Acoples
es una profunda reflexión sobre la situación actual del ser humano. Se trata de un conjunto de imágenes extraídas
de la prensa periódica en papel trasformadas, a partir de un tratamiento artístico
digital, en un objeto diferente, mucho más hondo, dotado de un nuevo
significado que potencia el original hasta llevarlo a límites no esperados.
Estas imágenes, inicialmente pensadas para ser consumidas y olvidadas en el día
como ilustración de una noticia, son el objeto de la mirada y la labor
minuciosa del artista, que consigue salvarlas de ese destino fugaz para
convertirlas en una poderosa arma de meditación sobre nuestro mundo.
Las imágenes son trasformadas en el
trabajo artístico a partir de la fragmentación, superposición y variación del
tema de partida para profundizar en su condición metafórica de la situación
histórica actual. Se consigue con ello un ritmo visual subrayado no solo en
cada imagen sino en la sucesión de las mismas agrupadas por motivos e
intensificado en el inteligente diálogo que se establece en la exposición entre
la contemplación de las imágenes expuestas de forma estática y su dinamismo en
la presentación en el marco digital en movimiento.
Este ritmo visual lo es también temporal e ideológico: su persistencia
permite la producción de un mensaje crítico sobre la orientación de una
sociedad gobernada por el consumismo, la disolución tanto del grupo humano como
del individuo y el impacto de la civilización actual. Visto con la mirada de
Javier García Riobó, el mundo se ha trasformado en un paraje desolado, en el
que se ha roto el contacto con la naturaleza y se ha provocado una radical
incomunicación y soledad. Por eso, los seres humanos vagan desorientados y los
más desfavorecidos son víctimas de un tiempo histórico que se ha equivocado en
los valores fundamentales. No hay futuro porque el presente lo ha destruido.
Un intento de
comprender el mundo
El mundo se ha hecho incomprensible
visto desde la óptica y el pensamiento occidental. La historia lo ha cargado de
tantas perspectivas y significados posibles que el ser humano o se encuentra
desorientado ante él o se anestesia para no pensarlo; o vive la tragedia de la
destrucción a la que ha sometido al planeta nuestra especie o participa del
consumismo que lo ha llevado a un punto próximo al de no retorno que lo hará
inviable como espacio para los sueños que generó la historia a partir de la
Ilustración; o lanza un grito de alarma o participa en la rapiña. El grito de
alarma puede ser esperanzado o desesperanzado, pero brota inevitablemente de
las conciencias más lúcidas.
De tal manera es así que lo que creemos conocer del mundo no es más que
una apariencia que nos llega a través de los medios de comunicación puesto que
hasta la naturaleza la hemos convertido en un parque temático en la que vivir
experiencias de fin de semana más o menos controladas y sometidas a pólizas de
seguro. Pero los medios de comunicación, convertidos inevitablemente en
empresas que deben tener resultados contables satisfactorios para sus dueños cuando
no están al servicio de grandes poderes económicos locales o internacionales
que buscan una eficacia más peligrosa que la económica, han simplificado
nuestra mirada al mundo: se mueven por intereses y modas, sacudidas
circunstanciales sin una opción de verdadera profundidad. Casi siempre se tiene
la percepción de que las noticias son una parte más de los espacios
publicitarios que las financian.
De ahí la importancia de la mirada
penetrante del artista que siente la necesidad de comprender el mundo. Javier
García Riobó parte de una conciencia desesperanzada: no hay salvación posible
para una sociedad basada en la destrucción de la individualidad y de su
relación directa con el otro y con su entorno medioambiental, que trata al ser
humano como un objeto más, que lo convierte en consumidor y acumulador de cosas
que no necesita realmente y que lo apartan, en realidad, de sí mismo para
general en él necesidades irrelevantes. El problema es que la salvación individual
también se ha convertido en imposible. Esta es la carga que provoca la
desorientación del individuo en la actualidad, su refugio en elementos de
distracción que lo aíslan del mundo y que, en paradoja evidente, lo incomunican
cuando más parecen comunicarlo con sus semejantes.
Para revelarnos esta idea, García
Riobó trabaja con la prensa periódica en papel. En un juego irónico e
inteligente, que participa de la polémica vivida en la última década sobre el
futuro del periódico en el formato tradicional, traslada lo analógico al mundo
digital y reconstruye las imágenes fragmentándolas y superponiéndolas. Ya no es
la misma imagen: el ritmo –que es temporal y plástico, a la vez- las ha
trasformado en algo nuevo y más lúcido. Por una parte, se ha alterado el
significado original, en apariencia muy evidente y sencillo de comprender; por
otra, se ha evidenciado todo el juego polisémico que escondía tanto al
extraerlas del contexto físico en el que fueron publicadas como al subrayar la
nueva mirada con la repetición y fragmentación de la imagen primera para
construir otra que, al mismo tiempo, es y no es la misma. Se consigue con ello
un ritmo visual subrayado no solo en cada imagen sino en la sucesión de las
mismas agrupadas por motivos e intensificado en el inteligente diálogo que se
establece en la exposición entre la contemplación de las imágenes expuestas de
forma estática y su dinamismo en la presentación en el marco digital en
movimiento.
Cada
imagen ha sido salvada por Javier García Riobó de la condición temporal a la
que había sido destinada para universalizarla gracias a la mirada del artista:
son metáforas de nuestro mundo, de una sociedad que nos oculta la realidad
haciéndola tan sencilla de comprender que la falsifica. De esta manera, el
artista logra ir hacia la realidad a través de un mensaje que nos alejaba de
ella, que nos convertía en meros observadores de una simplificación que nos
había trasformado en consumidores porque solo se pretendía despertar las
emociones más directas. El artista, en cambio, opta por el camino inverso:
destruir la emoción sencilla para trasladarnos a la reflexión intelectual,
remontarnos a los espectadores hacia una conciencia que se nos había
adormecido.
El naufragio
El ser humano ha naufragado en la
historia. Son significativas, en Acoples,
las imágenes que lo tratan como una parte más de una masa sin pensamiento
–ordenada como en los desfiles, despreocupadamente desorganizada en los
momentos festivos, desordenada como en los colectivos desfavorecidos- o que
fragmentan el cuerpo humano hasta hacerlo un caos irreconocible en el que solo
pueden distinguirse ojos o manos que claman porque alguien –el receptor, si se
siente apelado por ese grito- un significado a su propia historia individual o
histórica. Son significativas porque lo sitúan en el mismo nivel que otros
objetos que se acumulan en otras imágenes con las que dialogan: productos para
el consumo o los desechos de una sociedad que solo parece generar bolsas de
basura.
Hay un espacio personal en el que se
refugia el autor: su propia vivencia. De ahí las referencias cinematográficas o
la apelación a la memoria –individual o histórica- como identidad necesaria sin
la cual todo se vuelve inexplicable y hostil. También las imágenes que claman
por un regreso a la naturaleza. Pero todo esto se vive como nostalgia, como
refugio interior porque ya no existe –recordemos que García Riobó trabaja con
miradas interpuestas en este proyecto, que no hay posibilidad de volver en
realidad al mundo porque este ya no existe al ser destruido por la sociedad
occidental y la carga conceptual de un pensamiento cultural que se ha alejado
cada vez más del significado primero y del contacto con el objeto-, ni siquiera
el artista tiene otra salvación que la mirada reflexiva, el pensamiento que lo
lleva a la conciencia lúcida del naufragio.
Porque eso es el ser humano en la
historia actual: un náufrago de su propia historia. De ahí que nos impacten
tanto, en Acoples, las imágenes tratadas por García Riobó en el que los
protagonistas son las víctimas. Víctimas individuales, como las personas
aisladas de su entorno con elementos tecnológicos que los vuelven solitarios,
víctimas del consumismo o de las dependencias de todo tipo –la mujer joven cuya
imagen repetida se introduce en su
propio seno-, pero sobre todo colectivas: inmigrantes acumulados, muertos en
nuestras playas, fatigados de un viaje sin verdadero destino.
Y al final, el mundo se reduce a una barca a
la deriva sin seres humanos en la que alguien ha plantado dos árboles. Una esperanza
desoladora.
Acoples, por Javier García Riobó
Sala Municipal de Exposiciones del Teatro Calderón. Valladolid
20 comentarios:
Sin tu entrada haría lo posible por verla. Con tu extensa nota me sabe más mal que nunca la distancia.
Un fuerte abrazo
ayer hoy mañana siempre Pedro, seremos náufragos en este andar existencial
quien diga que no, es de otro planeta;)
interesante y profunda mirada , acaso el título es gran informante
Acoples, en ellos vamos haciendo nuestro andar, intentamos una y mil veces acoplarnos a situaciones,personas, emociones, vivencias, dolores, etc etc
BEsos
Para los que no podemos desplazarnos a Pucela, caso de Jan que es el que más difícil lo tiene, ¿no podríais Javier y tú traernos al blog algunas de las imágenes? Nos habéis dejado con ganas de ellas después de leer tu reseña.
No sé si Javier se habrá planteado traer la exposición por este su pueblo. Muchos se lo agradeceríamos.
Un abrazo para los dos.
Muito, muito interessante. Fiquei procurando palavras, para classificar a sua postagem.
Parabens, por ela.
Abrazos
Intenso análisis en profundidad de la sociedad actual y el individuo que naufraga desorientado en ella.
No conozco nada de la obra de García Riobó a quien dedicas tan grandes ditirambos, pero se tiene que sentir orgulloso de tu pluma.
Esta magnífica entrada merecería incluirse en el libreto de la obra de García Riobó, ofreciendo así dos grandes perspectivas en una sola obra, la de la imagen y la de la palabra.
Un abrazo.
Por lo que exolicas de las fotografías son auténticos Collage digital, y como Collage, hoy el mundo mezcla tantas realidades, que nos sentimos desorientados.
Me gustaría pensar y repensar ante tus obras, pero la distancia me lo impide. Enhorabuena JG Riobó.
Enlace a algunas imagenes y vistas de la exposición, que es MUY RECOMENDABLE:
http://www.elnortedecastilla.es/multimedia/fotos/ultimos/92717-exposicion-javier-garcia-riobo-teatro-calderon-0.html
Al igual que a Jan, me sabe muy mal la distancia...
Le deseo mucho éxito a Javier en la exposición y dejo abrazos a los dos.
Fantástica reseña y suerte a tu gran amigo, J.G. Riobó. He ido al link que manda SOCIEDAD DE DILETANTES... y me ha gustado mucho, especialmente, esa primera foto de un hombre dando la mano a una niña como ayudándola a atravesar los laberintos de la vida. Besotes fotográficos, M.
el sino del hombre parece predestinado a ser la fuente donde se inspiran las poesías quiméricas y los ensayos agrisados del calvario de existir
.
¿será que vivir es una enfermedad, incurable, que tiene por desenlace La Muerte?
.
saludos profe, saludos lectores
Gracias Casilda y Cía. Así nos hacemos una idea de lo que ha expuesto Javier. Muy buenos los montajes, con una fuerte carga simbólica.
apoyo la moción de Manolo: que nos traigas unas imágenes al blog...
aunque los que ya tuvimos suerte de disfrutar del blog de javier y de sus imágenes ya nos imaginamos lo que nos perdemos.
¡que envidia me dáis los que iréis a verla, pedro!
felicitaciones a javier por esa exposición que sin duda será un éxito.
bqñs,
Interesante.
Le he enviado el enlace a mi hijo, aficionado a la fotografía.
Mi enhorabuena al autor.
Buena reseña, sin dudas.
No conocìa a Garcìa Riobò.
Un abrazo.
Para los que tuvimos la gran suerte de ir siguiendo la gestación de esta obra a través del blog de Javier (¡cómo echamos de menos ese espacio!) todavía es más doloroso no poder acudir a esta exposición, porque es como haber visto las pinceladas y perderse el cuadro. Menos mal que ese enlace nos permite imaginarlo un poco. Y recordar. Porque las imágenes de Javier siguen, al menos para mí, muy presentes. Visión desesperanzada sí, pero mientras quede un gramo de lucidez la oscuridad nunca será total. Y para encender un fuego basta una cerilla. Si queda algo donde prender, claro.
Ojalá tenga la proyección que se merece. Y que después venga más.
Un fuerte abrazo, esta vez también para Javier.
Tendrá que haber futuro mientras haya alguien que le importe el tiempo que le queda por vivir. Esperemos que no se acaben porque los hagan acabar con un cataclismo.
Un poco de humildad en la forma de mirar nuestra relación con lo que nos rodea no vendría nada mal. Tampoco una vuelta a la azada y al trueque. Alguno ya no sabría vivir sin tanto armatoste conectado con ring, ring tocando los c.
Es arriesgado confiarlo todo al ciberespacio o donde vaya a parar lo que se produce y consume en la red a diario. Puede pasar lo mismo que con los pasos de Polonio, que una tormenta lo eche a perder en un abrir y cerrar de ojos.
Excelente crítica y reflexión, seguro que a la altura de lo expuesto.
Me niego a creer que el futuro acaba tan desolado, aunque la perspectiva desde los distintos ángulos parecen mostrarnos esa barca a la deriva.
Profundo tu análisis y aunque me duele, certero.
Gracias también por acercarnos algunas imágenes para aquellos que no podamos desplazarnos a apreciar tal maravillosa exposición.
Muchísima suerte a Javier.
Besos Pedro
has dicho una frese con mucho sentido:"NO Hay futuro porque el presente lo ha destruido" que gran vedad!!
Soy gran admiradora de J.G.Riobó, es un autentio artista. Maneja como nadie la fotografia y la depuración de las distintas superposiciones, de los elementos. Debe ser una pasada, esta exposición. cuanto me gustaria verla!!
Desde tu portal, le envío todo mi afecto, y le deseo mucho éxito, que sin duda va a tener.
Somos náufragos intentando mantenernos a flote. Y como no cambiemos nuestra perspectiva acabaremos en la profundidad de las aguas.
He visto el enlace de la exposición y me ha gustado lo que he visto.
Mucha suerte para Javier con esta exposición.
Un beso.
Que alguien me explique lo de escribir sin espacios, yo soy de la escuela antigua.
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