Valle-Inclán había viajado a México unos cuantos años de la publicación de la Sonata de estío. Recorrió el país durante un año (de marzo de 1892 a marzo de 1893) y su estancia allí tuvo una decisiva influencia tanto en su vida (volvería en 1921) como en su obra (allí es en donde decidió su carrera literaria, en donde sistematizó su firma definitiva como Valle-Inclán, en donde ambientó dos de sus obras maestras: la Sonata de estío y Tirano Banderas). No hay ninguna duda sobre lo que significó en su proceso de madurez personal y en su faceta como escritor aquel viaje, ni cómo en él rastreó las huellas del pasado español para fundirlas con los elementos -exóticos para él- del indigenismo o el mundo precolombino: toda una afirmación de modernismo a la manera de Rubén Darío.
Con estos recuerdos, es significativo que haga viajar a su protagonista a México para subrayar el fuerte contraste que buscaba entre la primera parte publicada de las Sonatas y esta nueva entrega. Si hubiera redactado la parte primaveral o la de invierno, el constraste no hubiera sido tanto: el paisaje hubiera sido el mismo o el personaje hubiera seguido una evolución lógica. Pero Valle optó por ofrecer un brusco contraste al lector que decidiera seguir con la historia de Bradomín: saltar del otoño del personaje a su vigor maduro lo era; hacer que se moviera de la umbría gallega a México subrayaba con más fuerza si cabe el cambio. Todo, necesariamente, tenía que ser diferente: el paisaje, la acción, las mujeres.
Sin embargo, Valle mantiene un hilo de continuidad: la voz naradora. El Marqués escribe -no lo olvidemos, son unas memorias- desde la vejez y su voz es la misma. Si en ocasiones puede no parecerlo es porque la distancia entre el viejo Bradomín y el joven es mayor que cuando Concha muere en sus manos. Por eso mismo, el narrador gusta de indicar la distancia que existe entre su época de joven idealista -que aun cree en posiciones políticas o religiosas o en que existe el verdadero amor- y el viejo escéptico que mira con indulgencia aquello que pensaba en su tiempo:
Así hemos de afrontar lo que suceda en esta Sonata de estío.
Con estos recuerdos, es significativo que haga viajar a su protagonista a México para subrayar el fuerte contraste que buscaba entre la primera parte publicada de las Sonatas y esta nueva entrega. Si hubiera redactado la parte primaveral o la de invierno, el constraste no hubiera sido tanto: el paisaje hubiera sido el mismo o el personaje hubiera seguido una evolución lógica. Pero Valle optó por ofrecer un brusco contraste al lector que decidiera seguir con la historia de Bradomín: saltar del otoño del personaje a su vigor maduro lo era; hacer que se moviera de la umbría gallega a México subrayaba con más fuerza si cabe el cambio. Todo, necesariamente, tenía que ser diferente: el paisaje, la acción, las mujeres.
Sin embargo, Valle mantiene un hilo de continuidad: la voz naradora. El Marqués escribe -no lo olvidemos, son unas memorias- desde la vejez y su voz es la misma. Si en ocasiones puede no parecerlo es porque la distancia entre el viejo Bradomín y el joven es mayor que cuando Concha muere en sus manos. Por eso mismo, el narrador gusta de indicar la distancia que existe entre su época de joven idealista -que aun cree en posiciones políticas o religiosas o en que existe el verdadero amor- y el viejo escéptico que mira con indulgencia aquello que pensaba en su tiempo:
Creía de buena fe en muchas cosas que ahora pongo en duda, y libre de escepticismo, dábame buena prisa a gozar de la existencia. (...) Todavía hoy, después de haber pecado tanto, tengo las mañanas triunfantes, y no puedo menos de sonreír recordando que hubo una época lejana donde lloré por muerto a mi corazón. Muerto de celos, de rabia y de amor.
Así hemos de afrontar lo que suceda en esta Sonata de estío.
Noticias de las Sonatas
Paco Cuesta comenta el inicio de la Sonata de estío y lo hace profundizando en la caracterización del personaje del Marqués de Bradomín desde una adecuada perspectiva.
Merche Pallarés arranca el comentario de Sonata de estío con el brío que puso en la de otoño, resaltando con divertida inteligencia lo que ocurre en el texto...
Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, nos regala la rosa de Concha, la amada otoñal de Bradomín, para después comentar sabiamente -e ilustrar como conviene- el contraste que recibe el lector al pasar del otoño al estío...
Gelu publica una entrada -presidida por una magnífica foto de Manolo Casariego del otoño en Béjar- con una selección de motivos de la Sonata de otoño que ayudan a comprenderla.
Myriam lleva a cabo una entrada magnífica sobre Bradomín en México y la relación del nuevo territorio con su madurez. Solo puedo deciros que es una entrada imprescindible para sacar buen partido a la lectura de la Sonata de estío.
Ele Bergón publica un interesantísimo reportaje fotográfico de su amiga Josefina Ramos con imágenes valleinclanescas que os resultarán interesantes. No os lo perdáis.
Pancho comenta cómo Concha se acerca ya al carácter de recuerdo para el Marqués en una entrada que respira por todos los lados a Valle. No os perdías el regalo que le hace Antonio Gutiérrez Turrión con motivo del final de Sonata de otoño.
Paco Cuesta comenta el inicio de Sonata de estío y, en especial, la vinculación al paisaje mexicano, la Tierra Caliente de Valle.
Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, nos regala la rosa de Concha, la amada otoñal de Bradomín, para después comentar sabiamente -e ilustrar como conviene- el contraste que recibe el lector al pasar del otoño al estío...
Gelu publica una entrada -presidida por una magnífica foto de Manolo Casariego del otoño en Béjar- con una selección de motivos de la Sonata de otoño que ayudan a comprenderla.
Myriam lleva a cabo una entrada magnífica sobre Bradomín en México y la relación del nuevo territorio con su madurez. Solo puedo deciros que es una entrada imprescindible para sacar buen partido a la lectura de la Sonata de estío.
Ele Bergón publica un interesantísimo reportaje fotográfico de su amiga Josefina Ramos con imágenes valleinclanescas que os resultarán interesantes. No os lo perdáis.
Pancho comenta cómo Concha se acerca ya al carácter de recuerdo para el Marqués en una entrada que respira por todos los lados a Valle. No os perdías el regalo que le hace Antonio Gutiérrez Turrión con motivo del final de Sonata de otoño.
Paco Cuesta comenta el inicio de Sonata de estío y, en especial, la vinculación al paisaje mexicano, la Tierra Caliente de Valle.
Noticias de anteriores lecturas
Pancho continúa con el comentario de Riña de gatos. Llega ahora a la entrada de Azaña en escena y un intento del inglés para desbloquear la situación que se le presenta.
15 comentarios:
Buenas noches, profesor Ojeda:
Ya tengo el libro, y prepararé una entrada de la ‘Sonata de estío’ durante el fin de semana.
He leído todas las aportaciones de los compañeros en los diferentes blogs y quisiera haberles dejado comentario, ya.
Voy atrasada, pues aún me queda el resumen final de la ‘Sonata de otoño’, pero procuraré ponerme al día.
Gracias a todos por sus trabajos, espléndidos.
Abrazos
Qué mejor que un buen viaje para curar un mal de amores.
Es curioso, ésta medicina del ser humano, un viaje simboliza romper con lo que tienes alrededor y conocer otros modos, otras formas otra gente, es lo que hace el Marqués de Bradomín, es lo que hizo Lorca en su viaje a Nueva York, se fué para olvidar un mal de amor y se vino con todo un poemario, "Poeta en Nueva York".
Te comenté en alguna ocasión en que mencionaste a Valle-Inclán, hace mucho, que no había leído nada de él y que por la imagen en nebulosa que conservaba de Valle, creía que era un autor mexicano.... ahora veo claramente porqué.
Te cuento que estoy trabajando esta maravillosa Sonata en una Ed. de Austral de 1979 y se me desgranaron las hojas como una rosa marchita -"Pobre Concha" jajajaja, digo pobre libro- ni hablar de la cantidad de marcas que tengo hechas en subrayado y anotaciones... eso si, en lápiz.
Me divierte un montón trabajar las Sonatas y estoy feliz porque me las hicieras conocer. ¡Gracias!
Saludos a todo el grupo de lectura y visitantes de La Acequia y a tí un abrazo, por supuesto.
Não me surpreende que o México tenha influenciado tão marcadamente o escritor: é um país fascinante!
Besos, amigo mio.
Creía muerto a su corazón pero ¡¡que axiña reviviu!! como decimos aquí... fue ver a la exótica Niña y ala...
biquiños,
bueno, claro, que acabo de caer en la cuenta que las sonatas no siguen una cronología... así que olvida lo de la tristeza por Concha.
biquiños,
me está costando 'profe' porque debo atender tantas cosas que bueh..
descuida, sigo haciendo el esfuerzo
saludos
La Niña Chole será la más exuverante y guerrera de las conquistas de Bradomianas.
A veces pienso si Brado no será un trasunto de Valle, más sabiedo el final de la de Invierno.
Me cuesta abandonar el musguito del jardín de Concha, pero describiendo tan bien como lo hace Valle-Inclán seguro que me resituaré rápido.
Un beso
El cosmopolitismo y espíritu aventurero de Valle debió de tener reflejo en su manera de escribir. Por ejemplo, fue el único escritor de su generación, junto a Maeztu, que viajó a América. Su amistad con Rubén Darío fue esencial en su escritura y en la manera canalla de derrochar la vida. Este Marqués de Bradomín tiene mucho de gallego carlista y de Valle-Inclán. Pura contradición y mezcla entre rebeldía y respeto a las tradiciones aprendidas de los que le precedieron.
Los escritos de Valle seducen porque invitan a la relectura. Cada frase contiene una sentencia que hace reflexionar.
Se agradecen en su justa medida las dos referencias.
El contraste es sorprendente. De un paisaje brumoso y de fina lluvia, jardines decadentes, viejas casonas y coloreado en verde-oscuro, con ese trasfondo de religión y de represión que se respira; con la muerte presidiendo todo el relato, ahora tenemos una explosión de luz, de calor, de paisajes abiertos verde-brillante, de sensualidad joven, fresca, libre; con la vida, por contra de la otra Sonata... Maravilloso el contraste.
El lenguaje es una pura melodía. Es casi poesía.
No me cae mal este marqués. Será por Valle-Inclán, quizás, no sé, pero el personaje es muy atractivo.
Estaba en el jardín de los árboles venerables y los mirlos cantaban riveiranas. De repente, la luz y los colores tropicales me deslumbraron. Es la primera impresión.
Después, viajamos con el marqués a México. Desea olvidar, tan herido de amores está. Y recuerda más que nunca.
Sus conexiones no pueden ser más extrañas, la estela de la fragata le lleva a las tirolesas que cantaba la tal Lilí. Y Lilí a la niña Chole, que no creo yo que cantara tirolesas.
Recuerdos que llevan a recuerdos...
Gracias por tus palabras.
Besos, Pedro.
Una ruptura con la parte anterior seguramente premeditada. Tras la lectura de "Otoño" nada va a sorprendernos.
Ayer me pillé Sonata de Primavera, el jueves hare una entrada con las sensaciones de la lectura, espero estar a la altura. Un beso Pedro
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