Basta que un visionario con un determinado nivel de predicamento o un estafador hábil con dotes de gurú lance la predicción de que se termina el mundo para que decenas de miles de personas se lo crean y realicen extrañísimos rituales para evitarlo o para prepararse ante lo que piensan inevitable. La profecía puede ser de nuevo cuño o partir de creencias del pasado o mezclar unas y otras cosas en un refrito digerible con facilidad. No importa. Incluso ante la popularidad de una profecía surgirán otras que se sumen. Siempte ha sido así, como también ha sucedido que algunos saquen provecho de estas cosas. En su día, con los donativos a los sacerdotes o deidades que pudieran protegernos o situarnos en las mejores posiciones para la salvación; hoy hasta los grandes operadores turísticos venden viajes para asistir al nuevo fin del mundo en las ruinas de la civilización maya que ha dado pie, a partir de la torcida interpretación de uno de sus calendarios, al nuevo Apocalipsis. Así que nos econtramos, expectantes, unos creyéndoselo y otros sin creérselo, esperando el fin del mundo que tendrá lugar el próximo 21 de diciembre. Todo un espectáculo.
Es curiosa la necesidad de un fin del mundo que sienten muchas personas. Y no me refiero solo a los que han sido atrapados por una secta y son capaces de suicidarse tras legar todos sus bienes al fundador del grupo, a la espera de que sus almas sean recogidas por platillos volantes extraterrestes o trasmudados en pura energía.
Hay personas que necesitan que se acabe el mundo. Algunos, porque son incapaces de cortar una espiral de pensamiento destructivo interno: entran en un colegio y disparan sobre todos los que les salen al paso antes de suicidarse; matan a sus seres queridos con la idea de evitarles sufrimiento y después se arrojan por una ventana. Otros necesitan que se termine el mundo porque este no se rige por los principios que ellos piensan son los mejores: son capaces de llevar a una nación a la guerra, si hace falta, y provocar un escenario apocalíptico.
En el fondo, todos aquellos que creen en el fin del mundo son personas que necesitan que se termine porque la desesperación o el fanatismo les ha empujado a abrazar ese final como la única esperanza personal o colectiva de encontrar una salida, aunque sea hacia el despeñadero.
Sin embargo, el mundo no termina. Tiene especial empeño en proseguir, incluso sin nosotros si insistimos en dejarlo. Sucede que lo mejor sería respirar profundamente cuando llegue el minuto exacto del solsticio de invierno del próximo viernes y comenzar a esperar la primavera sin hacer demasiado caso ni de los fanáticos vendedores de ideologías ni de los mercaderes que rodean todos los templos.
22 comentarios:
Ya hubo quien dijo que el hombre es la peor enfermedad de la tierra. Cuando se cure, el hombre habrá desaparecido y el mundo seguirá.
Entre todos nos van a dar unas buenas fiestas.
n abrazo.
El fin de un mundo es el que nos hacía falta; ése que nos está haciendo daño.
Desde el lugar donde se vaticina ese fin se rien todos los indigenas de la incultura Occidental.
En todo caso, sería el fin de la especie. El mundo continúa sabiendo como seguir, por mucho que nosotros se lo impidamos.
Besos besos
¡Muy bueno tu post! Así es, querido, a muchos ésto del fin del mundo les va que ni pintado... Paciencia. Besotes mayas, M.
Que sí, que por supuesto el fin del mundo y en el mundo: para los corruptos y el crimen organizado en todas sus variantes.
ojalá sea el fin del mundo, ese que trata a las gentes como consumidores y en conjunto como mercado, ojalá acabe ese mundo de niños con hambre, ojalá se termine para siempre el pretexto de los índices económico para los gobiernos y comience otro mundo, el de la solidaridad, el de la amistad, el que nos considere hermanos
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pero ya verás,
¡minga el fin del mundo!
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saludos fraternos
Estoy de acuerdo contigo: "esperar la primavera".
Un saludo
El fin del mundo no debe de preocuparnos, sino que nada haya cambiado el día después.
Siempre me he preguntado qué harán los seguidores de estos "visionarios" el día después del no llegado cataclismo ¿aceptarán que fueron engañados o le seguirán dando vueltas al asunto?
Lo mejor será eso, respirar hondo que amanece y no es poco.
Tu último párrafo: genial. Lo hago mío.
La otra noche en la radio, un colaborador del programa La rosa de los vientos dijo: lo peor no es que se va a acabar el mundo, lo peor es que se va a quedar como está. Me reí, pero es para llorar.
Con tal de que siga el espectáculo estamos dispuestos incluso a firmar el fin del mundo.
Un abrazo.
Por algún sitio he visto: no me preocupa el fin del mundo, lo que me preocupa es que siga como está. Eso es también lo que me preocupa a mí.
Besos
El fin del mundo? como comentario para un 28 de diciembre no estaria mal.
Pero sí, el mundo tiene su fin. Y lo que lo rodea y todo lo que rodea a eso. La fatalidad viene entrópica y desordenada. Ni modos. Justamente por eso hay que prestarle a tal el menor de los cuidados.
¡Saludos!
F:
Tens razão: os Maias não predisseram o fim nem do mundo nem da Humanidade.
O seu complexo sistema de calendários termina em 21-12-2012 simplesmente porque a Terra termina aí um ciclo .
Mudanças estão a ocorrer a todos os níveis e implicam perturbaçaõ, mas daí ao suicídio e 7ou assassinato ...passa pelo desequilíbrio interno de quem comete tais actos.
Abrazos, amigo mio
Hay algunos que quieren sacar "tajada" de todo, ¿ es que nunca descansan?
Besos
Luz
se me hace bastante incomprensible cómo hay personas que se toman esas profecías en serio.
no lo entiendo.
biquiños,
cada vez que cerramos los ojos el mundo se acaba
besitos
Desde luego. Si hay dinero por medio, el fin del mundo se convierte en una cantera muy lucrativa.
En relación con esto creo que Mayor Zaragoza ha despachado el asunto mencionando que es verdad, que el fin del mundo existe hoy y ayer y mañana para decenas de miles de niños en el planeta.
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