El miedo es uno de los extraños efectos de lo que ha sucedido en los últimos años en una sociedad como la nuestra, con tanta información a su disposición y unas capacidades en sus individuos muy superiores a las épocas anteriores.
Es indiscutible que jamás hemos tenido un acceso a la información más rápido y general, pero lo que tenemos que debatir es si esta información es pertinente. En épocas anteriores, los individuos conocían lo que les hacía adaptarse al medio geográfico y cultural al que pertenecían: si dominaban esta adaptación, sobrevivían, en caso contrario perecían o debían que emigrar. El crecimiento exponencial de la información que está a nuestra disposición en las últimas dos décadas no ha sido aun suficientemente digerido e, incluso, genera patologías sociales. Ya no se trata de que sepamos leer en una sociedad en la que mayoritariamente nadie sabía leer, sino que todo está, en principio, a nuestra disposición: pero esa abrumadora cantidad de información nos puede hacer perdernos en el bosque sin que hayamos encontrado el sendero adecuado para llegar a la cabaña en la que queríamos pasar la noche. Por supuesto que esto es un período de transición: aprenderemos a hacerlo. Pero pasarán décadas hasta que consigamos generalizar esta facilidad para no perdernos. Mientras tanto, solo algunos tendrán la habilidad suficiente para lograrlo y para fabricar la tecnología que permita guiarse en el exceso. Este es uno de los riesgos potenciales: mientras no se generalice la facilidad de acceso, estaremos subordinados a lo que unos pocos diseñen. Incluso contando con la honestidad de quienes desarrollen esta tecnología (es decir, pensando en unos seres puros que no tengan ningún interés comercial, financiero o político en ello), el diseño de la tecnología es ideología, aunque no lo parezca. Sin embargo, antes o después aparecerán otros sistemas y otros diseñadores que maticen a los anteriores: el debate ideológico de las próximas décadas se manifestará especialmente en las herramientas informáticas, como antiguamente se debatía teóricamente sobre el pacto social o la lucha de clases.
De ahí que muchos sientan vértigo ante lo que no pueden dominar más que como meros usuarios. Cuando apenas se ha digerido intelectualmente la existencia de la luz eléctrica en todas las casas del mundo acomodado, se nos presenta un reto nuevo: comprender algo que no busca nuestra comprensión. La informática cada vez más busca un usuario que no sepa de informática, como para tener luz basta con apretar el interruptor de la pared al entrar en una habitación. Con ello, la informática nos aleja del dominio o, incluso, de la comprensión especializada de lo que nos acerca la información hasta nuestro ordenador o nuestro teléfono móvil. Una de las paradojas que debe solucionar la sociedad en los próximos años. De no hacerlo, se deposita el poder en aquellos que fabrican la tecnología que nos permite acceder a la información y que, por lo tanto, diseñan nuestra forma de acceder a ella y los programas que jerarquizan lo que se nos ofrece. En el fondo, siempre ha sucedido así, pero nunca con la intensidad y la globalización de lo que se nos propone ahora. No está lejos una utopía como la planteada en una de las subtramas de la película Rollerball (1975) de Norman Jewison, en la que el acceso a todos los libros escritos en el mundo era fácil y generalizado pero únicamente a través del ordenador pero cuando alguien decide cotejar el texto informatizado con el libro original, le resulta imposible porque estos libros ya no existen o no están a la disposición de cualquiera. Evidentemente, tenemos las armas para que esto no suceda, pero hay que usarlas.
Una de las manifestaciones del miedo de la sociedad actual es la desconfianza generalizada ante los medios de comunicación. Pocos son ya los que cometen la ingenuidad de pensar que los medios de comunicación son empresas objetivas y de entender la afirmación de independencia de muchas cabeceras en el sentido de imparcialidad. En gran medida, la participación descarada de estos medios de comunicación en la corrupción moral de la sociedad y en los intereses de sus dueños les ha hecho merecedores de este desprestigio. Y esto debe solucionarse: una sociedad que no puede confiar en la información que se le facilita es una sociedad abocada a un vértigo en el que muy pocos pueden encontrar razones para el optimismo. Todo lo contrario: los individuos de estas sociedades suelen volverse cada vez más insolidarios y recelosos. Es decir, se refugian en las peores emociones que provoca el miedo.Curiosamente, un cierto grado de escepticismo ante la información es sano y recomendable, pero el total escepticismo nos entrega en manos de aquello que nos da más miedo. La resolución de este conflicto es una de las tareas de los próximos años: no resolverlo supondría, sencillamente, el final de la sociedad. Por eso es una opción que no deberíamos contemplar salvo que queramos jugar en campo ajeno y con reglas que no son las nuestras.
23 comentarios:
seleccionar en eso consiste yo no lo se, pero veo cambio ahora entre informacion e informacion o otro tipo de información. los medios son juicios paralelos tambien es algo complicado en avisar por masa.
concuerdo contigo, y agregar que también el miedo es un mecanismo de alerta natural
un resabio de nuestro pasado más animal
Besos
La generación del "pelotazo" barrió sin contemplaciones la ética y la profesionalidad de, prácticamente, la vida social española -en concreto- y desbarató por completo la escala de valores de toda la sociedad. Hoy, cualquiera es "político" o "tertuliano" y con un único fin: enriquecerse cuanto antes y a costa de la misma masa social. Y mientras, se silencian -y persiguen- las voces de los indignados, de los eternos "números primos"...
terrible reflexión, amigo
abrazos
De un todo bien al miedo, ahora sí el miedo va a ser el juego, una vez navegaron con el viento a favor, ahora el velero puede volcar, y primero nosotros al fondo.
"Una sociedad que no puede confiar en la información que se le facilita es una sociedad abocada a un vértigo en el que muy pocos pueden encontrar razones para el optimismo"
Totalmente de acuerdo contigo, Pedro. Lo he pensado cientos de veces; y es que es terriblemente triste que la situación actual nos haga ser recelosos de esta forma.
La visión a cortísimo plazo, el terrible poder que ejerce el poderoso caballero, la insolidaridad de una sociedad egoísta al máximo y tremendamente avariciosa, la no valoración del esfuerzo continuado, el alzamiento de la incultura, la falta de respeto, de educación, de valores.
Lo reconozco: estoy totalmente decepcionada con nosotros mismos.
Coincido contigo, sobre todo en el último apartado, cada vez creemos menos en los medios de información, sin ir más lejos no más que fijarnos en el mundillo editorial, cada grupo te recomienda unas obras que en el mejor de los casos son los multiventas de las editoriales, nunca me he creído eso de los diez mejores libros del año X, pues nunca coinciden esas listas.
Con toda la información que poseemos hoy debemos ser capaces de llegar a conclusiones por nosotros mismos, y no dejar que nos digan lo que tenemos que hacer u opinar.
A medida que los medios en libertad han llegado a más gente y son susceptibles de llegar a TODA la gente a través de los canales que el desarrollo y la técnica nos va proporcionando, su poder puede ser ilimitado en la configuración de la opinión, del consumo, de las relaciones sociales, de la ética social, de lo que es "conveniente" o no... Y eso se ha vuelto irresistible para el poder político y, sobre todo, económico. Por eso detrás de todos ellos hay grandes grupos empresariales y del capital, afines a unos u otros grupos políticos. Van camino de convertirse en el famoso "gran hermano" al que no se le escapa nada porque no deja que nada se le escape.
Lo malo es que cada vez los principios que se inculcan en las familias y en los centros educativos son menos éticos y más pragmáticos y maquiavélicos, y los objetivos de vida más apetecibles poco tienen que ver con la justicia, la solidaridad, la equidad, la honestidad, la búsqueda de la verdad, y sí mucho con el salvarse uno a toda costa pasando por encima de todo y de todos los demás. El miedo a quedarse en el segundo escalón o, peor aún, en el tercero o cuarto, en una sociedad tan marcada por el "tanto tienes, tanto vales", es lo que nos impulsa a ser despiadados, depredadores voraces. De una forma u otra nos lo están diciendo todos los días mediante mensajes indirectos o subliminales a los que no nos podemos sustraer porque nuestro poder cada vez está siendo más anulado. No queremos darnos cuenta de que todos los días al levantarnos, nuestro camino más directo es hacia el redil. Dentro de poco llevaremos una marca en las orejas como las ovejas y comeremos todos el mismo pienso transgénico, y sólo chillaremos cuando nos abran en canal en el matadero... Por eso hay que R-E-A-C-C-I-O-N-A-R ya!
El miedo siempre ha existido, el gran problema es la utilización del miedo de las gentes en beneficio de determinadas empresas o particulares. No es la consecuencia de la informatización global sino el fin. Hemos conseguido utilizar cosas (como la electricidad por ejemplo) sin importarnos los complicados mecanismos que las producen y de la misma manera lo seguiremos haciendo con las nuevas tecnologías. Pero no podemos abandonar nuestra esencia humana, animal, primitiva de sobrevivir sin nada de esto. La destrucción está en el olvido de lo que somos.
De la misma manera que los jóvenes no aparentan tener miedo ante los retos, los jóvenes ya viejos, deberíamos tener el mismo concepto claro. Aunar la experiencia con las ganas de cambiar algo que no huele muy bien podría ser sinónimo no solo de valentía, sino también de determinación en cambiar las cosas. La utopía existe, pero la necesidad de suplirla por la efectividad, también.
Un abrazo
Excelente y real reflexión amigo.
Me da la impresión de que el problema es que los medios, salvo alguna excepción en el sector publico, tan injustamente denostado, ha ido sustituyendo la mera informanción objetiva, por la tergiversación y la manipulación pero con la máscara de la "investigación".
Un caso: Uradangarín. Posiblemente se trate de un vulgar chorizo, pero lo lamentable es que a consecuencia de las filtraciones del sumario, que es un delito, se hace un juicio paralelo a alguien que no puede defenderse porque no tiene acceso al mismo.
Lo mismo le sucede al tal pepiño y a otros muchos que ven como cada día se publican cosas que ellos no saben y son filtradas interesadamente. Carnaza.
Esto es el pan nuestro de cada día, en el política, la economía, sociedad, cultura y todo lo demás donde puede haber morbo.
Esto es lo que hay que cortar de raíz.
un abrazo
Compañero, te digo lo mismo: no tengamos miedo. Un beso.
te escucharía durante una conferencia entera, Pedro, que bien lo has explicado, lo he entendido todo... no me pasa lo mismo con la informática, ni con la tecnología en general... no sé ni cómo me las apaño con el blog, será que me pueden las ganas de contar cosas y de inventar historias... ya sabes eso de que: "la necesidad, obliga"
yo soy de las que "quiero creer", "quiero confiar en algo", aunque al final me equivoque, como dices bien el total escepticismo nos entrega en manos de aquello que nos da miedo.
biquiños.
P.d.: Sobre el relato de Marta y Jaime, decirte que Marta existe, no es una historia inventada, aunque ya sabes que las cosas que se cuentan o que te cuentan nunca son exactamente de cómo sucedieron.
Me sonreí de corazón con tu comentario diciendo que la historia te sonaba pero que tú eras Marta. Es que hay muchas Martas en esta vida, Pedro, personas que quieren entregar su corazón a una persona que se asusta de recibir semejante ofrecimiento y tanta responsabilidad.
Miedo, Pedro, el miedo está en todas las facetas de nuestra vida desde que nacemos.
En fin, qué te voy a contar que no sepas?
Haces muy bien en llamarnos la atención sobre el contenido de tu artículo. Porque es algo que debemos pensar ahora y reformular, para actuar en consecuencia, si no queremos estar en sus manos:
Recalco especialmente:
"EL diseño de la tecnología es ideología, aunque no lo parezca"
"Una de las manifestaciones del miedo de la sociedad actual es la desconfianza generalizada ante los medios de comunicación. Pocos son ya los que cometen la ingenuidad de pensar que los medios de comunicación son empresas objetivas y de entender la afirmación de independencia de muchas cabeceras en el sentido de imparcialidad. En gran medida, la participación descarada de estos medios de comunicación en la corrupción moral de la sociedad y en los intereses de sus dueños les ha hecho merecedores de este desprestigio"
Besos
Excelente entrada para reflexionar.
Un abrazo.
por supuesto los mass media, atiborrados de telebasura son destacados responsables, al desconocer su responsabilidad social, de el creciente hedonismo y consumismo compulsivos y anticulturales de esta sociedad del malestar. Y contra esa hegemonía de poco vale argumentar sobre el mando a distancia y la elección individual.
Por lo demás la industria del meter miedo y de los apocalpisis varios tiene muchos expendedores.
saludos blogueros
Ya nadie puede negar la perversidad e inmenso poder de internet en sus múltiples formatos: Te puede llevar a la cima a la velocidad de la luz o hundirte en la miseria en un santiamén. De lo primero están los medios llenos de ejemplos: chavales que apenas balbucean porque no les ha dado tiempo a más en su corta vida se hacen millonarios de la noche a la mañana porque han inventado alguna aplicación o red social de éxito, pero también se pueda dar todo lo contrario: Aquí se dio el caso de dos futbolistas del equipo local (2ªb) que salieron un día por la noche. Algún desocupado paparazzi frustrado tomó y subió sus fotos y se hizo la oscuridad en su futuro. Uno ya dejó el equipo y el otro lo mejor que podría hacer, es hacer lo mismo. Increíble e injusto.
Creo que la indudable ventaja de la democratización de la cultura que supone internet, se ve contrarrestada en gran medida con la falta de jerarquización de la inabarcable inundación de información. No puede ser que la opinión de un premio Nobel que se ha tirado toda su vida investigando sobre un tema, tenga el mismo peso en los buscadores que la de cualquiera a la hora de llegar al gran público. (Hay auténticos expertos en hacer que su interés aparezca en la primera página de Google, por ejemplo).
Se echaban de menos estas reflexiones, que no caben en un renglón, tan al hilo de la actualidad de La Acequia.
El miedo es interno, lo externo nos muestra sus sombras.
Saludos, Pedro.
Alicia
Cual agujero negro, falla en nuestro soporte.
Encuadre perfecto.
Todos los cambios generan miedos y esperanzas. Y si son "frenéticos" como los que estamos sufriendo, todavía más... Es el signo de estos tiempos y hay que asumirlo sin caer en la desesperanza. Las nuevas tecnologías no nos harán más felices, pero nos permitirán recorrer más distancia y conocer más cosas. Algo es algo...
La información siempre ha estado condicionada por el poder. Uno de los últimos ejemplos: el Sr. Matas pagaba al Sr. Alemány para que le escribiese discursos y, además, para que los glosara a bombo y platillo como si fueran ajenos...
La insolidaridad y la deshumanización sí son preocupantes. Y no tengo claro el porqué si hay tanta necesidad de ambas...
Un abrazo
Cuando uno no sabe bien como manejar la información que constantemente le es bombardeada, tiende a recluirse y a refugiarse en sus miedos.
Las vías que se han abierto en estos últimos años, no han ido a la par con la preparación necesaria para hacer el uso debido de ellas.
Un mundo que corre y fluye como la pólvora, que cuando avanzamos un paso para alcanzarlo, ya por sí mismo ha evolucionado otros dos.
A veces pienso si todo eso no nos habrá robado un poco de nosotros, quizás más de lo esperado, como andar con los ojos cerrados en un cuarto oscuro, constantemente explorando.
Hay que salir de la cueva, explorar y aprender, como hicieron nuestros ancestros en cada una de las épocas que les tocó de lleno. Esta es la nuestra, adentrémonos y hagamos buen uso de ello.
Besos Pedro.
Me da tristeza, pero creo que van a ganar, que han ganado ya, ellos. Los poderosos indecentes, desalmados y corruptos.
A los que aún sentimos amor por el ser humano y por la vida, pese a todo, sólo nos queda nuestra propia lucha, individual. Y buscar refugios. Como el de esta acequia tuya donde se respira aire puro. Creo que no queda nada más. Pero eso sí, siempre hay que seguir mientras nos quede un cartucho que quemar.
Gracias por tus reflexiones.
La información así a mansalva y a discreción parece que va destinada a perpetuar el miedo y a aturdir a la población.
Si bien es cierto que son tiempos donde rebosamos de información también cabe recordar lo frecuente que nos quedamos con los titulares...
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