martes, 31 de enero de 2012

Toda una vida



A mis amigas aceleradas, que tanto me quieren y soportan


Hay música que se lleva tan dentro que, apenas intuida, nos empuja a tomar de la cintura a nuestra pareja y bailar sin tiempo, con el rostro junto a su rostro y sin palabras.

lunes, 30 de enero de 2012

Tercer aniversario del Manifiesto por la Solidaridad


El viernes 30 de enero de 2009, después de varias semanas de preparación, debates y redacción colectiva, fuimos muchos los que nos sumamos a la publicación del Manifiesto por la Solidaridad, un texto que, por desgracia, sigue vigente. Incluso ahora, en medio de una crisis económica tan intensa. Por eso mismo, no podemos olvidar aquella iniciativa y debemos guardar la esperanza de que en un futuro próximo surta efecto nuestra reivindicación.

domingo, 29 de enero de 2012

Cruces


Fin de semana en el que los amigos te salvan de una semana perra y retorcida. Se me había enredado entre los pies y casi me derriba.

viernes, 27 de enero de 2012

Piel


Hoy toca hacer limpieza de piel. Hasta desprender de ella todos las relaciones contaminantes.

jueves, 26 de enero de 2012

La seducción y la palabra y noticias de nuestras lecturas.


El Marqués de Bradomín, además de su arrogancia física y el prestigio y atractivo que le da su posición aristocrática, no duda en usar la palabra como seducción. Esto es normal en el personaje literario del seductor y una de las claves que definen la esencia, por ejemplo, del Don Juan de Zorrilla. Sin embargo, el estilo de sus palabras es muy diferente al de Zorrilla: en este, la palabra era un torrente que atrapaba a la mujer a la que se dirigía en una red de la que difícilmente podía salir. El Marqués de Bradomín usa la palabra de forma diferente -no podía ser de otra manera, dado el estilo impresionista en el que están escritas las Sonatas- aunque con el mismo efecto. Es conciso y, en muchas ocasiones, demasiado directo y brutal, como si no tuviera tiempo. También hay que descontar la diferencia de género: el teatro romántico es, sobre todo, palabra; en la novela se puede -tal y como hace Valle- omitir palabras dichas para dejar solo las necesarias, pero esta selección es significativa siempre. Aunque en todas las novelitas de las Sonatas sucede lo mismo, será en la Sonata de primavera en donde veamos este proceder de forma más clara por comparación, incluso, con la obra de Zorrilla. Hay un momento, en el drama, en el que Don Juan ha derramado sobre Doña Inés, para seducirla -en un proceso en el que, curiosamente, acabará seducido y enamorado el mismo protagonista-, tantas palabras que la novicia no puede más que exclamar:

Callad, por Dios, ¡oh don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
(IV, 1)

En Sonata de primavera hay una escena similar. María Rosario, que tiene dentro de sí un mundo mucho más convulso que el doña Inés, le pide lo mismo al Marqués:

- ¡Callad...! ¡Callad, os lo suplico...!

Noticias de las Sonatas

Luz del Olmo se inspira en una frase de Sonata de primavera sobre la tristeza para componer un bellísimo poema.

Myriam demuestra cómo, a través del lenguaje, Valle resalta todo el mar oculto de lo que ocurre en verdad en el Palacio de la Sonata de primavera bajo una superficie de aparente y hermosa armonía...


Mª Ángeles Merino comenta el inicio de la Sonata de primavera a partir de la dualidad Eros-Tánatos y el juego que establece Valle entre estos dos elementos.

Pancho hace un magistral trabajo de resumen e ilustración de la Sonata de primavera y llega a un final que nos cuestiona, con las lágrimas de Bradomín, qué verdadero recuerdo del amor de María Rosario le acompañaba al final de su vida...

miércoles, 25 de enero de 2012

Reflexiones sobre la cultura en la época de Internet. El autor y sus derechos (2)

Uno de los derechos del autor es a la conservación de la integridad de su obra a no ser que manifieste lo contrario. No se debe confundir este derecho con una de las cualidades de los productos culturales: toda obra inspira otra y cuanto mayor sea su influencia en la cultura posterior mayor suele ser su consideración. Como sabemos, dentro de una obra está toda la cultura anterior. Cuando no se respeta la integridad de una obra se la altera de tal manera que deberíamos ser conscientes de encontrarnos frente a una obra diferente que no puede atribuirse al autor original. Esto puede parecer poca cosa a muchos, pero es así como se ha adulterado ideológicamente gran parte de la cultura para hacerla conveniente. Si yo suprimo los pasajes inconvenientes del Quijote no leo a Cervantes sino a quien perpretra el cepillado del texto: sea para aproximarlo a los niños o para censurar pasajes contrarios a los gobernantes del momento. De hecho, una de las adulteraciones más frecuentes sucede cuando vamos a la representación de una obra del teatro clásico y vemos en letras grandes el nombre del autor y en pequeñas el del adaptador, cuando debería suceder a la inversa. Y esto -la adulteración del Quijote o de la representación de un texto clásico- es posible, entre otras cosas, porque a casi nadie le importa y a la mayoría les parece poca cosa. En el fondo, los que piensan estos se entregan a quienes les coartan la libertad.

El reconocimiento del derecho de autor avala la integridad de una obra de tal manera que enlaza con el derecho de quien la recibe a tener la seguridad de que esa obra no ha sido adulterada y está completa. A nadie le gustaría comprobar que su edición de una novela de un autor de moda -y más con los precios que tienen en el mundo hispano tanto en papel como en libro electrónico- no corresponde al original porque un editor pirata lo haya adulterado. En la cultura que no respeta el derecho de autor no existe esta seguridad. En la cultura del gratis total tampoco es posible.

Uno de los grandes problemas de Internet ha sido la dificultad para comprobar la certeza de los textos de los productos culturales que en ella circulan: tanto en la autoría como en la integridad. De hecho, Internet ha funcionado -y lo sigue haciendo-, aunque de forma masiva, como las viejas copias manuscritas de los textos o las impresiones fraudulentas. Con dos peculiaridades: en primer lugar, la cantidad; en segundo lugar, la ingenuidad del lector ante la letra impresa. Cuando apareció Internet, todos teníamos la conciencia de que las copias manuscritas podían alterar fácilmente el producto y que no eran fiables, pero muy pocos guardaban esta precaución ante lo impreso en un papel. Esta falta de vigilancia pasó directamente a lo que circulaba en Internet: desde bulos o rumores hasta versiones de textos clásicos o los últimos poemas de un autor. Quien copia un texto en Internet ejerce de editor y, por lo tanto, se hace responsable de él, pero esto es algo de lo que no es consciente la mayoría de las personas que leen ese texto.

Es cierto que, en esta cuestión, se ha avanzado enormemente en los últimos años: el paso de la edición de una obra mediante su copia con un procesador de texto a la digitalización de la imagen es un avance extraordinario; la jerarquización de los sitios de internet para que se pueda distinguir entre los fiables de los que no lo son, otro; la posibilidad de cotejar unos con otros, una garantía. Pero todo esto exige un esfuerzo y, por lo tanto, dinero: no es gratis. Y una conciencia crítica por parte del receptor que aunque avanza, está muy lejos de ser general.

No sucede solo en la literatura: la adulteración de los productos audiovisuales es también frecuente en Internet. En especial a partir de la pobre calidad de la copia, lo que afecta también a los derechos del autor y del consumidor. Volvemos al mismo concepto: para que sea posible una copia de calidad debe defenderse el derecho de autor y eso no es posible en culturas en las que no se respeta ni en las que exigen el gratis total.

martes, 24 de enero de 2012

Reflexiones sobre la cultura en la época de Internet. El autor y sus derechos (1)

Hay personas que piensan que el autor de un producto cultural y, por extensión, intelectual, no debe reclamar sus derechos sobre la obra creada sino cederla, graciosamente, al mundo. Curiosamente, no opinan lo mismo sobre el trabajo de un ingeniero o de un oficinista o el suyo propio. Así, si alguien inventa una máquina empaquetadora puede vivir de la patente de su producto, pero si alguien escribe una novela, no. Quiero pensar que no todos pensamos así y que la mayoría aceptamos que el autor de un producto cultural tiene el mismo derecho que el inventor de la máquina empaquetadora. Es decir, el derecho a cobrar por su obra o, si ese es su deseo, cederla gratis.

Hay personas que confunden este derecho del autor con la industria cultural y culpan al autor de que la obra sea excesivamente cara o no se pueda acceder a ella por las razones que sean. Este es un problema del que hablaremos otro día.

Por otra parte, muchos sostienen que la cultura debe ser gratis en todos los pasos del proceso -desde la producción hasta su consumo-, como un derecho democrático. No reclaman lo mismo para las cervezas o el jamón serrano o no lo reclaman de la misma manera, excepto aquellos que se marchan sin pagar del local en el que han consumido estos productos. Curiosamente, los propietarios cuentan con un tanto por ciento de clientes que no pagarán y cargan un porcentaje de sus consumiciones en la cerveza y el jamón serrano de aquellos que sí pagan. Muchos critican a los autores que reclaman subvenciones cuando la mayor subvención del mundo es no pagar por aquello que tiene un precio y que repercutirá en otros que terminan subvencionando al gorrón o en los presupuestos de la concejalía de cultura pagando la fiesta entre todos, incluidos los que no participan en ella. Es decir, como en la frase bíbilica, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Pero esto es una parte del problema que también veremos otro día.

El autor tiene derechos sobre su obra: a que se respete su integridad o a cobrar por ella o no hacerlo si ese es su deseo, por ejemplo. En contra de los que piensan que esto es un privilegio, la historia nos enseña otra cosa: es uno de los primeros derechos democráticos que se establecen en el aspecto cultural con la implantación de las democracias liberales del XIX. No solo es un beneficio para el autor, sino también para el receptor. Con el establecimiento de los derechos de autor se dio un salto cualitativo. En primer lugar, los autores -escritores, pintores, músicos, etc.- rompían su dependencia del mecenazgo, es decir, su dependendencia de la Iglesia, del Estado o de las clases acomodadas. En segundo lugar, podían pensar en producir textos para un amplio sector de la población y vivir de este producto porque con la extensión de la industria cultural el público se fue ampliando y diversificando. Sin esta industria cultural la mayoría de la población jamás hubiera podido leer una novela de los mejores autores del siglo XIX o ver las obras de Velázquez en el Prado o sus reproducciones en revistas o libros, por ejemplo. Precisamente, la democratización en el acceso a la cultura -entiéndase que no hablo ahora de la cultura oral tradicional- se debió, entre otros factores, al establecimiento de los derechos de autor.

Pero no fue este el único beneficio. Sin los derechos de autor nada avalaba la integridad de una obra. Muchos pensarán que en los corrales de comedias barrocas se veían las obras de teatro de Lope: les sorprendería saber que lo que se escenificaba eran textos en los que buena parte no correspondía a Lope sino a muchas otras manos que habían intervenido en el proceso y que el mismo Lope de Vega hubo de reescribir muchos de sus textos para darlos a la imprenta de forma digna tras haber pasado por los escenarios. Uno de los grandes problemas que ha tenido la filología moderna es el establecimiento de los textos fiables de las obras tal y como salieron de la mano de sus autores. La corrupción de estos textos se debía especialmente a la falta de derechos de autor y a la consideración de la obra cultural como un bien mostrenco del que todos podían disponer a su antojo. Es la misma razón por la que cualquiera podía intervenir en una fachada con un alto valor artístico de la manera que le viniera en gana. Es decir, aquellos que amparándose hoy en la democratización de la cultura propugnan la erradicación de los derechos de autor -directamente o por las consecuencias que implica no respetarlo, que lo mismo da una cosa que la otra- dan un salto atrás en el tiempo y desean, sin saberlo, volver a uno en el que los productos culturales no eran fiables, dependían exclusivamente de las clases dirigentes y sus intenciones ideológicas y eran producidos por autores que tenían la consideración de súbditos y no de ciudadanos con derechos. Curiosamente, uno de los efectos que se puede producir al no respetar los derechos de autor con una falsa idea de lo democrático o de la aplicación hasta el absurdo del gratis total, es el regreso a tiempos en los que la cultura era un privilegio y no un derecho.

Esto no quiere decir que la gestión de esos derechos de autor no sea mejorable en el estado actual del desarrollo de las herramientas tecnológicas digitales e Internet, pero de esta cuestión hablaremos otro día, que esta entrada ya va siendo larga.

lunes, 23 de enero de 2012

Abrazo


Uno se da cuenta de los riesgos que se corren al atracar para el casco de un barco cuando ve las rozaduras. Me miré la piel y vi las cicatrices, pero no sé cómo se puede abrazar de verdad sin rozarse.

domingo, 22 de enero de 2012

Megaupload y tierras movedizas

No envidio a los que tienen tan clara su opinión en relación a la cuestión de Megaupload que tanto ha conmocionado el mundo de Internet estos días.

He sostenido en este blog muchas veces el derecho de los autores a vivir, si así lo quieren, de su producto intelectual y a esperar que las leyes amparen y protejan este derecho y considero esta parte del asunto como algo absolutamente innegociable como también es innegociable que aquellos que quieran regalar su producto puedan hacerlo; he temido las consecuencias culturales que puede tener el hecho de que los autores no puedan vivir de lo que hacen y de la falta de respeto a la obra cultural; he analizado la complejidad que todo el fenómeno de Internet ha introducido en estas cuestiones y cómo aun no podemos avanzar un resultado del nuevo panorama que surgirá, inevitablemente, de la red en muy poco tiempo; también he sostenido que la industria que mueve estos derechos de autor los ha esclavizado por una parte y por la otra los trata como los distribuidores a los productores de patatas o leche, es decir, les paga una miseria y se quedan con la parte sustancial de los beneficios -o se quedaban, antes de que Internet afectara tan drásticamente a la cuenta de resultados-; también he dicho que la mayor parte del problema de la piratería en Internet se debe a la falta de visión y a la estupidez de las grandes compañías poseedoras de estos productos intelectuales que ven en Internet, de forma ciega, un enemigo cuando deberían ser las primeras en explotar sus posibilidades facilitando el acceso a esos productos que con tanto celo guardan puesto que si ellos no lo hacen otros lo harán, lucrándose de aquello que han producido los autores sin pagarles ni siquiera la miseria que les abonan editores y distribuidores legales; he aludido a la ingenuidad de los receptores del todo gratis de Internet, que piensan que no pagan lo que sí pagan a otros -es decir, las compañías que les facilitan el acceso a la red- que se benefician económicamente con las descargas ilegales y a las que benefician en contra de a los autores de los productos (es decir, cuando me descargo sin pagar un producto no gratuito enriquezco a mi compañía de Internet y perjudico al autor); también me parece criticable la falta de mala conciencia de quien hace esto al final del recorrido, que piensa que sus acciones no perjudican a nadie y no le importa que el suministrador de acceso a Internet y los dueños de la página desde la que se descarga el producto se lucren de una propiedad que no les pertenece.

Los dueños de Megaupload no despiertan mi solidaridad, desde luego. Es más, ni siquiera como piratas informáticos, porque lo que se ha sabido de ellos me hace dudar de su honestidad e incluso de que tuvieran más código que el enriquecimiento a toda costa. Pero tampoco aquellos legisladores que aprovechan las presiones de la industria para legislar por encima de lo que debería ser una correcta defensa de la propiedad intelectual y pretenden controlar una red que debe ser un tejido por el que circulen de forma libre las ideas.

Por eso, digo, no envidio a los que tienen clara su posición en este asunto, sea cual sea.

viernes, 20 de enero de 2012

Escena de final de una tarde de invierno


Deambular con las manos en los bolsillos dando vueltas a un problema hasta levantar la vista y ver que todavía queda la esperanza.

jueves, 19 de enero de 2012

Elegancia y crueldad en la Sonata de primavera y noticias de nuestras lecturas.


En toda la Sonata de primavera -en grado muy superior al del resto de las novelas de la serie- hay un contraste evidente entre la elegancia que lo preside todo y la crueldad en las acciones del Marqués de Bradomín (e incluso de algún otro personaje, como todo lo relacionado con la bruja). En efecto, el Marqués está en la cima de su esplendor físico: joven, galllardo y arrogante con el uniforme que le corresponde como guardia noble del Papa, se mueve en el ambiente refinado del Palacio Gaetani entre la belleza y actuación de las mujeres que en él viven. En ese ambiente refinado, sin necesidad de la actuación del Marqués, ya hay suficientes puntos oscuros que contrastan con la elegancia reinante: los secretos del moribundo obispo, los intereses de la Princesa Gaetani, los sentimientos de su hija mayor, las relaciones cruzadas del mundo político y espiritual, etc. En el fondo, el Marqués viene a dinamitar la apariencia de armonía de esa elegancia con su actuación tan directa y brutal llevado por sus pasión erótica. El final es la culminación de todo ese juego en el que nada se mueve en la superficie mientras todo es convulso en la profundidad.

Noticias de las Sonatas

Gelu publica su quinta selección de frases de Sonata de estío, que ayuda a rememorar las claves de la novela.

Paco Cuesta, a raíz de iniciar su comentario de Sonata de primavera, matiza la definición del personaje para dar, fnalmente, con una brillante. No os perdáis esta entrada.

Mª Ángeles Merino comenta el inicio de Sonata de primavera. No dejéis de apreciar las ilustraciones y las aclaraciones que hace al respecto sobre algunos lugares mencionados en la acción.

Myriam analiza de forma excelente el personaje del mayordomo Polonio de Sonata de primavera. No os perdáis esta entrada.

Desde el inicio, con la mención de Darío hasta el final, con la forma en la que explica cómo Valle crea el ambiente del inicio de Sonata de primavera, la entrada de Pancho es todo un acierto.

Paco Cuesta hace una asombrosamente perspicaz entrada de interpretación de Sonata de primavera, entre el Marqués joven y el marqués anciano que narra la historia.

miércoles, 18 de enero de 2012

Picasso. La mujer y la seducción clásica


Una de las fuentes de inspiración de Picasso fue, sin duda alguna, el erotismo. No es solo que le sirviera de metáfora para hablar de arte y de la relación del artista con la creación -que es, en gran medida, el tema por excelencia de Picasso- sino que se convirtió en tema directo de su obra. Un erotismo franco, que no se esconde sino que se pone en el primer plano como símbolo de la fertilidad del arte y, por lo tanto, del mundo. Esta temática se fue agudizando en Picasso con el paso de los años y las circunstancias históricas: explota como celebración de la vida tras la Segunda guerra mundial. A este tema se le han dedicado ya varias monografías y exposiciones del artista, como la magnífica Picasso erótico del 2001.

El pasado viernes se inauguró en la Sala de las Francesas de Valladolid, otra exposición que nos devuelve a este núcleo de la pintura de Picasso: Picasso. La mujer y la seducción clásica. Aunque -por lo dicho en el primer párrafo- suene a ya vista y sea un tanto amalgama de cosas sin profundizar en ninguna, siempre es apreciable el afán por divulgar la obra de uno de los artistas más significados del siglo XX. Consta de varios capítulos: Bajo el signo de Apolo (en donde Picasso se enfrenta con el mundo clásico a partir de la figura del dios, a la vez imagen de la belleza y del artista), La metamorfosis de Ovidio (en la que se muestra una selección de dibujos en los que Picasso interpreta esta obra clásica), Nuda veritas (celebración del cuerpo desnudo), Ecos de Cranach (a partir del diálogo de Picasso con la obra de Lucas Cranach el Viejo, pintor renacentista), Atracción y deseo (que muestra la explosión de la carne en Picasso), Harén y gineceo (sobre la figura de la mujer en lugares cerrados) y Musa (una serie de obras que muestran la inspiración concreta a partir de la relación con las modelos del pintor).

Esta exposición no sorprenderá a los conocedores de Picasso, pero siempre es grato volver a enfrentarse a la obra de este artista y celebrar con él la vida y el erotismo. Es decir, el arte.

martes, 17 de enero de 2012

Del neoliberalismo aplicado a los trasplantes


Una empresa alemana ha comenzado a operar en España recabando muestras y datos personales de posibles donantes de médula ósea. La forma de introducción de esta empresa privada en España que, según las autoridades españolas es ilegal, es especialmente sensible: España es el país del mundo con mayor número de donantes y uno de los primeros en desarrollar tanto la gratuidad de los trasplantes como las técnicas médicas que los hacen posibles. Es más, se ha desarrollado una conciencia de alto civismo y unos procedimientos asistenciales que son todo un ejemplo en el mundo: es uno de los grandes logros de la sanidad pública española, un hecho diferencial con el resto del mundo y un valor añadido para la sociedad.

Esta empresa alemana ha operado sin ningún permiso nacional pero podría ser que la amparase la regulación europea, que tanto favorece ahora la despiadada compentencia según las leyes del mercado también en la sanidad. De hecho, ante los requerimientos de la Organización Nacional de Trasplantes -todo un ejemplo de eficacia de gestión-, esta empresa ha amenazado con una demanda porque considera que la ONT obstaculiza la libertad de empresa.

España y, por lo general, Europa, era un territorio que aseguraba un bienestar general medio a su población. Parece que eso se ha terminado y que algunos, aplicando las normas del neoliberalismo y las leyes del mercado, han decidido que la sanidad no es un derecho sino un privilegio al que se accede con dinero y seguros privados o sectoriales. En efecto: Europa era un territorio privilegiado. Lo normal, en el mundo, es que haya comercio de órganos, que se pague por los trasplantes tanto al hospital que lo realiza como al donante o a la familia del donante. Lo normal, en el mundo, es que haya gente que vende un riñón para pagarse la comida o, incluso, que se asesine o se secuestre para conseguir órganos de forma criminal. Lo normal, en el mundo, es que aquellos que no tienen dinero no tengan  ninguna posibilidad de acceso a unos servicios públicos de sanidad que vayan más allá de la asistencia básica o que deban esperar a la labor generosa de alguna ONG.

Parece que lo que era una construcción sólida que diferenciaba a Europa comienza a agrietarse. Europa, cada vez más, se parece al resto del mundo porque una de las consecuencias de esta crisis ha sido que las estructuras de equilibrio y cohesión social que se habían logrado en el último siglo, se han entregado decididamente a las leyes que impuso Europa al resto del mundo.

lunes, 16 de enero de 2012

Miró y el dictador


La exposición Miró. Su lucha contra la dictadura, que ayer se clausuraba en Valladolid, muestra los trabajos de este artista a partir de la lectura de Ubú rey de Alfred Jarry y su actualización en los tiempos de la lucha antifranquista, proponiendo la analogía de Ubú con Franco.

Miró realizó tres series de su obra gráfica sobre Ubú y culminó su propuesta con la colaboración en el montaje Mori el Merma, inspirado en ella, que llevó a cabo el grupo de teatro mallorquín La Claca en los tiempos convulsos del postfranquismo. Ubú era fácil de identificar con Franco: la degradación del personaje hasta niveles de farsa son una forma de evidenciar la corrupción de un sistema político como el de la dictadura militar que gobernó España desde 1939 hasta 1975. En parte, la obra de Alfred Jarry se presta fácilmente a ello. Quizá deberíamos comenzar a añorar los tiempos en los que tan fácilmente se podía identificar al gobernante dictatorial: al menos se podía poner cara al enemigo y ridiculizarlo. La farsa ha sido un género siempre de defensa del pueblo frente a la autoridad opresora. Cuando la vanguardia, en los años treinta del pasado siglo, abandonó su aspiración de arte puro e intrascendente para comprometerse sin abandonar las técnicas que le habían sido propias recurrió en muchas ocasiones a la farsa como el género teatral más puramente artístico que permitía dar este salto. No es nada extraño que Miró llegara, en el franquismo, a Ubú rey.

Al salir de la exposición me pregunté cuál es el verdadero rostro de quienes nos gobiernan ahora: la dificultad que tenemos para identificarlo hoy y poder ponerlo en la máscara de Ubú.

domingo, 15 de enero de 2012

A la espera de la nieve


A la espera de la nieve, quizá deberíamos descender a los refugios para dejarla hacer su labor y que el invierno llene los neveros que empaparán la primavera. Que nieve, entonces, hasta cubrirlo todo.

viernes, 13 de enero de 2012

Escena abierta 2012


Hoy comienza en Burgos el festival anual Escena abierta. En tiempos como los actuales, en los que la programación cultural ha sido la primera en resentirse por los efectos de la crisis, hay que alabar la permanencia de este festival y elogiar a las instituciones que lo mantienen y, especialmente, a sus coordinadores y programadores.El festival Escena abierta es un proyecto muy consolidado al llegar a la decimotercera edición. No busca grandes producciones sino montajes experimentales, que buscan indagan en los códigos teatrales que reflexionan sobre el ser humano y su realidad.

Las cifras avalan un hecho que a algunos les sorprenderá: los espectáculos escénicos, en España, están en auge. Aunque muchas compañías cuyos ingresos se basaban fundamentalmente en las subvenciones y en los contratos de las administraciones públicas pasan grandes apuros porque estas administracione ya no les contratan o -cosa mucho más grave- les adeudan los pagos de los contratos de hace varios años, el teatro en España crece. No solo los espectáculos que pertenecen al género musical -éxito de taquilla desde hace una década-, sino cualquier tipo de montaje escénico con unos mínimos de calidad tiene un público en crecimiento. Aunque aun cabe hacer algún reproche a los profesionales del sector, lo cierto es que el público responde. No es una moda, sino la constatación de que la calidad media de las producciones ha subido y que la sociedad española comienza a ver en el teatro una forma de reflexión sobre el mundo que nos rodea y sus incertidumbres.

jueves, 12 de enero de 2012

La construcción de un personaje y noticias de nuestras lecturas.


Al leer las Sonatas -como lo hacemos- no en su orden argumental sino tal y como fueron apareciendo, podemos percibir cómo Valle-Inclán fue afirmando algunas de las características de su personaje protagonista. Sin duda Valle fue sensible a la recepción por parte del público (recordemos que parte del texto, en una primera redacción, lo había publicado en la prensa) y supo captar tanto lo que atraía como lo que se rechazaba, tanto en el estilo como en el argumento. No olvidemos que se publicaron en plena polémica sobre el modernismo, al que se atacaba desde muchos frentes. Valle, sin duda alguna, profundizó en lo que se apuntaba en Sonata de otoño: el estilo se convirtió cada vez más en una labor minuciosa en la que se mezclaba lo literario con lo plástico y musical; el argumento fue haciéndose cada vez más perverso y menos convencionalmente moral. Bradomín se nos desvela en Sonata de otoño como un maduro amante fetichista que se entrega a sus amantes pero sin ninguna lealtad; esto se agudiza en Sonata de estío cuando lo vemos absolutamente cruel con la Niña Chole, dando paso a una manifestación abierta del sadomasoquismo psicológico. En Sonata de primavera, el Marqués -que ha ido creciendo hacia atrás por esta forma de construir la narración- es absolutamente egoísta en su acoso a la joven de la que se enamora y en cuya casa está hospedado. Cualquier lector que no hubiera podido odiarlo en las dos primeras novelas, aquí siente una repulsión por él, pero ya está atrapado por la historia gracias a la forma en la que trabaja el estilo Valle.


Noticias de las Sonatas

No os perdáis el comentario final de Merche Pallarés sobre Sonata de estío. El Marqués no sale bien parado que se diga...

Gelu publica su cuarta selección de frases que oportunamente nos llevan al corazón de su lectura de Sonata de estío...

Myriam, desde el lenguaje de Valle-Inclán, llega a una de las claves de la Sonata de Primavera: el temblor de la naturaleza entera, que despierta, pero no puede escaparse de la Sonata de estío y vuelve a ella para planterarnos un paralelismo entre el mito y la sexualidad de la obra que puede resultar interesante.

Mª Ángeles Merino, en su resumen de lo que ocurre en Sonata de otoño tras la cobarde forma en la que el Marqués perdió a la Niña Chole, da las claves para que comprendamos lo que sucede dentro de Bradomín y su relación con la joven mexicana.

Pancho comenta el final de la Sonata de estío, en la que se desvela la parte de la personalidad del Marqués más cruel, sin duda. Recomendable el reportaje fotográfico

miércoles, 11 de enero de 2012

Neoesclavitud


Una de las reacciones más incomprensibles de una sociedad con miedo consiste en abrazar como soluciones aquello que ha causado su temor. Insistir en el error por conservar la esperanza de regresar al sueño de un tipo de vida que ha traído la crisis es aferrarse a vivir bajo condiciones de neoesclavitud. De la crisis no se puede salir por el mismo camino que nos trajo a ella.

martes, 10 de enero de 2012

Efectos del miedo


El miedo es uno de los extraños efectos de lo que ha sucedido en los últimos años en una sociedad como la nuestra, con tanta información a su disposición y unas capacidades en sus individuos muy superiores a las épocas anteriores.

Es indiscutible que jamás hemos tenido un acceso a la información más rápido y general, pero lo que tenemos que debatir es si esta información es pertinente. En épocas anteriores, los individuos conocían lo que les hacía adaptarse al medio geográfico y cultural al que pertenecían: si dominaban esta adaptación, sobrevivían, en caso contrario perecían o debían que emigrar. El crecimiento exponencial de la información que está a nuestra disposición en las últimas dos décadas no ha sido aun suficientemente digerido e, incluso, genera patologías sociales. Ya no se trata de que sepamos leer en una sociedad en la que mayoritariamente nadie sabía leer, sino que todo está, en principio, a nuestra disposición: pero esa abrumadora cantidad de información nos puede hacer perdernos en el bosque sin que hayamos encontrado el sendero adecuado para llegar a la cabaña en la que queríamos pasar la noche. Por supuesto que esto es un período de transición: aprenderemos a hacerlo. Pero pasarán décadas hasta que consigamos generalizar esta facilidad para no perdernos. Mientras tanto, solo algunos tendrán la habilidad suficiente para lograrlo y para fabricar la tecnología que permita guiarse en el exceso. Este es uno de los riesgos potenciales: mientras no se generalice la facilidad de acceso, estaremos subordinados a lo que unos pocos diseñen. Incluso contando con la honestidad de quienes desarrollen esta tecnología (es decir, pensando en unos seres puros que no tengan ningún interés comercial, financiero o político en ello), el diseño de la tecnología es ideología, aunque no lo parezca. Sin embargo, antes o después aparecerán otros sistemas y otros diseñadores que maticen a los anteriores: el debate ideológico de las próximas décadas se manifestará especialmente en las herramientas informáticas, como antiguamente se debatía teóricamente sobre el pacto social o la lucha de clases.

De ahí que muchos sientan vértigo ante lo que no pueden dominar más que como meros usuarios. Cuando apenas se ha digerido intelectualmente la existencia de la luz eléctrica en todas las casas del mundo acomodado, se nos presenta un reto nuevo: comprender algo que no busca nuestra comprensión. La informática cada vez más busca un usuario que no sepa de informática, como para tener luz basta con apretar el interruptor de la pared al entrar en una habitación. Con ello, la informática nos aleja del dominio o, incluso, de la comprensión especializada de lo que nos acerca la información hasta nuestro ordenador o nuestro teléfono móvil. Una de las paradojas que debe solucionar la sociedad en los próximos años. De no hacerlo, se deposita el poder en aquellos que fabrican la tecnología que nos permite acceder a la información y que, por lo tanto, diseñan nuestra forma de acceder a ella y los programas que jerarquizan lo que se nos ofrece. En el fondo, siempre ha sucedido así, pero nunca con la intensidad y la globalización de lo que se nos propone ahora. No está lejos una utopía como la planteada en una de las subtramas de la película Rollerball (1975) de Norman Jewison, en la que el acceso a todos los libros escritos en el mundo era fácil y generalizado pero únicamente a través del ordenador pero cuando alguien decide cotejar el texto informatizado con el libro original, le resulta imposible porque estos libros ya no existen o no están a la disposición de cualquiera. Evidentemente, tenemos las armas para que esto no suceda, pero hay que usarlas.

Una de las manifestaciones del miedo de la sociedad actual es la desconfianza generalizada ante los medios de comunicación. Pocos son ya los que cometen la ingenuidad de pensar que los medios de comunicación son empresas objetivas y de entender la afirmación de independencia de muchas cabeceras en el sentido de imparcialidad. En gran medida, la participación descarada de estos medios de comunicación en la corrupción moral de la sociedad y en los intereses de sus dueños les ha hecho merecedores de este desprestigio. Y esto debe solucionarse: una sociedad que no puede confiar en la información que se le facilita es una sociedad abocada a un vértigo en el que muy pocos pueden encontrar razones para el optimismo. Todo lo contrario: los individuos de estas sociedades suelen volverse cada vez más insolidarios y recelosos. Es decir, se refugian en las peores emociones que provoca el miedo.Curiosamente, un cierto grado de escepticismo ante la información es sano y recomendable, pero el total escepticismo nos entrega en manos de aquello que nos da más miedo. La resolución de este conflicto es una de las tareas de los próximos años: no resolverlo supondría, sencillamente, el final de la sociedad. Por eso es una opción que no deberíamos contemplar salvo que queramos jugar en campo ajeno y con reglas que no son las nuestras.

lunes, 9 de enero de 2012

El Apocalipsis no es esto


Cuando los gobernantes fomentan el temor de la sociedad para disculpar sus decisiones ponen los huevos de la serpiente que terminará devorándolos. Antes o después, la gente se sacude el miedo y descubre que se puede respirar de otra manera. Es la primera regla de toda revolución. Por eso mismo, la esperanza está en levantar la cabeza y tomar aire. Comencemos.

domingo, 8 de enero de 2012

Lo que el viento se llevó


No pensaba tomarme estos días como me los he tomado. Alejado del blog y sin conectarme a Internet más que para publicar el jueves mi entrada sobre la Sonata de estío de Valle-Inclán. Mañana remoto el ritmo de publicación habitual de La Acequia y mis visitas a los blogs amigos. En estos días el viento se ha llevado algunas cosas del pasado. He recuperado la antigua tradición, que ya tenía olvidada, de comprarme una agenda en papel y pasar a ella las direcciones y los teléfonos, los cumpleaños de los amigos y familiares. Lo he hecho con una pluma estilográfica que tenía olvidada. No sé por qué, pero necesitaba esa acción física de escribir lentamente, oyendo el rasgado de la pluma sobre el papel. Desde que uso agendas electrónicas se han copiado automáticamente datos que ya no tienen sentido: teléfonos de personas a las que ya ni recuerdo, cumpleaños que dejaron de ser significativos, direcciones inútiles porque allí ya no pueden acusar remite. El viento ha saneado las estancias, sin duda. Comenzamos de nuevo.

jueves, 5 de enero de 2012

La Venus Turbulenta y noticias de nuestras lecturas.


El final de la Sonata de estío marca definitivamente el carácter del Marqués. Valle-Inclán construye un personaje en el que nada se esconde. Había abandonado a su suerte a la Niña Chole cuando no opuso ninguna resistencia en el encuentro con su padre y esposo, el general Diego Bermúdez. No es cobardía, aunque pudiera parecerlo. Bradomín reconoce que la Niña no le pertenece -no es, como le había dicho cruelmente poco antes, la Marquesa de Bradomín- y, por lo tanto, el general puede reclamarla. El resto del viaje hasta su propiedad es una parte más del descenso a su propio infierno, que ni siquiera se calma cuando llega a la hacienda: aunque le pertenece por derecho de mayorazgo no se siente como el verdadero propietario. En realidad, el Marqués no puede pertenecer a ningún sitio: ha traicionado la tradición que dice defender, ha traicionado al amor, ha traicionado a todos los que viajan con él. Ni siquiera eso: no es una traición puesto que su participación en todo es siempre circunstancial o por nacimiento. El carácter del Marqués no puede atarle más que a sí mismo. Por eso ni siquiera participa directamente en la recuperación de la Niña Chole: oye los disparos a lo lejos y cuando la ve, ya es una mujer de su pasado más que de su presente, a la que depara el sufrimiento:


Pobre Niña Chole, después de haber pecado tanto, aún no sabía que el supremo deleite solo se encuentra tras los abandonos crueles, en las reconciliaciones cobardes. A mí me estaba reservada la gloria de enseñárselo.

La Niña no es inocente, pero es menos consciente de su propia vida dado que el general Bermúdez cortó brutalmente su desarrollo. El Marqués solo puede entregarse y entregarla a ella misma a la única diosa en la que en verdad cree, la Venus Turbulenta, que preside unas relaciones sentimentales llenas de exaltación y sufrimiento:

Yo, que en el fondo de aquellos ojos creía ver siempre el enigma oscuro de su traición, no podía ignorar cuánto cuesta acercarse a los altares de Venus Turbulenta. Desde entonces compadezco a los desgraciados que, engañados por una mujer, se consumen sin volver a besarla. Para ellos será eternamente un misterio la exaltación gloriosa de la carne.

Para evitarse eso mismo, el Marqués vengará en la Niña Chole lo que sufrió con la mujer que le obligó a salir de viaje y cuyo recuerdo le ha perseguido durante toda este tiempo.

Recordad que no leemos las Sonatas en el orden argumental, sino en el de su publicación. Por eso, el próximo jueves comenzamos con el comentario de Sonata de primavera (1904).

Noticias de las Sonatas
Gelu continúa con su oportuna selección de frases de la Sonata de estío que le permitan reconstruir la obra en una relectura.

Merche Pallarés subraya con inteligencia cómo toda la naturaleza explota en sexualidad para acompasar los sentimientos del Marqués.

Mª Ángeles Merino comenta e ilustra con su visión oportuna habitual la culminación del amor de la Niña Chole y el Marqués y tiene razón al afirma cómo une Bradomín, en su teoría amorosa a todas sus mujeres.

Pancho presta atención a lo que sucede tras el encuentro sexual de los protagonistas: en especial el regreso a la Dalila, que ya es y no es el mismo barco que antes...

Noticias de las lecturas anteriores



Carlos Labarta elige entre las obras leídas en el año pasado, Riña de gatos como la peor.

martes, 3 de enero de 2012

Regreso

Te vas unos días. En realidad no te vas, solo te amparas en la inexistencia y te dedicas a la familia y a las rutinas. Regresas y compruebas cómo el recientemente elegido Presidente del Gobierno español ha desaparecido y continúa con la teoría del tancredismo que en la oposición le llevó a ganar finalmente las elecciones mientras su Gobierno hace lo que todos sabíamos que haría pero que él mismo había negado y criticado cuando lo hacía el anterior; compruebas cómo el partido que antes gobernaba anda a zurriagazos internos repartiéndose los despojos y sumergiéndose en la inoperancia; compruebas cómo se insiste en salir por la crisis por el mismo camino por el que se entró en ella; compruebas que la socialdemocracia ha desaparecido, que la izquierda no consigue tener voz; compruebas que la sociedad española anda cabizbaja y atemorizada. Te has ido unos días y regresas y ves cómo todo se ha suspendido, que la gente sale de casa por la mañana sin ganas y regresa a ella por la noche como un náufrago.El tiempo, el tiempo dará razones, pero estas no podrán ser las del temor, no podrán ser las que fomentan el mismo disparate que nos ha traído a este presente. A riesgo, claro, de que nos vayamos de verdad y ocupen nuestro sitio otros que se llamarán igual que nosotros pero que ya no seamos nosotros mismos.