En Sonata de otoño, Valle experimenta con el lenguaje: construye la narración a la manera de una novela sentimental desbordada. Con habilidad prodigiosa lleva la expresión de los sentimientos al límite de lo posible. Tan solo un centímetro más allá hubiera incurrido en el ridículo (ya de por sí la historia podía decantarse hacia allá al narrar, hace un siglo, el amor de dos personas a punto de entrar en la vejez). La contención última viene dada por el ritmo musical de las frases, el simbolismo de lo narrado, la huida del realismo, la visión plástica de las imágenes, la teatralidad de las situaciones pero, sobre todo, porque no se detiene en anécdotas narrativas. No duda en arriesgar Valle y jugar con el lector, que reconoce el terreno de una literatura sentimental -erótica, en aquella época, pecaminosa para la moral general- pero no identifica el lenguaje. Además, Valle suprime toda valoración moral externa y deja la carga de conciencia para los mismos personajes que no dudan en trasgredir las normas sociales. De ahí el inicio de la narración: una carta en la que Concha reclama a su antiguo amor sin tapujos al saberse morir (otro detalle esencial para situar el juego intertextual de esta Sonata): -"¡Mi amor adorado, estoy muriéndome y sólo deseo verte!". Solo conozco un inicio similar de una novela, que juegue tanto con el riesgo de caer en la ladera de lo ridículo para salvarse: Lolita, de Vladimir Nabokov.
Noticias de las Sonatas
No os perdáis el comentario de Merche Pallarés del comienzo de la Sonata de Otoño: del disfrute por el lenguaje a la represión sexual...
Pancho contextualiza las Sonatas para que podamos entrar en ellas en buenas condiciones.
Ele Bergón nos trae a Francisco Brines y, de su mano, una reflexión poética sobre Concha, su amor por el Marqués de Bradomín y el otoño de las rosas...
Mª Ángeles Merino comenta e ilustra el comienzo de la Sonata de otoño y, en especial, la caracterización de Concha, con su entrega febril al Marqués...
Noticias de las lecturas anteriores
Como ya nos sucediera con la lectura del Quijote, en muchas ciudades españolas hay locales que rinden homenaje a Bécquer, uno de los poetas más populares en español. Estrella me remite una nueva muestra: la servilleta de una cafetería con el nombre del autor de Peñarroya-Pueblonuevo, Códoba. Su envío me ha recordado que yo, de niño, coleccionaba estas servilletas de papel.
Pancho comenta el capítulo 17 de Riña de gatos y llega a la descripción de las reuniones falangistas y las averiguaciones sobre el cuadro de Velázquez.
18 comentarios:
eso tienen las novelas en general, se van enmarañando y cautivando al lector
eso tiene el autor(a), su duende nos hechiza y seduce
Besos Pedro
Llegué tarde a Quijote y a Bécquer...y llego algo tarde a las Sonatas con la esperanza de estar a la altura de los contertulios...éso si el cacharro no tiene, de nueva cuenta, un ataque de autodeterminación... y si recuerdo las lecturas esenciales de la educación secundaria en México. Te sigo Pedro, aunque no me veas jejeje
Es lo que pensaba mientras leía la sonata, el atrevimiento de Valle al novelar unos amores tardíos en una sociedad con una moral muy acentuada, la pobre Concha sintiendo merodear la muerte, quiere unos últimos suspiros con el que ha sido su amante el marqués de Bradomín, tanto el paisaje exterior, como el paisaje interior es de una belleza erótica pocas veces alcanzado en la literatura. Pienso que tuvo que haber debate, pero este pueblo que es de doble moral, en los ateneos, clubes burgueses, en los casinos se criticaría, pero seguro que más de uno lo tenía en la mesita de noche como libro de cabecera.
Valle es magnífico, mientras que Bécquer, en mi opinión, a veces (sobre todo en sus leyendas)caía en esa sútil "ladera de lo ridículo" como muy bien dices. Besotes repletos de rosas, M.
Falar de sentimentos é sempre delicada tarefa, pois é complicado achar a medida certa...
Besos, querido Pedro
Supongo yo que eso de "forzar los límites" sin caer el el ridículo o la banalidad debe ser una de las cosas más difíciles de lograr, no sólo en literatura, sino en cualquier arte.
saludos.
Las Sonatas fueron lectura de cabecera durante mi adolescencia. Luego vinieron los esperpentos, Tirano Banderas...
Valle-Inclán, siempre.
Prestos a leer a Valle Inclán, entre mis preferidos.
siendo gallego, no le conozco nada escrito en su lengua ¿o tal vez no he buscado bien?
saludos para todos
Nada que añadir a la lección de literatura tan exacta y bien explicada que nos regalas. Has estimulado la curiosidad para leer el comienzo de la novela que citas.
El erotismo ligado a la religión es una constante en el relato. Según he leído, influenciado por Rubén Darío. La prosa de Valle me recuerda a la de Bécquer en su ritmo, la musicalidad, el preciosismo, la pulcritud y exactitud sobre todo de su adjetivación. Tiene obsesiones que repite como la imagen tan erótica de las manos desgranando las cuentas de un rosario o la fugacidad de la belleza vista en una rosa blanca.
Gracias por la lección, de mucha profundidad, y la doble referencia.
Siempre me ha gustado el momento en que los dramaturgos se pasan a la novela, es glorioso!
Le falta un milímetro para precipitarse por el ridículo y que alguien exclame: ¡Menuda pareja! ¡Uy, por Dios, la condenación eterna! Le salva la belleza de su prosa.
Con Bécquer no se me hubiera ocurrido pensarlo. No hay morbo ni ñoñería. Puede ser exagerado, pero nunca ridículo, aunque fuerce los límites. No me toquéis al sevillano...Valle aprendió de él.
Besos, Pedro, buen fin de semana.
Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at three, on the teeth. Lo. Lee. Ta.
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.
Como si fuera una lección de fonética. Tienes razón, ¡Vaya comienzo!
Todavía he leído muy poquito (ando escasa de tiempo), pero leyéndote a ti y a los demás compañeros se me están poniendo los dientes largos.
A ver si este fin de semana le dedico más tiempo.
Besos
Qué bien que suena esa sonata otoñal Pedro. Aún no tengo el libro, si no es ahora, seguramente las leeré, voy siguiendo el rastro que vuestras entradas van dejando, así podré ir alimentándome en su aroma.
Besos y dulce fin de semana.
Esta semana casi no he leído y parece que tenga el libro en el comedor para hacerme la chula si vienen visitas. A ver si lo pillo hoy que tendré un día tranquilo, espero. Me hicieron gracia las opiniones tan dispares de Merche y Abejita.
Besos
Buenos días, profesor Ojeda:
En este precioso día mediterráneo, fresco, sereno y calmo, de otoño, comenzaré la lectura y ‘escucharé’ la Sonata poética que sale de sus páginas.
¡Cuánta felicidad han robado las creencias, impuestas por las costumbres, el qué dirán y la prohibición del pensar!.
Un abrazo.
Sentimental sin sentimentalismos.
Es curioso, sí, cómo rozando la cursilería, la sensiblería, logra esquivar y convertir el texto en una especie de prosa lírica que te conmueve. Más que la historia amorosa que narra.
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