En España, desde hace unos años, se observa un ataque sistemático a los sindicatos de trabajadores, especialmente a los mayoritarios, a los que se culpabiliza de todos los males. El ataque ha ganado amplitud y ha calado en amplias zonas de la sociedad tanto por la facilidad con la que se han construido mensajes sencillos que contienen un tercio de verdad y dos de mentira y por la inercia de las organizaciones sindicales que no han sabido cortar determinadas actitudes internas, limpiar sus casas por dentro y evitar escándalos innecesarios. Con motivo de la última reforma laboral aprobada por el Gobierno de la nación (e independientemente de la opinión que nos merezca), en la que, entre otras cosas, se les resta en gran medida su presencia como negociadores en los conflictos entre las empresas y los trabajadores, han convocado manifestaciones que se han celebrado hoy en las principales ciudades españolas y que han tenido indudable éxito en un momento en el que el prestigio de los sindicatos no es muy grande.
Que en los sindicatos de trabajadores hay pillos (y cada uno de nosotros puede citar alguno), gente acomodada, defensa de intereses personales y muchos individuos que ni siquiera participan del ideario de la organización a la que se afiliaron pero que la usan en propio beneficio, es cierto. Que las estructuras de estas organizaciones necesitan un buen trabajo de reparación, aligeración de burocracia, acercamiento a la realidad actual, etc., también. Como en el mundo académico universitario, en la Iglesia católica, en las organizaciones empresariales, en las asociaciones profesionales y, singularmente, en los partidos políticos.
Pero quizá no deberíamos olvidar cosas tan básicas como que mucho de lo que ahora se está perdiendo fue ganado por el asociacionismo y la lucha de las organizaciones sindicales desde el siglo XIX y que, especialmente en España, gran parte de la cohesión social de las últimas tres décadas se debió a la capacidad de pacto social de los sindicatos. Si entre el trabajador del siglo XXI y la empresa del siglo XXI no hay nada más que las normas de juego que se dictan en tiempos de crisis, con la sociedad atemorizada ante la posibilidad de perder su trabajo y no recuperar jamás uno de similares condiciones, quizá debamos inventar de nuevo la democracia puesto que no hay forma de que esta funcione sin el asociacionismo.
Algunos ingenuos pensarán todavía que las leyes las dicta un espíritu puro y filantrópico que inspira a los políticos a los que votamos cada cuatro años.
22 comentarios:
Que cierto lo que dices. Aquí los sindicatos aún tienen mucha fuerza, por suerte porque pelean con uñas y dientes por salvaguardar los derechos de los trabajadores.
Besos
Los ideales, tienen precio. Son parte del genero humano. Lastima.
Un abrazo
Pedro, me encanta tu fuerza de compromiso y el alto valor añadido de tus ideas. Habrá que reinventar la democracia, porque lo que ahora votamos es la banquerocracia.
Seguro que hay tendencias más nobles y puras, donde puedan anidar las ideas
Saludos
Lwisfer
La recuperación de la confianza por parte de las instituciones pasa por la honestidad de sus gentes, evitar agravios y por la disminución de esa magnitud de parados que es insostenible para cualquier sociedad. Todos tenemos que aportar lo que podamos.
Yo impondría una cuota obligatoria a todos los trabajadores para que fuera directamente a los sindicatos, sin que fuera ese ente tan obtuso del estado el que lo manejara todo con sus subvenciones.
acà cada vez los sindicatos son como fantasmas
las empresas y sus políticas amparadas por las leyes de flexibilidad hacen que esa palabra sea un recuerdo que se va alejando cada vez más
Excelente entrada Pedro, me gusta como te comprometes , la pasión que pones a las palabras
Besos y buena semana
Hola Profesor: reconozco que gracias a los sindicatos el trabajador ha alconzado muy altas cuotas de bienestar, pero me pregunto: No seran también ellos que han estirado al cuerda demasiado, y ahora se encuentran, sin bueyes y sin esquilas?
Yo he trabajado como empleada muchos años, y veia con total desaprovación,como se cogian dos o veinte didas de baja porque les llegava un pariente, y tenian que enseñarle la ciudad? Sin ir mas lejos.
Saludos.
A mí lo que más me preocupa es la deslegitimidad que se atribuye a los partidos políticos y, sobre todo, a los sindicatos. A ambos por parte de algunos colectivos sociales que se atribuyen ahora la gran representación "sin tacha" y "auténtica" de la sociedad, sencillamente porque son capaces de arrastrar a gran número de personas de forma rápida, casi instantánea, a través de las redes sociales, como si el asambleísmo por sí mismo bastara para decidir lo que es mejor para el país, y ello lo digo sin menospreciar algunas reflexiones y propuestas importantes de las que hacen y que, si se tuvieran en cuenta, ayudarían bastante a que las cosas fuesen mejor. Sin embargo creo que a todos ellos lo que les falta es el compromiso real, el comprometerse con las instituciones representativas y luchar desde dentro para cambiarlas o mejorarlas. Hacer eso es posible pero también es un trabajo duro que pocos quieren hacer. Es más fácil la crítica, necesaria y legítima, pero totalmente insuficiente. Pero también falta la autocrítica, la de todos, y no veo tampoco demasiadas ganas de hacerla.
Por otro lado, están los medios de comunicación afines a la derecha, cuyos ataques a los sindicatos rayan lo esperpéntico, sin infravalorar aquellas críticas que puedan ser constructivas, pero que, desgraciadamente, son las menos. El objetivo fundamental es la deslegitimación, por ello nunca hablan de que la representación sindical se deriva de unas elecciones sindicales, reguladas por ley y en las que participan casi el 90% de los trabajadores del país, un porcentaje bastante mayor de participación que el que se da en las elecciones legislativas, lo que les otorga una legitimidad incuestionable y de la que nadie debería dudar y menos aún poner en cuestión. Lo incomprensible es que con esa gran participación, luego la afiliación sea tan baja, lo que imposibilita poder operar a nivel de todo el país si únicamente tuviéramos que hacerlo con las cuotas de afiliación. Lo contradictorio, también, es que exijan de los sindicatos trabajos y servicios gratuitos sin estar afiliados, sin querer comprender que eso es imposible. Yo estoy a favor de la cuota obligatoria, como en algunos países nórdicos, pero me temo que en España es poco menos que imposible instaurarla.
En todo caso, mucha gente no sabe que muchas de las subvenciones que recibimos los sindicatos se derivan de nuestras propias cuotas, como es, por ejemplo, el caso de la formación, por la que pagamos cada uno de nosotros para que luego la podamos recibir.
Algunos medios utilizan ejemplos de comportamientos poco edificantes dentro del sindicalismo para hacer creer que nuestro único objetivo es llenarnos los bolsillos, lo cual cala bastante entre mucha gente. Y mucho tiene que ver con la idea de que por ser sindicalista debes ir en alpargatas, tener una chabola por casa y poco menos que vivir de la caridad. Los partidos políticos han utilizado tanto al sindicalismo para apropiarse luego de sus logros, que al final parece que los sindicatos nunca han hecho nada, que nuestra capacidad contractual, de diálogo y acuerdo, ha sido poco menos que una foto hecha para la galería, como si su labor, incuestionable, en la consecución de muchos derechos laborales y sociales no tuviera relevancia alguna. Hay muchas cosas que corregir y mejorar, pero intentando su desaparición o su anulación lo que sí es seguro es que perderemos todos, sobre todo perderemos calidad democrática, más aún de la que ya estamos perdiendo a todos los niveles.
Aún siendo contrario a las ideologías reinantes, reconozco tu valentía y compromiso para mejorar en lo posible las existentes.
El asociacionismo es la base de la democracia pero debe cambiar al mismo ritmo que la sociedad, para no convertirse en una reliquia del pasado.
Los sindicatos no se han actualizado a la vez que las nuevas demandas de los trabajadores y su ideología ha quedado obsoleta. Prueba de esto es la disminución de afiliaciones y el sentimiento de no representar a los trabajadores, sin entrar en la mala imagen que han dado algunos vividores a cuenta de las cuotas de los otros y las subvenciones de todos.
Nadie puede negar los logros pasados de los sindicatos de Marcelino Camacho y Nicolas Redondo con menos medios y beneficios que los de ahora, pero lo que entonces funcionó no puede quedarse para siempre, de espaldas a los nuevos cambios que la sociedad demanda. Como bien dices hace falta una buena reparación de las estructuras de estas y de otras antiguas asociaciones.
A ver como se arregla ésto... Muy interesante tu post. Besotes indignados, M.
Me alegra mucho que hagas esta reflexión Pedro.
Estoy afiliada a un sindicato el mismo) desde que empecé a trabajar, allá por el año 1985. Y nunca consideré que su labor fuese en vano. Como dices, necesitan evolucionar y hacer reformas, como cualquier persona o campo de la vida pero no por eso hay que desprestigiarlos.
Ayer fui a la manifestación. Tal vez no se consiga mover la Reforma pero desde luego, quedándonos en casa mano sobre mano, tampoco. Aquí en Ferrol nos movilizamos unas 25000 personas. Sentí mucha emoción sabiendo que somos muchos los que no estamos dispuestos a tragar con ruedas de molino.
Hay que patalear y protestar porque es lo que nos queda. Me da mucha rabia que los trabajadores pierdan derechos básicos: como que ya no se puedan permitir ni estar enfermos como si fueran esclavos. Sí, hay pillos que abusan pero es a esos a quien hay que darles caña, y no al resto de trabajadores honrados, que somos muchos.
bqñs,
Se fosses português e por isso tivesses utilizado a minha língua, a tua análise seria a mesma.
Indispensável reinventar a Deomcracia, com tudo o que isso implica e tocando em todas as organizações que a formam!
O meu abraço de parab´nes pelo teu interessantissimo texto, querido amigo
Pienso que mientras los sindicatos dependan de unos presupuestos del estado, que sea el estado quién les nutra, poca maniobra tenemos, deberían ser sindicatos completamente independientes, que el trabajor pagara una cuota que incluyera todo para que cuando hubiese huelga, y problemas conel empresariado, fueran ellos quiénes se ocuparan de pagar al trabajador, pero para ésto se debería hacer una gran reforma o como tú muy bien dices una nueva democracia. Poca maniobra pueden tener los sindicatos cuando les paga el patrén (Estado)
Curiosamente ayer escuchaba en una emisora católica, decir que se les echaba a faltar a Nicolás Redondo y a Marcelino Camacho por su honradez, los de ahora están más preocupados por sus empresas pues decían que tienen institutos que organizan cursos con pingües beneficios y no hablemos de sus empresas constructoras,..... en fín, que seguimos podridos y pudriendo.
Por suerte, por aquí en Francia aún no se han vendido...
Besos, Pedro.
Vinieron a por los sindicalistas pero yo no era sindicalista...
Pensemos por un momento en la ausencia de sindicatos: si con su presencia tenemos unos reformas laborales tan duras ¡qué sería sin ellos!
No hay que confundir el "deber ser con el ser", pues los derechos no existen en la naturaleza, se conquistan; derechos como la educación, que abren la puerta a otros derechos.
Quizás si ganaran en independencia económica y política se les tendría en más consideración, ¿no?
El ataque sistemático no sólo se dirige a los sindicatos, sino a todo aquello a lo que se pueda culpar, porque últimamente nos movemos en la sociedad de la queja y la permisividad, jugando a la par al sálvese quien pueda sin mirar atrás.
Hay que reparar, hay que airear, hay que hacer una profunda limpieza y hay que salir de una vez por todas de ese individualismo generalizado que nos tiene los pies atados al peor postor.
Besos Pedro.
yo amigo..casi voy a ir en contra de estos sindicatos callados durante estos últimos años y que ahora ante una reforma que no les va al baile sacan los dientes...(yo no estoy de acuerdo con la reforma)...donde estaban cuando la crisis nos empezaba a atacar...esto esta corrompido desde los pies a la cabeza...el poder...las bases...todo da igual si cada uno saca su tajada... están manipulados..nada que ver con su origen...asco me dan.
pd: gracias por tus palabras...son las que verdaderamente te hacen seguir...un abrazo amigo
Algunos ingenuos pensarán todavía que las leyes las dicta un espíritu puro y filantrópico que inspira a los políticos a los que votamos cada cuatro años.
Quería decir antes que estas últimas palabras bien resumen la situación. Yo he sido crítico con la postura acomodaticia de los sindicatos, pero la verdad es que con todos sus defectos, su labor sigue siendo necesaria, si no hay protesta no hay conciencia de cambio, y como has dicho no hay espíritus filántropos, a lo que yo añadiría que los años del despotismo ilustrado pasaron ya.
echo de menos tu +1 al ladito del mío
:(
besos y buenas energías Pedro
Toda asociación es válida, necesaria y debe ponerse "al día".
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