicados decenas durante semanas sin que el resultado apreciable sea mejor.
Pero, por suerte, la tarea principal, por muchos cambios que se produzcan en los planes de estudio y en los sistemas de tramitación, sigue siendo lo que pasa en el aula. Curiosamente es lo menos valorado en la trayectoria académica del docente universitario español. La calidad de la docencia se mide mal y se recompensa peor, hasta el punto de que muchos profesores universitarios buscan cumplir el expediente de las clases para dedicarse fundamentalmente a aquello que les permitirá un ascenso más rápido de categoría. Porque en España, el buen docente universitario no tiene más estímulo positivo que la recompensa del agradecimiento del alumno. De hecho, conozco grandes carreras universitarias construidas sobre la base de que la docencia se debe valorar a título de inventario. A mí no me importan estas opiniones. Sigo buscando la mejor forma de trasmitir lo que sé y de adaptarme a la realidad de cada grupo de alumnos. Cuando comencé a dar clase, en los años ochenta del pasado siglo, tenía la misma edad que mis alumnos. Hoy me separan de ellos casi tres décadas. He visto cambiar modas, costumbres y actitudes mentales. Pero no importa: lo esencial es lo mismo aunque las estrategias de aproximación y los ejemplos cambien. Hoy mismo he ejemplificado la revolución poética de Garcilaso de la Vega con el rap del siglo XX: cosa que ya había escrito antes en este mismo blog. Acercarles al conocimiento de aquello que me toca explicar.
Hoy he cerrado las clases de las dos asignaturas que me correspondían en este semestre: Literatura y cine y la segunda parte de la Literatura del Barroco, partida, por necesidades académicas, en dos bloques: el primero, Góngora; el segundo, la prosa barroca, incluido el Quijote. Esta última asignatura les ha parecido más árida sobre todo porque han tenido que leer mucho. Es difícil acercar a Góngora a los jóvenes actuales -pero no mucho más que cuando me tocó a mí estudiarlo- y es difícil que comprendan la necesidad de leer el Quijote completo, aunque al final esto no lo ha cuestionado nadie.
Cuando uno cierra la puerta del aula el último día de clase siempre se queda con la sensación de que se han quedado cosas que decir, que algunas se podrían haber dicho de otra manera. Pero sobre todo, me quedo con la pregunta de si habré logrado trasmitirles lo esencial: la necesidad de acercarse a los textos, de perder el miedo a los clásicos, de que incluso aquellos que estén más alejados de sus gustos son necesarios para su formación académica y personal. Sin el conocimiento de los clásicos somos víctimas fáciles de las supercherías artísticas y de las estategias de comercialización. Y somos menos cultos y más fáciles de manejer por aquellos que quisieran que la cultura se redujera hasta su consideración como mero adorno o como un producto más del mercado financiero. Por eso mismo yo soy un gran defensor de que la cultura no debe servir para nada, debe ser inútil. Entiéndase bien: su valor está precisamente en que no podemos ponerle precio por mucho que nuestro gobierno se haya empeñado en perjudicarla con la última subida del IVA. El gran potencial de la cultura, su capacidad para trasformar el mundo, radica precisamente en esa inutilidad. Espero haberlo logrado.
18 comentarios:
Pedro, acabo de ver un programa de debate en una de las cadenas gallegas sobre la Universidad, la empresa privada, la Administración Pública. Sobre la investigación en concreto y la queja de los investigadores que se encuentran actualmente en Galicia.
Creo que, a este nivel, la Universidad tiene que acercarse mucho más al mundo real. Se quejaban muchos investigadores de que no se dejaba pasta en sus proyectos pero es importante ver qué necesitamos para luego invertir...
¡Cuántas cosas se podrían decir sobre esto!
Sanidad, tratamiento de aguas, residuos, tecnología...
Bueno, sé que no tiene que ver con tu post demasiado pero como acabo de escuchar cosas que no me gustan y que parten de los que trabajan en la Universidad, pues lo dejo aquí reflejado.
Tu labor, por supuesto, digna de todo mérito. ¡Cuánto enseñan los textos y que no desaparezcan esos pensamientos que siguen siendo tan actuales a pesar de estar escritos algunos hace tantísimo tiempo!
Ya sabes que mi relación con la Universidad es un tanto fría. Supongo que es porque la conozco un poquito...y ahora, con formación post-carrera, he seguido tratándola y veo que se siguen cometiendo demasiados errores.
Perdona que utilice este rinconcito para dejar mis impresiones en este sentido.
Y enhorabuena por toda tu implicación, Pedro. Ojalá las personas se involucrasen como lo haces tú en su trabajo. Seguro que tus alumnos te recordarán siempre.
Felices sueños y perdona por el rollo. Sólo pretendo dar un toque de atención. Necesitamos, como bien dices, que nos enseñen a pensar.
A lo largo de mi extensa formación académica en distintos países, sé que hubiera querido tener muchos profesores que dejan, como tú, su alma en y por la docencia. Y sin embargo, los realmente buenos creo poder contarlos con los dedos de una mano.
Tus alumnos no tienen, quizás, idea del gran regalo que les haces, y hasta ignoren tal vez, lo afortunados que son.
Un beso
Pedro eres un buen profesor, sin lugar a dudas, tus alumnos se acordarán de tí por mucho tiempo, como todos los que tuvimos un buen profesor y lo recordamos siempre. Conocer y entender a los clásicos es fundamental para crear e imaginar cosas bellas por encima de la cultura y de los tiempos. Espero que consigas tus objetivos al menos con un buen número de alumnos.
Un abrazo viejo profesor.
recuento y ciclo de un semestre
cuantos profes siguen en la pelea diaria aún cuando los alumnos se han ido
de seguro esas ganas no faltan en quien decidió seguir por la senda de la enseñanza a pesar de tanta piedra que el sistema mete al zapato
de seguro sabrás salir con bien de todas las exigencias administrativas y con mayor razón las exigencias pedagógicas
besos y garra anímica PEDRO
Transformar el mundo y reconciliarnos con él.
Un patrimonio que no pueden cobrarnos.
Besos besos
Persevera en tu empeño.
Tengo para mi que el número de docentes vocacionales disminuye, y sin embargo... ¡sois tan necesarios!
El auténtico valor de la universidad se mantiene por el interés de los docentes y el que saben transmitir a los alumnos. Eso es lo más (único?) importante, no las tareas burocráticas.
Me temo que casos como el tuyo, con ese interés que muestras, no son tan comunes como debiera.
En las universidades que conozco se valora más el escalafón, lo que se traduce en batallas sangrientas entre docentes, olvidando en parte la tarea que tienen que desarrollar.
Espero que continues anteponiendo tus valores a todo lo demás.
Enhorabuena y a descansar!
¡brindamos por ti, Profe y por los que como tú son transformadores y despertadores de conciencias!
en hora bona, felicitats i molt petons
/Codecola
Lo que daría yo por ser joven estudiante de Humanidades y tuviera que leerme el Quijote y desentrañar Góngora. Y con un buen profesor, qué suerte haber nacido hace veinte años.
Da pena acabar un curso, siempre. Te comprendo.
La cultura inútil es la que mejora el mundo. Sigamos.
Besos
Não mudes, continua assim : professor por vocação !
A burocracia aqui também se tornou um pesadelo e parece que os papéis se tornaram o fim e não um meio.
Ao ler esta tua interessantissima entrada me lembrei de "A Civilização do Espectáculo " de Mário Vargas Llosa.
Fuerte abrazo, querido amigo mio.
apuesto a que sí, que has dado lo mejor de vos y debe haber logrado impacto en los chicos -ojo no es un axioma- en la medida que éstos hayan dado apertura a tus dictados de clase
.
si el mundo sigue andando hacia la barbarie, eso es harina de otro costal
.
adelante amigo Profe, adelante
un abrazo fraterno
Estoy covencido de que no te faltará el reconocimiento de la mayoría de tus alumnos, lo verbalicen o no.
Esta tarde asistiré a una conferencia que impartirá Rosa Navarro Durán sobre José Manuel Blecua Tejeiro. Ambos fueron profesores míos y les estoy muy agradecido. Si tengo oportunidad lo expresaré públicamente.
El trabajo bien hecho y la competencia docente dejan huella.
Un abrazo
Aula, alambique del conocimiento. Tras la destilación aumenta el grado.
Gracias
Con una docena de ellos que lean el Quijote como dios manda, no de cualquier manera, ya cumples con creces las expectativas.
"Muerto me lloró el Tormes en su orilla" es Góngora.
Que te sean leves los papeleos.
Es curioso pero esas mismas sensaciones me alteran el organismo cuando se aproxima cada fin de curso.
Yo empecé en los 90 pero es lo mismo.
Ardua tarea pero con tantas gratificaciones que merece la pena lo andado.
Y luego ya en nada... septiembre, con las cosquillitas en el estómago, nuevo temario (no me gusta repetir...) y nuevos cerebros llenos de ambrosía por devorar.
Besos, Pedro.
y yo también espero que lo hayas logrado porque cada alumno de esos tuyos al que hayas podido llegar hará, sin duda, un mundo un poquito mejor.
esta semana saltaba la noticia en Galicia de que Pontevedra (capital) se quedaba sin cine, ¿te imaginas?... retrocedemos, Pedro, poco a poco nos van quitando y quitando y nos van dejando desamparados...
¡es tan triste!
biquiños,
"Sigo buscando la mejor forma de trasmitir lo que sé y de adaptarme a la realidad de cada grupo de alumnos".
Lo que no cambia es el contenido, pero lo que sí es el grupo. Me acuerdo de la leyenda que circulaba sobre algunos profes cuando yo estudiaba: que impartían su clase sobre unos apuntes ya ajados y amarillentos. Eso no es precisamente adaptarse, sino repetir y repetir. Adaptarse, imagino que es como saber olfatear las sensaciones que le produce un grupo y cocinar el contenido de un modo asequible a ellos.
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